En este contexto poscovid, surge la necesidad de que las autoridades y los docentes respondan a los cambios que se han generado por la pandemia y cubran las necesidades de los estudiantes, que no son las mismas que antes.
En un estudio realizado por U-Report Ecuador en conjunto con el Ministerio de Educación, el 66% de adolescentes y jóvenes ecuatorianos encuestados mencionaron que es necesario cambiar los planes de estudios escolares como consecuencia de la pandemia. Los estudiantes indicaron tres principales aspectos:
1) modernizar el plan de estudio para las nuevas generaciones
2) incluir las TIC y garantizar su acceso
3) metodologías más dinámicas.
¿Cuál es el rol de los docentes con el retorno obligatorio de las clases presenciales?
Debe ser el mismo que lo caracterizaba antes de la pandemia, enseñar a aprender, impulsar el conocimiento, motivar y guiar; formar estudiantes capaces de enfrentarse a cambios, sin miedo a la innovación. Les corresponde a los docentes también fomentar su interacción social y cuidar su salud mental como parte fundamental del desarrollo del niño y adolescente.
Si bien es cierto que el rol no se modifica, el perfil sí. Se necesitan docentes resilientes, conocedores de herramientas tecnológicas, metodologías dinámicas y de la importancia de la salud mental.
¿Cuál es el desafío para los docentes?
Lograr cautivar a sus estudiantes para que mantengan el interés durante la clase; esto implica desarrollar nuevas estrategias que permitan a los estudiantes un aprendizaje dinámico, comprendiendo que los alumnos se acostumbraron a una actividad pasiva dentro de su vida personal y necesitarán de acciones efectivas que los impulse a asimilar el cambio. Es un arduo trabajo para todos los actores del proceso de formación académica.
¿Desaparecen los apoyos tecnológicos en una clase presencial?, otro reto para los educadores e instituciones educativas.
Los docentes perciben que el uso de estos apoyos está en función de la infraestructura tecnológica de las instituciones educativas y de la accesibilidad a equipos por parte de los estudiantes. Probablemente, las escuelas y colegios públicos serán las de menor acceso a dicha infraestructura.
Lo innegable es que, ante un cambio en el comportamiento y las costumbres de los estudiantes, quienes trabajaron durante dos períodos escolares con algún tipo de acceso a herramientas tecnológicas, resultará menos atractivo un diseño de clase sin los mismos y, por lo tanto, la puesta a prueba de la creatividad de los docentes por entornos de aprendizaje atractivos al alumno.
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