El talibán recoge una linterna del suelo del hangar. Se la enseñó al periodista. “¿Ve? Está rota. Es una linterna que no vale más allá de dos dólares. Y la han roto antes de irse. Todo el aeropuerto está destrozado”, explica, señalando el resto del aeródromo. Y añade: “Solo han dejado basura”.
Un día después de que el último soldado estadounidense hubiera abandonado Afganistán, los talibanes permitían el paso al aeropuerto a la prensa para que viera las instalaciones y de paso denunciar que, en su retirada, el Ejército estadounidense había llevado a cabo la táctica de tierra quemada inutilizándolo todo. El talibán de la linterna comenta esto en un inmenso hangar en el que hay varias avionetas destruidas, aparcadas entre cientos de cascos de soldados, mochilas, cartuchos y chalecos antibalas abandonados ahí por los militares de EE UU. “Muchas de estas cosas podrían haber sido usadas por el pueblo afgano”, se queja.
En las pistas, los periodistas se encontraban con helicópteros de la fuerza aérea afgana también inutilizados o vehículos particulares usados por los militares y abandonados a su suerte. A muchos de ellos ni siquiera se acercaban los talibanes ni dejaban acercarse a los periodistas, alegando que podían esconder en su interior bombas de efecto retardado que podían explotar al encender el motor.
La comunidad internacional ha solicitado a los talibanes que abran tan pronto como sea posible el aeropuerto de Kabul para que puedan salir del país los miles o decenas de miles de personas que consideran ahora que su vida corre peligro. Pero, a juzgar por el estado del aeropuerto —y las denuncias de los talibanes—, el aeródromo no podrá volver a funcionar de un día para otro.
Tanto Turquía como Qatar están negociando con los extremistas gestionar el aeródromo. Parte de los expertos civiles encargados de hacer funcionar esta compleja infraestructura han huido y los talibanes carecen de personal cualificado para ponerla en marcha. Además, los islamistas denuncian que elementos esenciales como la torre de control no funcionan, ya que los militares estadounidenses la inutilizaron antes de irse. Por fuera parece intacta, sin rastro de bombazos o disparos. Por dentro, según apuntan los talibanes, el sistema operativo ha sido destruido.
Entrar al aeropuerto por la Puerta Norte, la que hasta el último momento estuvo controlada por los estadounidenses, significa en estos momentos salvar varios controles talibanes. Después, un paseo en coche por el interior del aeródromo es una sucesión de estropeados vehículos militares, cuando no quemados. El aeropuerto, mientras tanto, está mudo y vacío. A veces se ven talibanes yendo y viniendo en bicicleta o matando el tiempo pasándose un pelotón enorme de plástico en un retén.
Por la puerta principal, la denominada Abbey, la que sirvió en su tiempo para acceder a los pasillos y vestíbulos de las compañías de los vuelos comerciales, el espectáculo es igual de desolador. Esta es la puerta en la que se suicidó un terrorista el jueves 27 matando a decenas de personas.
Ahora, entrar por ahí tiene algo de fantasmagórico. No solo por el silencio que flota en toda la inmensa instalación. Al llegar a lo que hasta hace un mes eran las puertas de embarque, se ve el suelo lleno de maletas, ropas y bolsas pertenecientes a las personas que tuvieron que marcharse con urgencia. En las pistas también hay cientos de maletas y bolsas que atestiguan que los que se fueron huyendo de los talibanes lo hicieron con lo puesto.
Antes de acceder a las pistas, hay coches militares y furgonetas volcados, formando una barricada. Es una prueba de que el Ejército estadounidense temió un ataque frontal de los talibanes que arrancara desde la puerta principal del aeropuerto. Dentro de las pistas se ven aviones comerciales de la aerolínea comercial afgana Ariana Airlines, al parecer en buen uso. También está ahí, en medio de una pista, la escalera portátil que fue inmortalizada los primeros días de caos en el aeropuerto de Kabul cuando se encontraba llena de personas que pugnaban por acceder a un avión que salía de Kabul. Ahora, en medio de la pista, se encuentra llena de ropa y de basura.
Mientras, un equipo técnico catarí está ya operando en el aeropuerto afgano, informaba este jueves la cadena Al Jazeera, citando una fuente oficial relacionada con la aviación civil. Por el momento, este equipo se ocupa de calibrar hasta qué extremo están dañadas las instalaciones del aeródromo. Los primeros vuelos nacionales empezarán hoy y los internacionales “tomarán su tiempo”, añade la misma fuente.
Por otra parte, las autoridades de EE UU han confirmado el mal estado en que quedaron las instalaciones del aeropuerto, sin especificar destrozos o deterioro en áreas básicas para su funcionamiento como las torres de control del tráfico aéreo, informa María Antonia Sánchez-Vallejo desde Nueva York.
Un piloto contactado por la agencia France Presse refiere sin embargo la degradación de la terminal de pasajeros arrasada por el tráfago de miles de personas desde el 14 de agosto y que las salas de embarque, las torres de control y las diferentes pistas estarían deterioradas pero aún operativas.
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