Siempre lo dicen, el conflicto entre Israel y Palestina es un conflicto complicado, tanto así que cuando se trata del conflicto, se comete a menudo el mismo error, se lo narra desde el “hoy” sin tomar en cuenta la larga historia entre ambos. Y es que además no se puede hablar del conflicto entre Israel y Palestina extrayendo lo sucedido de su contexto histórico. Sin ese contexto, podría resultar incomprensible el que el conflicto parezca no tener solución.
Por ejemplo, no se puede hablar de la creación del conflicto en su etapa moderna sin mencionar la Declaración de Balfour o la correspondencia entre Hussein y McMachon, todo ello acontecido con la Primera Guerra Mundial de fondo y los británicos intentándolo todo -incluso llegando a prometer el mismo territorio a dos grupos distintos- para desestabilizar al imperio otomano.
Tampoco se puede hablar del conflicto sin tocar la migración judía posterior a la Segunda Guerra Mundial. En un intento por expiar los horrores del genocidio durante el Holocausto, se dividió el territorio de lo que fuere Palestina de manera equitativa mas no proporcional para que esa tierra, doblemente prometida por la Biblia y por los británicos, pudiera convertirse en un hogar estable para aquellos que habían sufrido lo impensable.
Asimismo, no podemos tratar la declaración de Ben Gurion de creación del estado de Israel y su rapidísimo reconocimiento por parte de Estados Unidos sin situarlo en el contexto de la Guerra Fría. Quien reconociera primero a Israel como estado seguramente ganaría un aliado estratégico importante en una región geopolíticamente complicada pero atractiva. El mundo se dividía en dos y el balance de poder era una misión clave para la supervivencia.
Ese proceso en que se declara, reconoce y establece el estado de Israel es conocida como la Independencia por los israelíes. Sin embargo, al otro lado de lo que termina siendo una frontera bastante móvil, los palestinos bautizarían esa fecha como “la catástrofe” recordando que el nacimiento del estado de Israel deja desplazados y refugiados en Palestina y sus alrededores.
No podemos ignorar que ambos lados se han enfrentado en aproximadamente ocho guerras con territorio perdido y ganado ni la incursión e involucramiento de Hamas como actor político de por medio. No podemos tratar el conflicto sin mencionar que Hamas, grupo armado catalogado como terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea y la OEA es hoy un actor clave que eleva sus reclamos en forma de bombardeos y atentados desde Gaza. Hamas llega en un contexto post 9/11 para enlodar un conflicto que ya de por sí ha atravesado por varios intentos de mediación infructuosos. El crecimiento de los asentamientos no sólo no ayuda, sino que, además, ha frenado todo intento de negociación posible.
Todo esto debe ser mencionado para lograr comprender a breves rasgos lo que sucede hoy. Un dictamen de la Corte Suprema en Israel debía decidir si se desalojaba a familias palestinas de su hogar en un barrio en el este de Jerusalén, considerado por los palestinos no sólo como parte de Palestina sino además como la ubicación de la que sería la capital del futuro estado palestino. Este desplazamiento, además, se da en un pésimo momento, son las últimas noches de Ramadán. Lo que para Israel era un tema de bienes raíces para los palestinos era una afronta más, no estaban siendo desalojados sino nuevamente desplazados, forzosamente. Resuena “la catástrofe” en el imaginario público.
Además, no podemos hablar de lo sucedido sin mencionar a algunos de los actores involucrados. A medida que crecen los enfrentamientos entre palestinos e israelíes escalan las tensiones convenientemente tanto para Netanyahu como Hamas como grupo terrorista. Ambos vienen sufriendo derrotas en el ámbito político y este conflicto no hace más que darles la oportunidad de legitimarlos ante la opinión pública y dejar por sentado que ellos son los indicados para lograr imponerse sobre el otro.
En el caso de Hamas, el involucrarse proactivamente en el conflicto de Jerusalén con ataques sobre Israel fue provechoso ya que consiguió subrayar las diferencias entre su posición y la de la Autoridad Palestina. Ambos grupos argumentan representar los intereses de los palestinos, aunque en el caso de Hamas, esos intereses son principalmente los de los palestinos en Gaza. Donde la Autoridad Palestina prefiere interpelar a la comunidad internacional, Hamas prefiere las armas. A pesar de ello, la legitimidad de ambos es cuestionada por varios tanto en Palestina como en la comunidad árabe. Adicionalmente, los ataques de Hamas sobre Israel cumplen con el cometido de enfatizar las distintas capacidades armamentísticas y los efectos de los ataques de Hamas sobre Israel y de la IDF sobre Gaza. La destrucción en Gaza y el sufrimiento de los palestinos son la mejor propaganda para Hamas.
Por otro lado, para Netanyahu -que también viene enfrentando algunas derrotas en el campo político- estos ataques afianzan su categoría de “hombre duro” frente al terrorismo, el único que puede enfrentar los peligros que amenazan a Israel mientras la clase política se entretiene intentando formar gobierno. Él está “por encima” de eso.
Por último, no podemos hablar de lo ocurrido entre Israel y Palestina divorciándolo de la cultura popular y el lugar que dicho conflicto ocupa en la misma. Hace unos años, diez para ser exactos, era complicado hablar de Palestina. La guerra contra el terrorismo y la denominación de Hamas como grupo terrorista hizo que fuera casi imposible mencionar la causa palestina sin ser acusado de antisemitismo. Y es que en términos de identidad, Israel ha logrado confluir la identidad judía con la del estado moderno de Israel al punto que es difícil separar lo uno de lo otro. Una acusación, queja u observación sobre el comportamiento del estado israelí durante muchos años acarreó acusaciones de antisemitismo hacia esas voces críticas. Por eso, resulta verdaderamente interesante el vuelco que ha dado este conflicto en términos de opinión pública y cobertura de medios. Hoy, los medios han decidido decantarse por cobertura de lo sucedido en la mezquita de Al Aqsa, las calles del barrio de Sheikh Jarrah y los edificios derrumbados en Gaza además de lo que sucede en las calles de Israel.
Gran parte de este cambio e interés por el conflicto entre generaciones más jóvenes que quizás no recuerdan la última guerra del 2014 se da por el apoyo del movimiento Black Lives Matter que cambia la narrativa del conflicto. Donde antes sólo se veían islamistas, ahora se ven también personas. Ese cambio de enfoque logra que incluso Estados Unidos presione a Israel hacia un cese al fuego que, probablemente, no dure lo suficiente. Sólo hasta que la Corte Suprema de su veredicto final.
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