El triunfo de Guillermo Lasso en Ecuador no garantiza el fin de la pesadilla del chavismo que ha significado para América Latina. Su máximo representante en el país, el expresidente Rafael Correa, ahora quiere aparecer como la Caperucita Roja, en lugar del lobo feroz con el que se pintó el rostro cuando amenazó a casi todo el país con venganzas sin tener asegurada la victoria de su alfil, hoy desaparecido de la escena política; el llamado a liberar a Jorge Glas, sentenciado por casos de corrupción relacionados con los sobornos de Odebrecht. Pero en las dos versiones más famosas del cuento de hadas, de Charles Perrault y los hermanos Grimm, Caperucita Roja está lejos de ser una niña dulce, a pesar de que en la primera peca de ingenua y en la segunda de malvada.
En la versión de Parrault, Caperucita Roja es una niña que quería mucho a su abuelita; un día su madre le da una cesta con comida para su abuelita enferma. En el camino se encuentra con el lobo feroz que la reta a una carrera hasta la casa de la abuelita. El lobo conoce dos caminos, el largo y el corto; la engaña diciéndole que tome el corto y que él tomaría el largo; la niña sin saberlo va por el camino largo. Cuando Caperucita llega a la casa, el lobo se hace pasar por la abuelita y la invita a estar en la cama con él.
Caperucita Roja – ¡Abuelita, qué brazos más grandes tienes!
Lobo Feroz – Son para abrazarte mejor.
Caperucita Roja – ¡Abuelita, qué piernas más grandes tienes!
Lobo Feroz – Son para correr mejor.
Caperucita Roja – ¡Abuelita, qué orejas más grandes tienes!
Lobo Feroz – Son para oírte mejor.
Caperucita Roja – ¡Abuelita, qué ojos más grandes tienes!
Lobo Feroz – Son para verte mejor.
Caperucita Roja – ¡Abuelita, qué dientes más grandes tienes!.
Lobo Feroz – ¡Son para comerte mejor!
El Lobo Feroz se lanza sobre Caperucita Roja y se la come.
En la versión más edulcorada de los hermanos Grimm, Caperucita Roja es una niña pequeña que grita en el momento previo del ataque. Un leñador que estaba cerca rescata a la niña, mata al lobo, le abre la panza y saca a la abuelita, milagrosamente viva. En una segunda versión, Caperucita Roja y su abuela atrapan y matan a otro lobo, esta vez anticipando sus movimientos gracias a su experiencia con el anterior.
Esa ocasión, la niña no salió del camino para recoger flores; su abuela cerró bien la puerta para mantener al lobo fuera, y cuando acechaba, hizo que Caperucita pusiera una caldera debajo de la chimenea y la llenara con agua hirviendo donde cocinaba unas salchichas; el olor atrajo al lobo, que bajó por la chimenea y se ahogó.
El chavismo siempre ha jugado el papel de la niña buena, pero también de la persona que tiende trampas para acabar con sus llamados enemigos a los que tacha de lobos feroces, a pesar de que son los únicos lobos feroces disfrazados de caperucitas cuando les conviene. Así ha logrado sostenerse en el poder en Venezuela.
Uno de los últimos capítulos es la amenaza del cierre de un medio más, El Nacional, que pretende ser expropiado por el segundo al mando de ese régimen, Diosdado Cabello, por supuestamente difundir información falsa aunque hasta ahora no ha sido desmentido el vínculo de la cúpula del chavismo con el narcotráfico.
El régimen de Maduro ha usado y usa a la justicia para silenciar a sus críticos, porque no acepta otra verdad que la suya. Y con la condena de un Tribunal oficialista a pagar una indemnización de $13 millones simplemente está obligando al cierre y la expropiación de un medio de comunicación. No es el primero ni será el último en ese régimen. Es el camino que le habría tocado transitar al Ecuador en caso de haberse confirmado un triunfo del correísmo, que deseaba volver con sed de venganza.
El expresidente Correa ahora culpa a otros de de derrota y llama al diálogo calificándose como la primera fuerza política, pese a que en la mira ya tenía amenazados a cuatro medios de comunicación. ¿Quién es el expresidente Correa, Caperucita Roja o el lobo feroz? La historia lo está juzgando, pero para que no toda la votación anticorreísta caiga en saco roto las élites empresariales necesitan poner su parte. Esa será la única forma de salir de las amenazas disfrazadas de diálogo de los representantes del chavismo en Ecuador.
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