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Por qué es importante aprender a ‘no hacer nada’

sábado, julio 23, 2022
Hay personas que durante sus vacaciones (de verano, de Navidad, en puente...) se dedican a ser productivas
Tiempo de lectura: 4 minutos

 

Lo cierto es que conforme pasan los años me doy cuenta de que son muchos los que no solo no piensan en descansar, sino que ven esas semanas fuera del trabajo como las idóneas para ponerse al día con correos electrónicos no leídos, contestar, ya de paso, a algunos otros y avanzar con cuestiones que se encontrarían a su llegada a la jornada laboral. Y este comportamiento tiene un nombre: ociofobia, o lo que es lo mismo el miedo a no tener nada que hacer. En su origen, hay un pensamiento de excesiva productividad y eficacia que antepone logros y éxitos a la felicidad.

Es una visión cuantitativa (cuántos objetivos se han conseguido, cuántas tareas se han realizado) que no se centra en la calidad de esos logros. La ociofobia suele manifestarse sobre todo durante las vacaciones, debido a no saber qué hacer con tantas horas libres a disposición.

La ociofobia, tal como cuenta el psicólogo Moisés Suárez, de Mundopsicologos.com, es el miedo o temor que se puede generar a no tener algo que hacer. Estas personas tienen la necesidad de tener el tiempo ocupado en todo momento, ya que no les gusta sentir ese vacío de no tener alguna tarea que realizar: «Esto es algo bastante común en la sociedad de hoy en día debido a que las personas pretenden mantener la mayor parte de su día y vida ocupada con diferentes actividades, planes, trabajo, etc., ya que lo que se genera en estas personas es miedo a tener que hacerle frente a un tiempo ‘vacío’, o un tiempo que no esté planificado, o haber finalizado aquellas tareas u obligaciones que tenían que hacer».

Sínomas de la ociofobia

El síntoma que más se puede observar en las personas que padecen esta fobia es la ansiedad (traer al presente situaciones del futuro). En las personas que presentan ociofobia se interpreta que no tienen planes y deben enfrentarse a un tiempo libre. Esto produce una activación del sistema nervioso simpático sintiendo una alta intensidad en su interior, ya que están interpretando el futuro de una manera a la cual no se quieren enfrentar y sienten que tienen que buscar alguna tarea que hacer para no experimentar esa sensación. Estos individuos, normalmente, suelen estar influenciados por un pensamiento de excesiva productividad y eficacia, poniendo en un primer lugar sus logros y éxitos en lugar de su felicidad. Cuando hablan suelen hacerlo en función de cuántos objetivos han conseguido, cuántas tareas han realizado de una manera cuantitativa en vez de ver realmente la calidad de esos objetivos y logros.

Causas de la ociofobia

En la sociedad, la ociofobia ha ido ganando importancia por la gran notabilidad que se le está dando a estar constantemente ocupados y se debe a la conceptualización que se le ha otorgado al logro, la eficacia, la realización, sentirse importantes, etc., quitándole cierta prioridad a la felicidad. Esto se viene dando desde la revolución industrial, donde se premiaba la eficacia de la producción (mayor cantidad y mejor resultado). Por este motivo, las personas en general siempre quieren más, pero no en el sentido de la progresión sino de la abundancia, supone esto una razón externa para conseguir aquellos logros y siempre ir a más. Este motivo tendría que ser interno para disfrutar del proceso mientras se consiguen aquellos objetivos marcados.

Sin embargo, cuenta el experto que sentir esa emoción de soledad o vacío a casi nadie le suele gustar porque se hace una interpretación negativa de lo que «debería» ser. Es por eso que las personas buscan con qué rellenar esos vacíos y no sentir debilidad. Otra de las causas es tener miedo a no poseer el control o la planificación, ya que si esto no es así piensan que se pueden aburrir y el no hacer nada no es bueno, por lo que genera un gran estrés en estas personas.

Estos son los tips para gestionar y superar esta fobia y la importancia de aprender a hacerlo, según el experto Moisés Suárez:

  • Identificar: lo primero es identificar qué es lo que está disparando ese miedo para poder entender la causa y poder establecer pautas para el manejo de dicho miedo.

  • Reconocer: es muy importante ser conscientes del problema y reconocer la situación por la que se está pasando (es un miedo irracional que está afectando al día a día de la persona).

  • Expresar las emociones: hablar sobre las emociones que están generando el tema con las personas más cercanas es vital en el proceso para así liberar toda esa energía que se está formando en el interior. Lo más importante es verbalizar esas emociones sin tener vergüenza de lo que está sucediendo para así poder entender lo que está pasando.

  • Disminuir las expectativas: cuando no se generan grandes expectativas, la decepción será bastante menor si no se cumple aquello que se quiere lograr, por lo que dicha disminución va a permitir reducir los niveles de ansiedad que se pueden presentar por la activación del sistema nervioso simpático y así evitar que la persona se sienta mal con facilidad.

  • Tener tiempos de descanso: es muy significativo que la persona no llene de actividades o tareas los tiempos que tiene de descanso, ya que va a generar sobrecarga y no tendrá momentos libres para poder gestionarla. Por lo tanto, el tiempo para relajarse no debería tener un cronograma.

  • Reducir el ritmo: en ocasiones, es necesario realizar un parón, leer un libro con tranquilidad, ver alguna serie o película, dormir una siesta cuando no es común, mirar un paisaje, una pared en blanco, al horizonte, a un árbol, simplemente poner la mente en blanco y olvidar aquellos pensamientos constantes que te invaden y poder reconectar con uno mismo.

  • Flexibilidad: la flexibilidad va a aportar a la persona poder adaptarse a los cambios con una relativa facilidad, sin sentirse mal, angustiado o con miedo a no tener alguna actividad o tarea que realizar.

  • Minimizar la exigencia: estar constantemente siendo exigentes con uno mismo no genera buenos resultados. Es vital marcarse objetivos y plazos, pero sabiendo los límites que tiene cada persona y reconociendo lo máximo que se puede dar.

Es muy importante llevar a cabo todos estos pasos por la simple razón de que hay que ser conscientes de uno mismo, no dejarse llevar por pensamientos futuros, ya que estos impiden disfrutar del momento presente. «Es altamente recomendable que las personas tengan tiempos libres para ‘no hacer nada’ porque nadie tiene la obligación de estar haciendo cosas siempre», concluye el psicólogo. Artículo de la ABC.

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