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En Nicaragua gobierna la tiranía

Carlos Estarellas Velazquez
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
lunes, noviembre 8, 2021
Con lo ocurrido en las elecciones del domingo, lo único que se demuestra es que hay dos concepciones: los que queremos vivir en un régimen democrático y los que quieren vivir en un régimen dictatorial
Tiempo de lectura: 3 minutos

Los resultados preliminares de las elecciones generales del domingo en Nicaragua sugieren que el actual presidente, el líder sandinista, Daniel Ortega ha ganado por una abrumadora mayoría(con el 74,99 % de los votos).

Con siete aspirantes a candidatos presidenciales de la oposición en prisión, acusados de «traición a la patria», Ortega partió con ventaja. Así, el mandatario en el poder desde 2007, logró una reelección junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.

Lo que sucede en Nicaragua es una completa tiranía y ocurre a vista y paciencia de toda la Comunidad Internacional. Unas elecciones fraudulentas en las que se debe intervenir, porque el presidente de ese país se ha encargado de encarcelar a todos los opositores, por lo tanto no hay una reacción interna fuerte. Las elecciones del domingo son un burdo y la Comunidad Internacional debe establecer los mecanismos de acción, para no reconocer a ese gobierno.

El presidente de EE.UU., Joe Biden, atacó con dureza el domingo el proceso electoral celebrado ese mismo día en Nicaragua. Cuando todavía no se conocían los resultados de una elección calificada de fraudulenta por parte de la Organización de Estados Americanos y buena parte de los países occidentales, Biden aseguró que Ortega y su mujer «han orquestado una pantomima de elección que no fue ni libre ni justa, y sobre todo no democrática».

Biden exigió al líder de Nicaragua que «dé los pasos para restaurar la democracia» y libere a todos los encarcelados de forma injusta. Si no lo hace, advirtió, «EE.UU., en coordinación con otros miembros de la comunidad internacional, utilizará todas las armas diplomáticas y económicas a su disposición para apoyar al pueblo de Nicaragua».

Las acciones contra Nicaragua son en primer lugar el desconocimiento de este gobierno, producto de unas elecciones espurias, tal como lo faculta el  derecho internacional. Y segundo, obviamente, aplicar las sanciones como las que ha anunciado los Estados Unidos, para que en el menor tiempo posible se convoque a elecciones libres. EEUU debe endurecer su línea en un país en el que reina la tiranía e inmoralidad y abogar porque las acciones también sean aplicadas por Canadá y la Unión Europea y de alguna manera, presionar la participación de Nicaragua, en el Tratado de Libre Comercio.

La legitimidad de las elecciones de Nicaragua ha sido puesta en duda también por grupos opositores y organizaciones defensoras de los derechos humanos debido a la falta de garantías sobre su transparencia. Falta el de los países latinoamericanos incluido el Ecuador. Esperemos que la Cancillería y el Gobierno emitan su pronunciamiento al respecto.

La única manera de que el gobierno de Nicaragua y la mujer de Ortega (Rosario Murillo), que es quien manda en ese país, entiendan sobre la ilegitimidad de las elecciones es con las sanciones y el desconocimiento del gobierno.  Vivimos en un mundo globalizado y no podemos cerrar los ojos ante lo que está sucediendo.

Ortega lleva más tiempo en el poder que cualquiera de los Somoza, la dinastía que duró más de 40 años en Nicaragua y que el propio Ortega ayudó a derrocar.

Es un falso revolucionario que ha utilizado al pueblo de Nicaragua de la peor manera, para obtener cada vez mayor poder y eso va en contra de todo sistema democrático. A eso se suman una serie de denuncias que, al momento, están paralizadas pero que, posteriormente, tendrán que analizarse.

Pero ¿qué pueden hacer los ciudadanos nicaragüenses al respecto? La respuesta es nada. Tienen el mismo problema de Venezuela porque, internamente, los poderes lo tienen Nicolás Maduro y en Nicaragua, Ortega. Un poder contra el que la Comunidad Internacional puede y tiene la obligación de actuar.

Con lo ocurrido, lo único que se demuestra es que hay dos concepciones: los que queremos vivir en un régimen democrático y los que quieren vivir en un régimen dictatorial, donde gobierna la tiranía.

La Comunidad Internacional no puede abandonar a Nicaragua y tiene que actuar, es imperdonable que no nos demos cuenta de lo que está pasando y solo cerremos los ojos.

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