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El Covid-19 y las fiestas clandestinas
Juan Tibanlombo (+)
Dialoguemos EC
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miércoles, mayo 12, 2021
Hay una lucha enconada por las vacunas ya desarrolladas, pero si no hay responsabilidad para evitar las fiestas clandestinas o seguir las medidas de bioseguridad será muy complejo lograr la llamada inmunización de rebaño...
Tiempo de lectura: 2 minutos
Tags:La India batió un nuevo récord de muertes en un día por el Covid-19 durante esta semana, con 4.205 fallecidos, y ya supera los 250.000 muertos desde que se inició la pandemia. El número de contagios en las últimas 24 horas de esta segunda ola superó los 348.000.
La segunda ola de Covid-19 en la India ha sido devastadora y no hay indicios de que la situación vaya a mejorar, según la cadena CNN. Por el contrario, hay evidencia de que el virus se está propagando rápidamente a las zonas rurales, mientras el mundo intentar regresar a la nueva normalidad.
Y en el Ecuador nada hace presumir que las cifras estén bajando, al igual que en la mayoría de países de América Latina, pese a las nuevas restricciones de movilidad. El confinamiento decretado el pasado 23 de abril hasta el 20 de mayo solo ha servido para parar la curva en algunas provincias, no para reducirla.
En Quito, por ejemplo, entre el 21 de abril y la semana pasada, la espera por una cama en las unidades de cuidados intensivos (UCI) pasó de 168 pacientes a 135 y para hospitalización, de 57 a 44 personas. Según la Secretaria de Salud del Municipio, si bien hay una disminución, la cifra en las camas de las Unidades de Cuidados Intensivos sigue siendo sumamente alta porque hay el 97% de ocupación.
La causa principal: las fiestas clandestinas. ¿De qué sirve la restricción a la movilidad durante el fin de semana si hay libre movilidad de lunes a viernes? Los fines de semana se pasan a lunes y martes o miércoles y jueves. ¿Un paro de los transportistas que no mejoran la calidad del servicio es lo adecuado para cumplir las medidas de bioseguridad? De seguro, no.
Las nuevas cepas del virus son el mayor dolor de cabeza del mundo y de las grandes farmacéuticas que desarrollaron en tiempo récord vacunas por las que se pelean los países. Hay una lucha enconada por las vacunas ya desarrolladas, pero si no hay responsabilidad para evitar las fiestas clandestinas o seguir las medidas de bioseguridad será muy complejo lograr la llamada inmunización de rebaño.
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El autor
Juan Tibanlombo (+)
Editor General de Diario HOY hasta su cierre ordenado por la Superintendencia de Compañías, autor de libros como FARC, ¿en Ecuador? y coautor de libros que han abordado casos de impacto en Ecuador como el de la estafa del notario Cabrera... Ha incursionado en la novela, El Demonio de Laplace, que está en Amazon.
Estimado Juan, permita anotar un punto de fondo en el que se debe machacar: LA RESPONSABILIDAD DEL CONTAGIO ES DE CADA INDIVIDUO indisciplinado que no acata las normas de distanciamiento, sino que más bien se empecina en ellas. El gobierno no puede ser responsable ni corresponsable del uso que cada individuo da a su LIBERTAD. Este individuo no tiene derecho a pedir nada del estado, sino a pagar las consecuencias de su indisciplina
Donde ha fallado el Estado, no solo el gobierno, es en no contar con una política de salubridad y con planes y programas puntuales de activación para enfrentar un fenómeno como el presente, Si bien en el siglo pasado tuvimos a profesionales responsables como el Dr. Plutarco Naranjo y otros de primer orden en el manejo de la salud y previsión social, en el siglo presente, solo lamentamos la estela de irresponsabilidad y corrupción de unos tales que dicen ya están en la oposición a un gobierno que ni siquiera se ha posesionado; siendo que nada hicieron para asegurar al Ecuador una institución de salubridad ni medianamente adecuada y atenta a dar respuestas. Nada de eso, todo está abarrotado, putrefacto y buscando culpables donde no hay.
Este momento, es inaceptable que un tal COE se crea el responsable de este problema gigante, afectando de manera drástica la supervivencia de la economía individual, en un país donde la informalidad de alrededor del 70% debe salir a la calle a ganar un mendrugo de pan día a día, pero se ve impotente confinada a sus cuatro paredes de hacinamiento miserable, que descubre una llaga social ahondada por la dilapidación del erario nacional.