Creo que es importante primero definir a qué nos referimos con obligaciones de madre, es al cuidado de la familia que es el rol asignado socialmente a la madre o a las tareas domésticas. Si bien, las dos van de la mano, si se puede también pensar en están por separado: si se tuviera una persona que se dedique a estas tareas porque el rol de madre no es transferible.
Si pensamos en las tareas domésticas -que lamentablemente están ligadas al rol femenino de cuidado (cuidado de los hijos, de la casa, del esposo, de las mascotas, de todo) y ¿quién cuidad de ellas?; si se cansan, es más también tienen derecho a cansarse. Lamentablemente existe el prejuicio de que las madres que se dedican a la casa “no trabajan”, porque pasan en casa, como si el único trabajo que valiera la pena fuera el que se hace fuera de casa.
Si le pidiéramos a una madre que haga un registro de sus actividades y tiempos dedicados a las tareas de la casa para que su familia esté cuidada, bien alimentada, para que la casa esté bien mantenida, para que todos los miembros de la familia lleguen o cumplan a tiempo con sus actividades, tal vez necesitaríamos varias hojas para su registro. Tal vez dirán pero ahora que los niños están de vacaciones, tienen menos actividad, pero ¿qué hacen los hijos en casa, de quién depende que se porten bien, que se cuiden, que cumplan con sus responsabilidades, incluso que se diviertan, etc? De la madre.
Por otra parte, es importante tener en cuenta que no solo se trata de un cansancio físico, sino también de un cansancio piscológico, porque el rol de madre, el de cuidadora también genera un cansancio piscológico, para algunos autores tal vez debería hablarse de un cansancio emocional. Es ella quien debe cuidar, debe tranquilizar, velar por el bienestar familiar. Planteo una pregunta muy importante ¿quién vela por su bienestar?
Por otra parte, la misma sociedad asigna a las madres el rol de las “súper madres, las súperpoderosas” que nunca se cansan, que siempre están listas a responder y atender a las necesidades de las famiias, de todo tipo, desde brindar apoyo emocional hasta servir una comida.
Se habla del síndrome del quemado y del síndrome del aburrimiento para los ejecutivos; pero una madre de familia también puede experimentar esta condición. Tal vez se expresa de manera distinta, como en la queja “nadie me ayuda, a nadie le importa” y la queja se puede hacer constante y costumbre en el círculo familiar.
Nada justifica el maltrato a los hijos; pero el cansancio que llevaría a experimentar sentimientos negativos hacia estos y hacia la pareja, podría provocar reacciones negativas al sentirse agobiada por la gran cantidad de trabajo y más aún por la falta de ayuda, falta de reconocimiento al esfuerzo que realiza una madre de familia por el bienestar de todos los miembros de la familia. La situación podría ser sentida como injusta, generar insatisfacción en la madre de familia al punto de tener reacciones agresivas hacia los miembros de su familia (hijos, pareja); incluso hacia sí misma y autoagredirse y descuidarse de sí misma, de su apariencia, de sus relaciones y vinculaciones sociales. Y la tristeza genera ira, y la ira de una persona provoca la ira en la otra persona con quien interactúan y entonces la dinámica familiar se altera.
Muchas personas y tal vez algunas disciplinas hablan del instinto maternal, pero desde mi postura teórica como psicóloga se reconoce el instito de vida y el de muerte. Y tal vez el instinto maternal podría relacionarse con el de vida, porque una madre da vida a otro y desde su rol de madre también cuida del otro para que viva, pero para que otro viva primero debo vivir yo.
Escuchamos expresiones como “no quiero ser madre porque no tengo instinto maternal”, otros dicen lo contario “se me despertó el instinto maternal” cuando sienten los deseos de ser madre o cuando ven a una madre con su hijo y tratan de ayudar con su cuidado.
Todos nacemos de una madre, madre o su sustitua que nos cuidó y aprendemos desde esa misma experiencia a ser madres y lo expresamos cuando jugamos con muñecas, cuando cuidamos de mascotas, de cosas que queremos mantener con nosotros.
Más que el instinto maternal, podríamos hablar del rol de la madre al promover en los hijos autonomía, desarrollar sus capacidades para que sean autovalentes, que sean capaces -a las edades correspondientes- de atender sus propias necesidades, por ejemplo un adolescente que espera que mamá le pase o le lleve el vaso de agua a la habitación, porque está “cansado”. Tal vez podríamos también pensar en que se podría hablar de reducir el nivel de dependencia de los hijos hacia la madre, que es doloroso, porque nos llega un momento en que empezamos aperder nuestro trabajo de madres y entramos en angustia porque no tenemos en qué ocupar nuestro tiempo y entonces esto nos genera también malestar.
Tal vez las madres de familia deberían hacer un balance, y pensar en sus actividades como un trabajo remunerado o como si fuera un trabajo de oficina, es decir que tiene un horario, que puede delegar responsabilidades sobre todo y poder contar con ayuda. Si se habla de vacaciones, tal vez podrían decir algunas personas “nos tomamos vacaciones familiares” en las que también la madre sigue con su trabajo. Tal vez, por el tipo de trabajo no puede o una madre tal vez no puede querer tomarse unos 15 días de vacaciones fuera del hogar (como en el trabajo remunerado) porque su rol social y las responsabilidades asignadas no las puede dejar encerradas en un cajón, o no puede apagar la computadora, porque “nadie puede hacer la comida, arreglar algo, como yo o como mi mamá”. Entonces, descanso es tal vez tomarse un tiempo para dedicarse a sí misma, tomarse un tiempo para reflexionar, para planificar, tomarse un tiempo en la misma casa en el que ella pueda decir hoy voy a dedicarme a mí. Tal vez como familia, podrían organizar el día de mamá y no esperar a que sea el día de la madre, y así en el día de mamá ella recibirá cuidado, atención, ayuda, etc. Además también, es importante que las madres acepten que es posible que los otros miembros de la familia participen en los quehaceres de la casa aunque lo que hagan no sea tan “perfecto” como lo harían ellas.
No hay una receta, como la aspirina o como la cortisona para mejorar o arreglar o quitar los problemas propios de las relaciones entre las personas. Considero que lo más importante es aceptar a los hijos como son, evitar comparaciones entre los hijos y entre los hijos y los padres “cuando yo tenía tu edad, no podía…”. Aprovechar las fortalezas de los hijos, apoyarlos para que sus debilidades sean llevaderas y las pueda ir superando. Por otra parte también sería recomendable reconocerse como ser humano, como persona que tiene sentimientos, que se cansa, que se puede aburrir un día de atender la casa y que tiene derechos y que espera que algún momento pueda dedicarse a sí misma. Recuerdo un meme, de una madre de familia que vivía estresada y que de repente decidió un día dedicarse a ella misma. Otro punto importante es fortalecer la comunicación y aceptar que los otros pueden hacer las cosas, tal vez no tan perfectas como las hace mamá (diría como las hacemos las mamás) pero irán aprendiendo y bueno para eso estamos para enseñar a que los hijos y todos los otros miembros de la familia sean autónomos.
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