Un total de 79 instituciones públicas y privadas se encuentran aplicando sus planes piloto de retorno progresivo a clases presenciales, con un aforo del 30% de los matriculados. Adicionalmente, el 16 de diciembre, el COE Nacional autorizó las solicitudes presentadas por el Ministerio de Educación para el retorno de 204 instituciones educativas adicionales y 12 instituciones de educación superior. Sin embargo, de acuerdo a las nuevas medidas de restricción el retorno estaría planificado para el 18 de enero, pero la decisión podría modificarse, de acuerdo con la evolución de la pandemia en el país.
Pero, ¿estamos preparados para este retorno? Al parecer no, la vacuna es primordial para resguardar no solamente la vida de los niños, sino la de los docentes y no contamos con una vacuna oficial; al momento, lo que se hará es probar cómo va a funcionar y cómo se la va a distribuir. Por eso, sería apresurado decir que en enero habrá un retorno.
En diversos grupos de trabajo o discusión sobre soluciones a la educación en la que participo, representando a la organización internacional que presido en Ecuador o como docente de la UCSG, la respuesta que he escuchado de la Ministra de Educación, Monserrat Creamer, es de un retorno progresivo por sectores y necesidades para la continuidad del aprendizaje en niños y niñas de determinadas comunidades, considerando a la educación de los sectores más remotos, prioritarios para comenzar lo presencial.
Como punto de partida se consideran las escuelas unidocentes del sector rural donde la dinámica es muy diferente a ciudades tan grandes como Quito y Guayaquil. En este momento, un retorno organizado y ordenado es poco visible.
El pedido desde el Ministerio es que las instituciones educativas aplicaran el PICE (Plan Institucional de Continuidad a la Educación) para ir mapeando como podría considerarse un retorno a lo presencial, permitiendo a las Instituciones Educativas diagnosticar y construir con su comunidad educativa esta continuidad. El plan compuesto de tres fases: la primera diagnóstica para conocer los aspectos relevantes tanto en infraestructura que incluye el distanciamiento físico con todas las medidas de bioseguridad a aplicar.
Una segunda fase que se establece el retorno de los docentes a las instituciones educativas, considerada muy importante porque en ella se debe planear la continuidad del aprendizaje. Es decir, las diferentes estrategias y modalidades de aprendizaje que deberán diseñar para esta nueva realidad que será un poco: virtual, hibrida, mixta, o de cara a cara; en esta etapa los docentes podrán reinventar su rol creativo e innovador. Llegando a una tercera etapa donde los niños y las niñas, jóvenes se incluirán en grupos o por turnos a la institución de manera presencial, con objetivos claros y contenidos pertinentes para distribuir horarios y tiempos mínimos de permanencia en la institución.
La herramienta preparada por las autoridades se ve y suena muy prometedora, pero la realidad aún continúa siendo muy inestable para planificar a largo plazo o diseñar soluciones educativas muy estructuradas. Diez meses atrás aprendimos mucho, cuando enfrentamos la crisis sanitaria provocada por la pandemia con un sinnúmero de mejoras e innovaciones en cada uno de los sectores, donde tanto el docente como el estudiante no se detuvieron para alcanzar su objetivo, enseñar y aprender.
Contamos hoy con una educación virtual donde los servicios de video-conferencia han ganado mucho espacio, despertando en los docentes el ingenio a nuevas formas de enseñar, prevaleciendo la comunicación de estos softwares, para continuar con la educación. Hoy no contamos con un modelo específico ni pedagógico establecido, lo que se han incorporado son recursos tecnológicos a través de los cuales se ha garantizado la continuidad de la educación, aunque no hay un 100% de satisfacción y calidad en el sistema.
Uno de los desaciertos en este periodo puede ser las soluciones emergentes generalizadas que se implementaron, sin considerar la característica de cada sector educativo, considerando como solución la educación virtual o en pantallas como medios para la continuidad de la educación, excluyendo principios como lo universal, al no considerar los factores o condiciones de cada sector a los cuales se entrega el derecho a la educación.
Las plataformas no fueron las únicas soluciones, se implementaron otras que no necesariamente garantizaron el acceso a la educación, porque si se tuvo disminución y en otros casos índices de expulsión al modelo educativo emergente, por la complejidad en los contenidos. Una reforma curricular que fue ajustada desde la emergencia, la priorización de la emergencia, hasta la interdisciplinariedad de los aprendizajes. Hoy más que nunca es necesario la disponibilidad de contenidos que respondan a competencias para la nueva realidad, y que incluyan habilidades para este siglo. Urge una revisión profunda del currículo actual.
Generalizar y uniformizar la educación, pueden ser acciones sin sentido y desgastantes, porque a pesar de estar conscientes que cada estudiante tiene su ritmo de aprendizaje hoy debemos sumar su realidad, condición que le posibilita desarrollar destrezas necesarias para cada uno de sus aprendizajes. En conversaciones informales, con maestros del sector rural, señalan que el WhatsApp se ha convertido en el medio de enviar y recibir tareas, pero no necesariamente garantiza una conexión directa con el estudiante, sino con el padre de familia, que no cuenta con todo el acceso o los recursos para hacer las recargas de telefonía que se requieren, paciencia para descargar documentos y videos que los maestros seleccionan o preparan para promover el aprendizaje en los estudiantes.
En este momento de pandemia, que no ha terminado aún, debe primar la salud. De qué vale abrir los establecimientos educativos cuando de aquí a unos meses, tal como ocurrió en Alemania o en otros países del primer mundo, tengan que cerrar nuevamente las escuelas, después de intentar retornar a lo presencial.
Garantizar la continuidad de la educación es necesario y prioritario, el retorno a lo presencial debe ser gradual y responder a una necesidad en el contexto de esos estudiantes, donde está esa escuela; además de las condiciones de bioseguridad efectivas.
Aplicar la modalidad presencial, en tiempos de pandemia, implica que los lideres o gestores de la educación en cada institución diseñen e incluyan estrategias nuevas de enseñanza, para innovar la calidad de la educación; así enganchar a ese aprendiz (estudiante) al deseo de permanecer en el sistema educativo. Un sistema que te permita seleccionar y no repetir contenidos, porque esta pandemia ha despertado la necesidad de que los estudiantes tengan otras competencias, como: aprender a tomar decisiones, aprender a trabajar en equipo, aprender a escuchar, aprender a investigar y aprender a manejar sus emociones.
Regresar a lo presencial implica, hoy más que nunca, una educación hibrida porque la tecnología no llegó solo para resolver la situación educativa en la pandemia, sino que llegó para quedarse. Innovar es el compromiso de los actores de la educación, repensando como diseñar ambientes híbridos de aprendizaje en las instituciones, sin dejar a un lado el componente humano de una educación integral.
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