En el panorama tecnológico ha surgido una “guerra” entre Apple y Facebook, dos gigantes que han realizado varios cruces de acusaciones, que centran su desarrollo tecnológico en la venta de dispositivos y publicidad, respectivamente; aunque Apple también ha incursionado en otros tipos de servicios digitales de diversa índole. El origen de esta guerra son los datos personales de los usuarios.
Actualmente la información digital es una de las mayores fuentes de ingresos, ya que posiciona en un lugar privilegiado a quien la posee. Cada una de las actividades que realizamos al conectarnos a la Internet, desde la lectura de una noticia, realizar una compra, consultar las redes sociales, dar un me gusta, hacer un comentario o publicar un post; todo genera registro de datos. Si bien es cierto, estos datos de manera independiente pueden carecer de significancia, al realizar la recopilación sistemática es posible convertirlos en información, permitiendo realizar un perfil del usuario, de sus preferencias, sus hábitos de consumo, sus rutinas, probablemente incluso detalles que realiza cotidianamente y no es consciente.
Con la evolución de la tecnología los celulares se han convertido en verdaderas computadoras y permiten realizar infinidad de tareas en conjunto a la gran oferta de aplicaciones existentes, y a su vez rastrean y almacenan mucha información acerca de su uso. A diario utilizamos muchas aplicaciones, en su mayoría gratuitas, gestores de correo, juegos, monitoreo de actividad física y salud, por nombrar algunas. Pero es necesario plantearse cual es modelo económico que permite que sean un negocio sustentable. En efecto, en su mayoría la publicidad permite que sean aplicaciones o servicios gratuitos. Habitualmente esa publicidad trata de ajustarse al perfil del usuario, geolocalización, preferencias, es decir, el perfil que ha construido a partir de la información recopilada anteriormente.
Desde hace ya bastante tiempo se ha discutido mucho sobre la privacidad y legitimidad de la recopilación de información del usuario, sin quedar establecido un claro límite de qué es permitido o no. Al comienzo, las aplicaciones hacían silenciosamente la recopilación de información, incluso sin permiso expreso del propio usuario, pero posteriormente debían informar sobre qué datos tiene acceso un servicio o aplicación, sin embargo, la mayoría de los usuarios simplemente acepta las condiciones sin haberlas leído.
Apple, en un intento de proteger a sus usuarios, ha implementado en su última versión de iOS 14.5 una funcionalidad “App Tracking Transparency” que permite al usuario aceptar o rechazar cualquier solicitud de una app al acceso de los datos personales. Parece una opción bastante buena, pero en la mayoría de los casos, si no se acepta, no se podría utilizar esa aplicación.
Esta circunstancia cambia las reglas del juego para el mundo de la publicidad, ya que las empresas ya no podrán generar perfiles de sus usuarios en base a las preferencias y su comportamiento, generando que la publicidad que pueda ofrecer será menos adecuada. Facebook, y al mencionar esta empresa, hay que recordar que WhatsApp e Instagram les pertenece, tiene su modelo de negocio en torno a la publicidad, y estima que el 80% de los usuarios no aceptarían ser rastreados, lo que implicaría tener un menor acceso a los datos de los usuarios, y con menos datos, se tienen menores oportunidades de perfilar a un usuario, y eso afectaría sus ventas. Desde la empresa afirman que podría afectar hasta el 50% de los ingresos de la industria publicitaria.
Las pérdidas se deberían al déficit de interés que ocasionaría para los anunciantes, quienes habitualmente trazan una estrategia de promoción en un segmento del público, su nicho objetivo, y en este caso, Facebook no les podría asegurar llegar a esos usuarios, y por tanto tampoco podría asegurar que la campaña publicitaria pueda cumplir con el objetivo que se haya marcado.
Una de las opciones que ha plateado Facebook, es que sus aplicaciones dejarían de ser gratuitas para aquellos usuarios que no aceptasen las condiciones, aunque esta opción sea quizás una manera de presionar, ya que si un usuario no acepta ser rastreado no significa que vaya a dejar de recibir publicidad, sino que está no será según su perfil basado en sus preferencias y actividad.
Este conflicto lo más probable es que desemboque en un nuevo panorama donde todos los actores tendrán que replantear las nuevas reglas del juego. De hecho, existen otras opciones de rastreo, y en realidad cada usuario y dispositivo poseen una huella digital que combina varios atributos del dispositivo, tales como el sistema operativo, el navegador usado o la dirección IP, entre otras características. Google por su parte ha planteado una alternativa: FLoC (‘Federated Learning of Cohorts’), un sistema basado en tokens que permite identificar las preferencias de los usuarios, y, según aseguran permite mantener la privacidad. La idea es que un navegador habilitado con FLoC recopile información sobre los hábitos de navegación y asigne a los usuarios a grupos formados por personas con historiales de navegación similares, y cada usuario compartiría una identificación que indique sus intereses a los anunciantes.
Por el momento seguirán las disputas y acusaciones, pues si bien Apple acusa a Facebook de apoderarse de los datos de los usuarios, esta lo hace a Apple de querer establecerse como monopolio, al no permitir la instalación de aplicaciones de mensajería y redes sociales de terceros.
Realmente el tema de la privacidad digital es bastante complejo, son muchos los servicios y dispositivos que se utilizan a diario, y que en muchos casos desconocemos que uso real hacen de los datos que almacenan. Un buen uso habitualmente debería retribuir a una mejor experiencia del usuario, sin embargo, esos datos en las manos equivocadas pueden ocasionar un grave daño.
En cualquier caso, esta situación está generando una mayor conciencia en el usuario, de manera que pueda decidir qué datos comparte sin vulnerar su privacidad y, en especial, evitar los abusos por parte de las empresas.
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