Cada vez insisten más en ello los psicólogos: el apoyo social y las relaciones que mantenemos con nuestro entorno son un factor de protección de nuestra salud mental. El concepto ‘persona vitamina’ del que tanto se habla ahora –por obra y gracia de la doctora Marian Rojas Estapé, autora del libro Encuentra tu persona vitamina– tiene mucho que ver con la importancia de analizar y reflexionar sobre las relaciones sociales que mantenemos para alcanzar el bienestar emocional. No es casualidad que en las llamadas Zonas Azules –zonas del planeta donde hay una mayor esperanza de vida– se incida tanto en la vida en comunidad y en la importancia que tienen la familia y las relaciones sociales. Disfrutar de ellas, reír y sentirnos comprendidos también nos hace vivir mejor (y probablemente incluso más).
Para la psicóloga Verónica Valderrama Hernández, de MundoPsicólogos, las relaciones sociales nos aportarán bienestar en términos generales “siempre que nos sintamos escuchados, comprendidos, apoyados y respetados. Esto dará como resultado que podamos sentir bienestar emocional”, apunta. Por tanto, dedicar tiempo no solo a reflexionar sobre nuestro comportamiento y la relación que mantenemos con nosotros mismos sino también con los demás, será uno de los caminos para encontrar a esas personas que nos ayudan a alcanzar el bienestar emocional. Eso sí, insiste también en que el mundo y la vida en general no son estáticos y que, por tanto, todo lo que ocurre a nuestro alrededor modifica el contexto y las relaciones que mantenemos. Y esas relaciones también pueden pasar por malos momentos. “Por otra parte, el apoyo social es un importante factor para nuestra salud mental ya que nuestro autoconcepto se respalda también por la visión que los otros tienen de nosotros y de nuestras interacciones. Si no nos relacionamos o no tenemos relaciones sociales adecuadas, no recibiríamos contenido objetivo y positivo de nosotros mismos quedándonos en una visión más subjetiva y negativa de quiénes somos, no ajustándose con la realidad”.
“Es muy importante reflexionar sobre las relaciones que mantenemos con los demás tanto las que yo mantengo con ellos como las que ellos mantienen conmigo. Esto al ser bidireccional no podemos quedarnos solo con el qué me aportan los demás, sino que debemos ir más allá y ver qué les aporto”, explica Valderrama. Y añade: “También tenemos que tener en cuenta que el mundo no es estático, que continuamente están ocurriendo sucesos que modifican y cambian el contexto. Con esto me refiero a que no siempre, todos los días y de la misma manera tus relaciones sociales te van a aportar, habrá días que no aporten e incluso que resten pero eso nos va a pasar también a nosotros con esas personas. Habrá días que tu estes mal y esas personas te ayuden y viceversa, recordemos que una relación entre dos personas no puede existir de manera unidireccional”.
Evidentemente, tal y como apunta la experta, no se trata de analizar las relaciones como un tema de ganancias o pérdidas. Pero sí de intentar mantener relaciones sanas y tener en nuestro círculo personas que nos hacen sentir bien. “Estas personas nos permiten tomar nuestras decisiones y equivocarnos, aportándonos su apoyo y opinión sin intentar limitarnos. Por ello, se podría decir que las personas que nos suman escuchan, valoran y dan su opinión sin hacer un juicio de valor a la persona. Por tanto, no te hacen sentir juzgada y sí escuchada y entendida. Estas personas por lo general cuentan con empatía, escucha activa, lenguaje no verbal adecuado, comunicación asertiva así como otras habilidades sociales. Estas habilidades se pueden aprender y mejorar si las personas se lo proponen”, explica la experta.
No siempre se puede elegir a esas personas que nos suman y nos comprenden. Tal y como apunta Valderrama Hernández, “en muchas ocasiones no podemos elegir quién debe pertenecer a nuestro círculo: familiares, compañeros de trabajo… Pero sí podemos seleccionar quién nos gustaría que esté en nuestro presente y quién no nos aporta o resta en nuestro día a día y nos aleja del bienestar emocional”.
Al final, rodearse de personas que nos hacen sentir bien inicia una larga cadena de beneficios relacionados: equilibrio, mejor autoconcepto de nosotros mismos y, por tanto, mejor autoestima. “Nos sentimos comprendidos y con capacidad de comprender a los que nos rodean, y mejoran por tanto nuestras habilidades sociales y empatía. Nos sentimos bien por dentro y eso se refleja en nuestra conducta y comportamientos, creándose una retroalimentación positiva entre nuestro entorno social y nosotros”, explica.
Es importante recalcar que incluso las relaciones sociales que nos aportan bienestar pueden atravesar malos momentos. Y eso no significa que tengamos que desterrar de nuestras vidas esas relaciones. “Siempre va a haber personas que estén afectando a nuestro bienestar emocional, en mayor o menor medida, para bien o para mal, pero siempre. No hay que tratar esto como un tema de ganancias y pérdidas porque ganamos y perdemos continuamente. Si tu madre te dice que no te queda bien esa ropa eso afecta a tu bienestar emocional de manera negativa, pero no por ello vas a sacar a tu madre de tu vida. Existen miles y miles de situaciones en las que las relaciones sociales nos afectan de manera negativa a nuestro bienestar. Aquí habría que ver si ese malestar que nos causa esa relación o persona es un malestar significativo y si se extiende o no a lo largo de un tiempo prolongado pudiendo afectar a nuestra autoestima”.
La experta de MundoPsicólogos insiste en la importancia de la comunicación asertiva para expresar cómo nos sentimos y qué necesitamos, siempre respetando la visión del otro. “Es la manera para encontrar solución a los problemas con los demás. Si evitamos contar o decir algo a nuestros amigos por miedo a su respuesta podemos entrar en un círculo peligroso y dañino de comunicación pasiva en la que no digamos nada y permitamos que siga ocurriendo lo que nos genera malestar”, añade.
Hablar de relaciones sociales no es una cuestión de ganancias o perdidas. Es una cuestión de trabajar por construir relaciones sanas. Y eso implica también hacer este ejercicio cuando algo que nos dice otra persona nos genera malestar. “Podríamos preguntarnos estas dos cuestiones: ¿Cómo creo que está viviendo está situación él o ella? ¿Cómo lo viviría yo en su lugar? Es posible que la otra persona esté pasando por un mal momento y no sepa reaccionar como lo haría normalmente. Antes de asumir que está mal con nosotros debemos preguntarnos si está mal consigo mismo o con algún hecho que esté enfrentando. Después, plantéate preguntarle cómo se encuentra y si puedes ayudarle en algo”, recomienda la experta.
En ocasiones un mal momento en una relación –del tipo que sea– puede hacer que nos planteemos la necesidad de cortar dicha relación antes de que se convierta en tóxica. Pero es importante reflexionar antes de tomar una decisión. “Existen relaciones tóxicas de todo tipo, por ello lo primero es analizar si modificando nuestro comportamiento se pueden crear unas contingencias que nos permitan modificar esa relación y en función de ello tomar una decisión. Por lo que como primer paso es imprescindible analizar bien la situación y qué grado de malestar nos genera esa relación: si el malestar es leve o manejable, lo recomendable sería poder comunicarnos con la otra persona y llegar a un acuerdo. Sin embargo, si consideramos que esa relación es muy tóxica y causa un gran malestar, o incluso maltrato psicológico o físico, cortar con esa relación es la solución”, apunta.
Reír, compartir una sobremesa con amigos… son situaciones que podemos calificar como sanadoras por lo bien que nos hacen sentir. Pero es importante recalcar, tal y como recuerda la experta, que el apoyo social no puedes sustituir a las terapia psicológica si es necesaria. “En ningún caso nuestro círculo social debería considerarse una sustitución de una terapia, esto no quita que sea imprescindible tener un adecuado apoyo social pero su función no es la de una terapia. Cuando te relacionas con una persona de tu círculo social hay una visión o representación mental en cada uno de vosotros de cómo es la persona con la que te están comunicando. Esta representación se basa en vuestras experiencias y está ‘contaminada’ con juicios subjetivos y emociones de hechos que habéis vivido. Por tanto, no es una relación objetiva. Un buen psicólogo sí realizará una terapia objetiva, aplicará técnicas y terapias con validez empírica y sabrá analizar adecuadamente tu situación para que con su ayuda puedas encontrar la mejor solución para ti. Un buen amigo o amiga te dará su opinión, pero estará basada en su experiencia, gustos y personalidad, por lo que es muy posible que no sea lo que a ti realmente te genere el bienestar emocional necesario”, concluye Verónica Valderrama Hernández.
Texto original publicado en la revista VOGUE
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