Una inflación negativa en el caso actual es, básicamente, producto del deterioro del empleo y del consumo. La teoría de Phillips señala que una mayor o menor inflación es producto de las variaciones del desempleo; por ello las empresas cuando hay poco consumo reducen los precios de sus productos para incentivar la compra, en especial cuando no hay el ingreso suficiente que permita acceder a algún bien específico.
El concepto de inflación indica que es la variación de los precios. En Ecuador se mide por medio del Índice de Precios del Consumidor (IPC), este abarca muchos bienes dentro de la economía, y dependiendo del decrecimiento de la demanda e incremento de la oferta de su gran mayoría, implicará el descenso de los precios.
Los países con autonomía monetaria como los latinoamericanos afrontan el decrecimiento económico con la devaluación de su moneda; esto lo hacen para poder competir en el mercado internacional con comercialización de productos homogéneos, pero más económicos que los de la competencia. Sin embargo, esto implica mayor inflación diferente al caso ecuatoriano de una economía dolarizada.
Las economías que actúan sin autonomía monetaria como las dolarizadas o en el caso de los países de la zona euro, la única herramienta macroeconómica es la política fiscal, lo que los vuelve vulnerables a afrontar las crisis y a que el comportamiento de los precios se ajuste a las fluctuaciones del mercado. Es decir, que el decrecimiento económico y las restricciones en la política monetaria condicionan a la caída de los precios.
A inicios de la pandemia, en marzo de 2020 y en pleno confinamiento, la inflación se incrementó en aproximadamente 0.18%, por las expectativas de los consumidores que buscaban demandar ciertos bienes anticipadamente ante el desconocimiento del futuro de la oferta, lo cual provocó un incremento de los precios.
Posterior al confinamiento, se generó un deterioro de la liquidez de las empresas por el periodo que no pudieron operar libremente y generar ingresos como lo hacían antes de la cuarentena, lo que condujo a las empresas a tomar medidas como la reducción de personal, haciendo que las personas pierdan los ingresos para adquirir los bienes que necesitan. Por ello, las empresas se ven en la obligación de disminuir los precios a fin de que los ciudadanos puedan acceder a ellos.
Esta es la situación que se vive en la pandemia y pese a que varias personas ya están consumiendo aún persiste la contracción del consumo por las restricciones impuestas por las autoridades estatales, que limitan las operaciones y las actividades productivas. Un ejemplo claro, fue lo que se vivió en el mes de diciembre. En una situación normal, se genera una mayor inflación producto de un crecimiento de la economía ecuatoriana en este último mes del año, pero por las restricciones de movilización el consumo no llegó a los niveles esperados en el último trimestre.
Las medidas para reducir los contagios por Covid-19 muchas veces son abruptas, donde no solo afectan al empresario en la comercialización de los bienes y servicios, sino también a los costos que deben asumir por el inventario previamente adquirido con deuda con proveedores o acreedores financieros, lo que lleva a las empresas a disminuir los precios para tratar de obtener ingresos y mermar el impacto económico. Y eso ocurre hasta la actualidad.
Tenemos un nuevo presidente electo, pero hay un escenario de incertidumbre en el horizonte económico por el cambio de años de gobiernos pasados, donde se destaca el libre mercado que contempla la reducción de impuestos que podría generar un incremento considerable del consumo. Pero, no se puede dejar a un lado la preocupación por los ingresos tributarios en el corto plazo para estabilizar el presupuesto fiscal, y en la situación en la que se encuentra Ecuador se necesitaría financiamiento externo, donde se deberá considerar los intereses y plazos, con la finalidad de tratar de buscar la mejor opción para incrementar la liquidez ecuatoriana.
Uno de los puntos importantes en la situación económica de los países de América Latina es que no solo la emisión de paquetes económicos, el tratamiento del gasto público y los ajustes impositivos contribuirán a la recuperación de las economías, sino que se necesita el tratamiento y/o eliminación de la pandemia, y cuando eso ocurra las personas podrán ejecutar con libertad sus actividades económicas y volver a consumir. Este es el aspecto más importante para decidir si habrá o no recuperación económica.
Sin embargo, la recuperación económica en el Ecuador puede ser más tardía que en otros países, por la forma en la que se ha llevado hasta la actualidad el proceso de vacunación, comparado con otras naciones de la región y el mundo. De eso va a depender mucho la recuperación de la economía, y se debe fortalecer la dolarización, la cual representa ciertas restricciones en los costos de competitividad a nivel regional, pero que a su vez permite tener estabilidad en el control de los precios y mitiga la incertidumbre de inversión extranjera, la cual debería acompañarse con la reducción de impuestos que merman la competitividad internacional en ciertos sectores de la economía, como lo es el impuesto a la salida de divisas que no sólo afecta al consumo de aquellas personas o consumidores de bienes del exterior, sino también incrementa los costos del turismo y transporte ecuatoriano.
Tenemos un decrecimiento de los precios, pero no podemos decir que esto va a continuar en el tiempo, tal vez hasta un siguiente trimestre. La economía se tiene que recuperar, debido a que el problema actual más que este comportamiento de los precios es el decrecimiento económico. Normalmente, la economía debería tener niveles de recuperación mínimos para los siguientes trimestres, pero lo que se refleja en la actualidad es que es producto no sólo de un confinamiento del año anterior, sino también de las restricciones actuales que crea un escenario de incertidumbre para los empresarios en sus decisiones de inversión, que abarca tanto la forma de operar como la contratación de personal.
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