El envejecimiento puede tener muchas más bondades de las que la sociedad y los estereotipos culturales se han empeñado en mostrar. Estamos en el camino hacia la madurez en positivo, pero aún queda mucho por hacer para disfrutar, y no solo aceptar, los cambios del cuerpo. Que de forma cultural el paso de los años se haya considerado algo negativo ha influido de forma determinante en nuestra salud mental. Así lo concluye la OMS: en uno de sus estudios se confirmó que una actitud negativa sobre el propio envejecimiento repercute de forma directa también en la salud física. Algo que, en el caso femenino, se ve agravado por estereotipos sociales que llevan incluso –según han cuantificado algunas investigaciones– a que la edad fijada para definir a una mujer como ‘mayor’ sea cinco años menor que en el caso de los hombres, incluso cuando su esperanza de vida es superior. Tal y como explica Marta Calderero, profesora de Estudios de psicología y ciencias de la educación de la UOC, es necesario que la sociedad tome conciencia de lo que implica este proceso y facilite un envejecimiento libre de convencionalismos: “La discriminación por edad y los estereotipos negativos tienen un mayor efecto en nosotras debido a la asociación errónea, que aún perdura en nuestra sociedad, de que la belleza corresponde únicamente a una imagen de juventud. Los estudios psicológicos alertan de que tiene un efecto negativo en la salud mental, física y social y en la vivencia de dicha etapa vital. Es muy importante prestar atención a nuestro bienestar de manera holística. Gracias a ello prevendremos problemas psicológicos como la ansiedad o la depresión y reduciremos el riesgo de sufrir problemas de autoestima o de imagen. Es muy preocupante que en la última década haya aumentado el número de mujeres de mediana edad y mayores que sufren trastornos alimentarios”.
Con todos estos datos sobre la mesa, la mujer no lo tiene fácil a la hora de aceptar los cambios que experimenta su cuerpo con la edad. Para la psicóloga Pilar Guerra Escudero, experta en trastornos de las emociones, es fundamental la actitud que se toma frente al envejecimiento ya desde edades tempranas, precisamente porque también es una cuestión educacional. “Si ella dirige su pensamiento hacia la idea de que, llegada determinada edad, lo único a lo que puede aspirar es al deterioro y a la pérdida de su salud mental y física, seguramente esto es lo que sucederá. La proyección a largo plazo de la vejez va de la mano de la ansiedad anticipatoria. El envejecimiento está en nuestra percepción y la percepción se educa. Es necesario trabajar la aceptación. El mal generalizado es que las cosas no se aceptan. Las transformaciones en el cuerpo son cambios, pero no a peor. Si se entiende así no tendremos por qué vincular el paso del tiempo con algo negativo” explica.
El concepto de autocuidado, del que tan necesariamente se ha hablado, cobra más sentido que nunca para fomentar la aceptación del paso del tiempo. Desde el físico a todo lo que abarca el espectro emocional. Y eso implica cuidarse también a nivel intelectual, con actividades que estimulan la mente, cultivar las relaciones sociales y dedicar tiempo a los sentimientos. Se trata de abrazar el camino, disfrutarlo y aprender a ver nuestro reflejo en el espejo de otra manera. Guerra Escudero insiste en la importancia de hacerlo sin despertar esa parte autocrítica tan inherente al sexo femenino. “No hay que pensar nada, hay que vivirlo, hay que sentirlo. Distorsionamos el pensamiento, somos seres más racionales de lo que deberíamos. Hay unos prejuicios, unas historias que nos contamos que forman parte ya de nuestro repertorio de creencias. Y al mirarnos en el espejo tenemos que hacerlo sin pensar y conectar con la corporalidad”, aconseja. Los cambios físicos en el cuerpo femenino pueden influir en su sexualidad, pero realmente es el condicionamiento psicológico el que juega en contra. “Debido a las ideas preestablecidas sobre el sexo en esta etapa, la autoestima y percepción de la imagen pueden verse muy afectadas. Es muy frecuente acabar sufriendo una profecía autocumplida. Es decir, haciendo lo que creemos que tiene que pasar dejamos de disfrutar de la sexualidad. Es importante alejarnos de dichas ideas erróneas y sentirnos absolutamente libres de hacer todo aquello que nos apetece y aporta placer”, explica Calderero. Y, lo más importante, la experiencia juega a favor. “Los cambios físicos no deberían interferir para gozar del sexo. Aceptándolos se puede disfrutar de él con la madurez y la pericia que proporcionan las experiencias vividas”, añade Guerra Escudero.
En todo este camino juega un papel determinante el lenguaje: es imperativo desterrar términos que identifican el paso de los años como algo contra lo que hay que luchar. Menos antiaging y más proaging. “Cambiar el lenguaje tiene emociones muy positivas tanto sociales como clínicas. Gracias a ello desaparecerá la gran presión externa que sufren las mujeres de mediana edad (y mayores) de tener que trabajar por una apariencia joven”, sentencia Calderero. Se trata de afrontar un envejecimiento adaptativo y sano, resaltando cualidades como la belleza real, la experiencia vital, la fortaleza y la sabiduría. Porque cumplir años es, precisamente, eso.
Texto original publicado en VOGUE
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