(CNN Español) — El atentado terrorista perpetrado en el aeropuerto de Kabul en Afganistán, que dejó más de 100 muertos y 140 heridos, ha dirigido la mirada a un grupo terrorista con un nombre familiar: ISIS-K, que se atribuyó el ataque.
El Estado Islámico de Khorasan, también conocido como ISIS-Khorasan, ISIS-K, IS-K o ISIL-K, es una rama del grupo terrorista ISIS que surgió por primera vez en Siria e Iraq, y si bien las afiliadas comparten una ideología y tácticas, la profundidad de su relación con respecto a la organización y el mando y control nunca se ha establecido por completo.
El nombre del grupo proviene de su terminología para el área que incluye Afganistán y Pakistán, y que ellos llaman “Khorasan”.
Expertos indican que el grupo, conformado por algunos yihadistas veteranos de Siria y de otros lugares, ha reforzado su presencia en el este de Afganistán y ha formado células en Kabul.
Según un reporte de las Naciones Unidas (ONU) a pesar de las pérdidas territoriales, financieras, de liderazgo y de personal sufridas en 2020 en las provincias de Kunar y Nangarhar, Estado Islámico en Iraq y el Levant-Khorasan (ISIL-K) continúan representando una amenaza para Afganistán como para la región.
En total, se estima que hay entre 1.500 y 2.200 combatientes en Afganistán, pero ese número podría crecer pronto. Algunos combatientes de ISIS-K capturados estaban detenidos en prisiones cerca de Kabul, que los talibanes invadieron, a medida que su ofensiva avanzó.
En 2018, ISIS-K fue clasificado como el cuarto grupo terrorista más mortífero del mundo, cobrando más de 1.000 vidas, principalmente en Afganistán, según el Instituto para la Economía y la Paz, organización que monitorea el terrorismo a nivel mundial.
Oficiales de inteligencia estadounidenses dijeron previamente a CNN que entre los miembros de ISIS-K está “un pequeño número de yihadistas veteranos de Siria y otros combatientes terroristas extranjeros”, y dijeron que Estados Unidos había identificado a entre 10 y 15 de sus principales operativos en Afganistán.
Las figuras clave involucradas en la formación de ISIS-K incluyeron a desertores talibanes, como el miembro talibán Abdul Rauf Aliza, quien estuvo brevemente detenido en la Bahía de Guantánamo y fue asesinado en un ataque con aviones no tripulados de Estados Unidos en 2015 después de unirse a ISIS.
“Muchos de ellos son exintegrantes del movimiento talibán que se pegaron el parche de ISIS para autonombrarse como los más grandes y malos en la calle”, dijo a CNN Peter Bergen, autor del libro “The Rise and Fall of Osama bin Laden”.
Bergen explica que ISIS-K es un enemigo de los talibanes. “Los talibanes los están combatiendo. Realmente, ya sabes, es más una rivalidad local”.
A diferencia del grupo militante que ha tomado el poder en Afganistán, ISIS y sus afiliados tienen poco interés en la gobernanza política.
“Por una serie de razones, desde ideológicas a políticas y militares. Francamente, ISIS no cree en la agenda política. ISIS cree que solo Dios puede gobernar y aunque los talibanes están tratando de establecer un emirato islámico, eso es no es suficiente para ISIS. ISIS es un poco más extremo”, explicó a CNN el analista experto en terrorismo Colin Clarke, antes de que ocurrieran las ataques en el aeropuerto de Kabul.
Según Clarke, ISIS-K es más draconiano que los talibanes, ya que en las zonas que controlan, explica, imponen una estricta la ley sharía, y ejecutan a civiles y otros bajo la sospecha de ser espías.
“Quieren atraer y reclutar a los sociópatas más entusiastas del país. Y su tarjeta de presentación es esta, ya sabes, violencia rapaz y desenfrenada contra cualquiera que se interponga en su camino. Eso realmente les ayuda a incorporar a otros combatientes a la organización que tienen una mentalidad similar”, dijo Clarke.
ISIS-K tiene intenciones que se extienden más allá de las fronteras de Afganistán y Pakistán; tienen la intención de “establecer un comienzo del Califato en el sur y centro de Asia, que se expandirá a medida que los musulmanes de toda la región y el mundo se unan”, según CSIS.
Y su odio hacia Occidente, incluido Estados Unidos, también ocupa un lugar destacado en su agenda. ISIS-K “se ha burlado y ha amenazado a Estados Unidos en sus medios oficiales de comunicación y ha pedido [que se realicen] ataques de lobos solitarios en Occidente”, dijo la organización.
Según cifras de la ONU, ISIS-K lanzó 77 ataques en los primeros cuatro meses de este año.
El grupo ha llevado a cabo algunos de los ataques más mortíferos contra civiles en Afganistán, con varios atentados suicidas con víctimas en masa en la capital, Kabul.
Recientemente, el Estado Islámico de Khorasan (ISIS-K) se atribuyó este jueves la autoría del atentado suicida cerca del aeropuerto de Kabul e indicó que el nombre del atacante suicida es “Abdul Rahman al-Logari”.
El brazo mediático de ISIS, Amaq, proporcionó una foto de quien afirma que es el atacante e indicó en un comunicado que su “combatiente” fue capaz de superar todas las fortificaciones de seguridad, llegando a una distancia de “no más de cinco metros de las fuerzas de Estados Unidos”.
Sin embargo, el grupo terrorista no aportó ninguna prueba para respaldar la afirmación.
En la tarde de jueves, al referirse al atentado, el presidente de Estados Unidos Joe Biden dijo que “vamos a perseguir a los responsables y los vamos a hacer pagar, no pararemos la evacuación, esos terroristas de ISIS no van a ganar”.
El inspector general para la Reconstrucción de Afganistán, una oficina independiente creada por el Congreso de EE.UU, dijo en un reporte, que cubría los meses de abril a junio de este año, que “ISIS-Khorasan aprovechó la inestabilidad política y el aumento de la violencia durante el trimestre atacando objetivos e infraestructura de minorías sectarias para esparcir el miedo y destacar la incapacidad del gobierno afgano para proporcionar la seguridad adecuada”.
ISIS-K ha formado células en Kabul que han llevado a cabo una serie de devastadores ataques suicidas dentro y fuera de la capital afgana desde 2016.
Por ejemplo, en mayo de este año, ISIS-K atacó una escuela para niñas en Kabul y mató al menos a 68 personas, hiriendo a más de 165, según una evaluación de la Agencia de Inteligencia de Defensa citada por el inspector general. En junio, al menos 10 personas murieron y otras 16 resultaron heridas en un ataque contra la organización benéfica británico-estadounidense HALO Trust. ISIS-Khorasan se atribuyó la responsabilidad del ataque al campo en la provincia nororiental de Baghlan.
El grupo estuvo particularmente activo durante su apogeo alrededor de 2018. En julio de ese año, un atacante suicida de ISIS-K mató a 128 personas en un mitin electoral en Mastung, Pakistán, uno de los ataques más sangrientos en cualquier parte del mundo en 2018.
Según un informe del Departamento de Estado de EE.UU., el grupo dependió en gran medida en los atentados suicidas, misma táctica utilizada en los atentados del aeropuerto de Kabul el jueves.
El grupo disminuyó en fuerza después de que EE.UU. atacara a sus combatientes en toda la región. Pero en 2019, el general Joseph Votel, comandante del Comando Central de Estados Unidos, dijo a los periodistas durante una visita a Afganistán que aún representaban una gran amenaza tanto en la región como en el extranjero.
Y el Instituto para la Economía y la Paz advierte que, a pesar del declive del grupo, “se creía que todavía tenía células durmientes en ciudades como Kabul y Jalalabad”, y sus militantes continuaron representando una amenaza para los talibanes.
El grupo ha construido una presencia en el este de Afganistán en los últimos años, especialmente en las provincias de Nangahar y Kunar. En agosto pasado, el grupo atacó la prisión principal de Jalalabad, la capital de Nangahar, en un esfuerzo por liberar a decenas de sus partidarios que habían sido capturados por el Ejército y la Policía afganas.
Texto original publicado en CNN Español
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