“La palabra resiliencia se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada. También indica volver a la normalidad”. (definicados.com). Sin embargo, en el ámbito de la psicología, el término resiliencia se aplica en forma integral, por años se pensó que la resiliencia hacía referencia a esa flexibilidad frente a las adversidades para volver al estado original, pero dada las características de las personas, difícilmente volvemos al estado previo a la crisis, nunca volvemos a ser los mismos.
Sabemos que nos encontramos en una época de cambios continuos, especialmente en los dos últimos años toda la humanidad se ha enfrentado a la crisis de la pandemia por Covid- 19 con todos los efectos que esta ha ocasionado. Muchas son las personas que se han visto sumidas en crisis económicas, familiares, emocionales, laborales y relacionales. El jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Ghebreyesus, advirtió que el mundo debe prepararse para varios años de traumas colectivos después de que termine la pandemia del coronavirus. (2021)
Pese al panorama desalentador, hay esperanza, pues las personas resistentes o fuertes, son aquellas que hacen de las experiencias negativas de vida una oportunidad para reestructurarse, reponerse y obtener éxito personal, en otras palabras, son aquellas personas que sacan una mejor versión de sí mismas.
El término inició en la física por Michael Rutter (1972), que hace alusión a la capacidad de ciertos cuerpos que luego de una fuerte presión vuelven a su estado original, pero en la actualidad existen muchas corrientes y tendencias para su análisis y planteamiento, ya sea en el área de la psicología, la neurociencia, desde el punto de vista social e incluso en el ámbito empresarial.
En psicología positiva, la resiliencia es la capacidad que tienen algunas personas de sobreponerse a situaciones difíciles que pueden experimentar en sus vidas, traumas como consecuencia de experiencias fuertes, pérdidas personales y materiales, fracasos, conflictos, agresiones físicas y psicológicas. Es decir, experiencias y dificultades que salen de la rutina y cotidianidad de vida e irrumpen con fuerza y pueden dejarnos desbastados.
Lo que hacen estos diferentes enfoques en realidad es realizar estudios que, en un momento dado, se vuelven complementarios y permiten tener una visión amplia de esta característica que, si bien no está presente en todas las personas, sin embargo, se busca promover y cada persona puede aprender a desarrollar la resiliencia, más aún en la época actual, la cual es característica de sucesos cambiantes, amenazantes y desestabilizadores.
Quienes han estudiado a Freud, pueden realizar una comparación paralela con los aportes de otras teorías, puesto que este, al estudiar la personalidad plantea que las personas poseemos características innatas de recuperación y defensa frente a situaciones traumáticas desestabilizadoras, a las cuales las denomina “mecanismos de defensa”. Además, dentro de estos, el mecanismo de “sublimación”, permite desplazar la pulsión (tensión, ira, dolor) de la situación amenazante y traumática, a situaciones o experiencias socialmente aceptadas y que por lo tanto traerán un componente gratificante para las personas.
Para la mayoría de las personas las crisis de la vida podrían afectar significativamente el estado de salud física y psicológica, no obstante, para las que tienen la capacidad de resiliencia, estas experiencias negativas de vida constituyen la oportunidad para reestructurarse, reponerse y obtener éxito personal. No se puede establecer a ciencia cierta los factores que inciden directamente en el desarrollo de la resiliencia, pero se puede considerar como la suma de factores, como las características de personalidad, el aspecto social y el entorno familiar.
La familia, el periodo de formación, las experiencias y formas de relacionarnos juegan un papel importante, los patrones de comportamiento de los padres; la forma de relacionarse entre los miembros de la familia o la manera en que ellos enfrentaron las crisis y problemas de vida. Así como la instrucción dada a los hijos en las diferentes circunstancias de sus propias vidas, desde que eran pequeños, así como la enseñanza dada para enfrentar y resolver los problemas desde los más pequeños e “insignificantes”, hasta los más complejos.
El diario de Ana Frank, muestra a una niña resiliente que pese a las adversidades es optimista, así como las experiencias plasmadas de Víctor Frank en sus varios escritos sobre sus experiencias en el holocausto, pues precisamente el compartir, el hablar, ya son formas de procesar nuestras crisis y llevarlas a un nivel superior de transmitir a los otros una voz de aliento y esperanza, puesto todas las cosas que llegan a nuestras vidas tienen un propósito superior si estamos dispuestos a descubrirlo.
Las personas frente a un conflicto o crisis tienen dos opciones: dejarse golpear, caer, paralizarse y/o retroceder o, por el contrario, levantarse, aprender, fortalecerse y emprender un nuevo camino, esto es ser resilientes, cuando tomamos una decisión en firme, pese a lo que estemos sintiendo. Sin embargo, la segunda opción no significa no caer y sufrir, ya que también se vive el dolor, la diferencia es que no permitimos que nuestros sentimientos dominen nuestra razón y empezamos a perseguir el propósito divino para nuestras vidas, lo cual nos hace trascender y ser de inspiración para otros.
En los resilientes no existen tiempos específicos de recuperación, pero definitivamente, son mucho más cortos que en personas no resilientes, especialmente en fracasos o crisis repetidas, porque ya se ha logrado un tiempo de aprendizaje e implementación de estrategias que van fortaleciendo el carácter y confiar que, si se lo logró una vez, se lo logrará nuevamente.
La persona resiliente no solo logra tener control de sus emociones, sino entenderse, recuperarse, reflexionar y plantearse varias opciones de vida y de salida para la situación en la que se encuentra. Por ejemplo, frente a un divorcio o separación, en lugar de quedarse en la posición de víctima y poner la energía en alimentar sentimientos de amargura y lamento, por la situación vivida o la persona que causó dolor, se consigue perdonar, superarse, disfrutar la nueva condición y plantearse metas para lograr la superación personal. Pues buscan demostrarse a sí mismos y a los demás lo valiosos y capaces que son de salir adelante.
Hay personas que han atravesado una crisis económica, pero han buscado y encontrado nuevas y creativas formas de generar ingresos. Incluso, hay víctimas de abuso y maltrato físico, sexual o psicológico que han logrado desligarse de la situación traumática, ya que decidieron revalorarse, aprender y no repetir patrones de comportamiento o formas de pensar que las lleve a situaciones similares en un ciclo de autoagresión y agresión a los otros.
Algunas características que nos permitirá saber si somos resilientes o trabajar en el desarrollo de ellas para serlo:
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