La Carta Magna de Ecuador establece, entre otras cosas, derechos y responsabilidades que todos los ecuatorianos debemos exigir y acatar como personas de bien, como personas responsables de nuestros actos. No se diga un líder que tiene influencia en el resto de coidearios, interesados o compañeritos. La ética de la persona le permite o mejor dicho le facilita su proceso reflexivo para escoger lo que está bien y lo que está mal, no sólo para sí; sino, para la comunidad, para la sociedad. Desde que somos un país en democracia (no necesariamente madura y fuerte) tenemos principios que hacerlos propios, tales como: libertad, justicia, dignidad, que en definitiva implican tratarnos bien, hacer del trato entre personas una obra completa de respeto.
Por supuesto los apegados a la norma esgrimirían la constitución. Si, los artículos 23 y 66 numerales 6 y 13 establecen los derechos de los ciudadanos y también establecen la forma de cómo llevar a cabo esas acciones. Por otro lado, lo que se olvidan siempre son las responsabilidades. En el artículo 3, numeral 8 y artículo 8, numeral 4 se precisan las responsabilidades y se establece un “trato” amigable, cultura de paz, seguridad integral, es decir colaborar, todos y cada uno, con el mantenimiento de la paz y de la seguridad. Entonces no sirven solo los derechos ni solo las responsabilidades, van juntos de la mano, derechos y responsabilidades.
Podemos protestar, por supuesto que sí. Debemos hacerlo con altura. Con conocimiento de la legalidad, la legitimidad y las consecuencias de las acciones no autorizadas. Por tanto, aprendemos a armar los argumentos necesarios para fundamentar nuestras discrepancias e inquietudes y dejar oír nuestras voces, nuestros puntos de vista, pues vivimos en democracia, atrapada por los amarristas de siempre, pero somos democráticos desde hace un poco más de un año. No podemos darnos el lujo de perder lo que hemos logrado ahora. Regresar al autoritarismo o el sectarismo partidista simplemente elimina, de un solo tajo, nuestras opciones de ser una sociedad que mejora en forma continua.
La unión hace la fuerza, es el dicho popular, pero no justifica la fuerza bruta. Existen medios legales e institucionales para hacer oír la voz, sin violencia, sin atracos, sin vandalismo, sin zánganos desalmados, contratados para hacer daño. Cualquier grupo social que se sienta afectado tiene derecho, y el izquierdo también, a elaborar su caso y protestar de forma adecuada, sin recurrir al maltrato verbal, físico o intelectual. Peor iniciar componendas y amarres, como lo hacen los expertos asambleístas, para egoístamente lograr sus propósitos.
Viene a mi memoria dos anécdotas muy interesantes, cuando dirigía el Programa de Maestría en Desarrollo Local y Descentralización de la UDLA/GTZ. Como parte de la programación académica, habíamos escogidos unos libros y películas para tratar el tema de la corrupción y liderazgo. La primera, el libro de George Orwell, “La Rebelión de la Granja” (1945), que entre otras cosas nos enseña cómo se gestiona el liderazgo, así como la excitación humana para capturar el poder sin mirar a quien se hace daño o pisotea en la lucha desenfrenada de avanzar. Las componendas y amarres con los “socios” son el arma eficaz, para ellos, para sustituir al líder fallecido o venido a menos. Los animales de la granja se rebelaron, se sublevaron y echaron de la granja a los humanos. Crean sus propias normas y reglas, establecen las penalidades y los compadrazgos y llegan hasta la pena de muerte.
La segunda, desarrollamos un foro sobre la película “la Ley de Herodes o te chingas o te jodes”, una fábula muy cercana a la realidad del PRI en Méjico y en otros países. Cómo utilizar la ley y la fuerza, adaptarla, cambiarla a conveniencia, los amarres políticos y los resultados nefastos para la sociedad. Políticamente correcto, socialmente incorrecto y sin ética.
De regreso a nuestro país, nos encontramos nuevamente con Leonardo, quien dice ser el líder, de creencia no de credibilidad (La rebelión de la granja) o el alcalde de San Pedro de Saguaros (ley de Herodes). Solo él es capaz, el resto somos una tarea de inútiles. En una entrevista a EFE en 2019 dijo “el levantamiento de octubre (2019) no fue indígena, somos el 7% estadísticamente en Ecuador, no representamos a todos los ecuatorianos…., pero si a la mayoría…” Es imposible. La ignorancia es atrevida.
Solo representa el 7% y a pesar de ello, sin explicar tampoco cómo ni quiénes construyeron las demandas sociales, demanda al gobierno su atención prioritaria. No hubo el diálogo apropiado, entre actores, ni entre ellos ni con el gobierno [1]. Por lo tanto, cabe preguntar ¿Quién decide?, ¿quién toma las decisiones?, ¿es el presidente alterno?, ¿quién decidió que Leonidas sea el que nos represente a todos?
Al igual que Correa, obnubilado por el poder, decide que no hay diálogo ¿Por qué? Tiene la desfachatez de conminar al gobierno a aceptar las demandas, que no han sido discutidas, acordadas, consensuadas, analizadas, argumentadas con fundamentos técnicos, financieros. Simplemente una lista de deseos, como la lista navideña de los niños.
Las demandas establecidas por el movimiento indígena, mejor dicho, por el Leonardo, son muy contradictorias, no tienen ni pies ni cabeza. Destaca, en mi modo particular de comprender, la falta de mención respecto de la lucha contra la corrupción. ¿Por qué? No quieren eliminarla, les interesa seguirla manteniendo en la gestión pública, viven de ella, se sirven de ella. No lo sé, solo por picardía me pregunto el por qué.
Las demandas son: 1) La reducción y no más subida del precio de los combustibles; 2) Moratoria de un año en el sistema financiero para que las familias paguen sus deudas; 3) Precios justos en los productos del campo; 4) Empleo y derechos laborales; 5) No minería en territorios indígenas ni fuentes de agua; 6) Respeto a los 21 derechos colectivos; 7) No privatización de los sectores estratégicos; 8) Políticas de control y especulación de precios; 9) Presupuesto urgente para salud y educación; y, 10) Generación de políticas públicas de seguridad y protección.
El mantenimiento de precios bajos de los combustibles fósiles va en contraposición con la sustentabilidad de los recursos naturales, la moratoria de las deudas de empresarios, emprendedores. No explica por qué, ni quienes son ni el cómo. La minería solo en territorios no indígenas, atenta al sistema ambiental y es discriminatorio. ¿No que todos somos iguales? No privatizar los sectores estratégicos osea qué mismo quieren. Desean seguir exprimiendo a la vaca (estado) es muy fácil estar de ese lado y no en el lado del gobierno, para decir no. Como dije es incoherente. No hay una idea de modelo o estrategia para crecer para desarrollarnos, es solo oponerse por oponerse y la gana de figurar, una mente cortoplacista. Su fin es continuar en el pasado sin aprender del momento actual y de los problemas que habrá que resolver en el futuro. No han aprendido a vivir, a convivir, a cuidar la biodiversidad. Ella hace la diferencia, es un patrimonio intangible apreciado por los turistas globales. Sin lugar a duda, los Shamanes de las comunidades hubiesen escogido conversar, proponer, y si no hay oídos, ahí sí pues tomar medidas, pero no violentas, sin zánganos contratados.
Y en este ir y devenir estamos con las manos atadas. ¿No será que esta estrategia irracional, sin objetivo concreto es una manera de evitar que lo bueno que hace el gobierno se torne en base sólida para mejorar o solo quieren echar a la basura lo logrado?, ¿cuál es la mente maquiavélica que está tras bastidores?, ¿obedece a un plan diseñado para bajar al gobierno? Cuando la decisión no la toma el pueblo, sino la muchedumbre: lo dijo Polibio, es Oclocracia no democracia. Cuando el pueblo es manipulado y decide sin información, es el peor de los sistemas políticos, el último estado de la degradación del poder o sea degeneración de la democracia. La Oclocracia se nutre del rencor y la ignorancia. La ignorancia atrevida se la asocia con el Efecto Dunning-Kruger, la sobrevaloración del incompetente nace de la mala interpretación de la capacidad de uno mismo y la infravaloración del competente nace de la mala interpretación de la capacidad de los demás. Ésta es nuestra realidad. Un sabio refrán de los Les Luthiers nos queda como anillo al dedo “errar es humano, pero echarle la culpa a otro es más humano todavía”.
El país pierde, todos perdemos, el Banco Central del Ecuador y el Banco Mundial determinaron que los 12 días del mal llamado levantamiento indígena, le costó al país 822 millones de dólares y hasta ahora no hay un preso y los que había recibieron amnistía. ¡Viva la impunidad! El diálogo efectivo sobre la base democrática de que la mayoría de la población está en concordancia con las demandas, es el que hace oír la voz, no el que con violencia intenta bloquear el accionar del gobierno.
El gobierno ahora estima que el país se verá afectado en un 60% por este paro. Es de esperar que como no hay diálogo esperado por los indígenas, el paro indefinido tendría un alto costo, entre $1700 y $2300 millones. El cálculo realizado se muestra en el cuadro siguiente. Se usarán datos internacionales del PIB 2021.
El cálculo se basa en el PIB anual, de él se genera el PIB diario (360 días), el PIB día trabajado (254 días) y el PIB por hora trabajada. Si dura 10 horas el paro el costo será de $395,75 millones o 241,41 millones si solo dura el 50%. Si es indefinido al 100%, con 254 días laborables, el valor alcanza los $2.375 millones y el límite inferior será de $1675 millones, al 50% con 360 días laborables.
Al comparar estos valores con el gasto público en educación y salud los datos son alarmantes. El costo del paro indefinido significa entre 21 y 35 días del gasto en educación. En términos de salud implicaría entre 19 y 31 días de gasto. No es justo para nadie que esto suceda. Ni para el gobierno que tanto esfuerzo y compromiso le ha puesto a sanear la economía, ni para los ciudadanos que pagamos, ni para los empresarios, ni para los trabajadores, ni para los vulnerables, solo se benefician los informales y los corruptos. No es justo para nadie. Cuán necesarios son los Shamanes ahora. “Son seres con dones especiales, poseedores de gran sabiduría que reconocen a la Madre Tierra como un sistema de vida equilibrado, por ello efectúan la sanación como un elemento espiritual-energético dedicado a recuperar la luz, la sabiduría, el respeto a todos y a uno mismo. Que falta nos hacen estos sabios de la tribu.”[2]/
¿Quién termina pagando ese costo? Los niños de escuela y colegio, los enfermos, los adultos, los vulnerables atendidos por el gobierno, los beneficiarios de los bonos de gobierno, en fin, todos, excepto los políticos corruptos que logran salirse con las suya y los informales que los apoyan.
Es muy necesario pensar en la forma de actuar. No más egoísmo, ni afán de lucirse. Dejemos la ignorancia atrevida a un lado, debemos pensar en todos los ecuatorianos: indígenas, afroecuatorianos, montubios, cholos, mestizos y si hay algún blanco también. No podemos darnos el lujo de perder todo lo que el gobierno ha logrado en lo económico y en la vacunación.
Los caprichos y emperros de los políticos nos causan impacto negativo a todos. Los Shamanes nos hacen falta, mucha falta, los necesitamos.
[1] / Abel Gómez, presidente de la FENACOTIP, expresó al diario La Hora, que no han sido tomados en cuenta y por ello no apoyan.
[2] / de la Torre, P. 2021. Desacuerdo y contraste: Shamanes y Alquimistas en la política pública. Pg. 15.
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