“Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19” es el tema analizado por ONU Mujeres por el Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo de 2021. El tema alude a los enormes esfuerzos que realizan mujeres y niñas en todo el mundo para forjar un futuro más igualitario y recuperarse de la pandemia de la Covid-19.
La pandemia ha puesto a prueba todas nuestras formas y rutinas de vida, que antes teníamos las madres trabajadoras o amas de casa, las mujeres científicas también han estado en esta prueba en este cambio de paradigma, de forma de vida y al cumplirse un año de pandemia, se ha quintuplicado el rol de la mujer en todos los ámbitos.
Si está en teletrabajo también está a cargo de los hijos, de su educación, en especial si son niños. En el caso del trabajo presencial, los niños, muchas veces, han tenido que quedarse solos. Cuando la madre vuelve a la casa, debe continuar con sus actividades, con los quehaceres que ya eran parte de la rutina diaria pero que aumentaron porque ahora hay un proceso de desinfección, que antes no teníamos.
Las mujeres se encuentran en la primera línea de la crisis de la Covid-19 como trabajadoras de la salud, cuidadoras, innovadoras y organizadoras comunitarias. También están entre los líderes nacionales más ejemplares y eficaces en la lucha contra la pandemia.
Quienes se encuentran en primera línea de atención se han separado de sus seres más cercanos al hacer un confinamiento, un aislamiento y así prevenir un contagio. Y cuando ha ocurrido las invade un sentimiento de culpa, al ignorar cómo, cuándo o quién las contagió, frente a una ola de irresponsabilidad como la ocurrida en Esmeraldas donde, después del feriado y del constante incumplimiento de las normativas por parte de los ciudadanos, ahora los hospitales están saturados.
Son extremos o polarizaciones que ponen la vida de toda la sociedad al límite y las mujeres en su rol de madres responsables del hogar han visto quintuplicada la carga emocional, a lo que se suman las tareas de la casa, la comida, la limpieza, el cuidado de los niños o de los adultos mayores, y, además de todo esto, según la tradición, ser el pilar de la familia. La crisis ha puesto de relieve tanto la importancia fundamental de las contribuciones de las mujeres así como las cargas desproporcionadas que soportan.
La madre y la mujer no se pueden desmoronar, deprimirse y quedarse en cama, simplemente no se lo permiten a sí mismas.
Independientemente de las situaciones de trabajo, que han afectado tanto a hombres como mujeres, con un crecimiento exponencial del desempleo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha previsto que este próximo año aparecerán serias secuelas en la salud mental de las personas, porque hay un desbordamiento de cargas emocionales que pesan más que nada en las mujeres, a nivel de familia y hogar. Las relaciones se han vuelto tóxicas porque los roles y la distribución de las tareas del hogar no eran equitativas antes de la pandemia y durante ella, se acrecentó esa carga sobre la mujer.
Sin embargo, en el campo de las ciencias, las mujeres empiezan a ser protagonistas, aunque dentro de ese protagonismo también reciben acusaciones que llegan a ser desgastantes. Quienes han estado en ese escenario político en los últimos meses son linda Guamán y Ximena Abarca, por ejemplo, quienes entraron a colaborar con el Municipio de Quito a nivel técnico en salud y ahora tienen un grillete.
En el mundo científico también existen los sesgos y figuran de manera tradicional los hombres, la pandemia evidenció que hay investigadores hombres y mujeres con un talento, a la par de los científicos de los países desarrollados.
Pero, tenemos una brecha que no cambiará de la noche a la mañana. En Latinoamérica prima el populismo con una figura de patriarcado. En Europa el mayor ejemplo de liderazgo femenino es Ángela Merkel, quien ha dejado el poder en las condiciones más sencillas posibles, una mujer con una trayectoria de funcionaria pública, sin servicio doméstico o a quien no le importaba repetir un traje, pero es un ícono femenino. Esto no ocurre en América Latina y no porque no hayan lideresas, sino porque ellas no logran escalar en los liderazgos más importantes del país y ocupar cargos de presidente, vicepresidente o representantes de la Asamblea. Y, cuando una mujer escala en el poder es cuestionada de la manera más visceral, al poner en duda cómo llegó hasta allí, en lugar de profundizar en su conocimiento.
El populismo arraigado en América Latina trae líderes que no ofrecen cambios sustanciales, que piensan que el pueblo es ignorante. Dentro de esta categorización de pueblo incluso se cree que la masa va a adorar a un líder, a un caudillo, a un populista porque entrega algo de comida o cosas tangibles que, a la larga, no generan riqueza o productividad.
En las últimas elecciones, los binomios que pasaron a segunda vuelta son hombres. Yaku Pérez tenía un binomio mujer: Virna Cedeño, una bióloga, investigadora con un PHD en Biotecnología Molecular, una figura con un perfil técnico pero ausente en estos momentos de puja por pasar a la segunda vuelta.
En la política ecuatoriana, se mantiene la figura populista que sale de la filosofía de creer que llegará un caudillo, un Dios que nos salvará de la pobreza entregándonos dinero, camisetas, víveres y con eso se solucionan los problemas. Hay que trabajar mucho en desarraigar el populismo, en creer que la figura no puede ser un solo caudillo, cuando debería ser una propuesta política no delegada por una persona, sino por un grupo por una corriente que involucre a hombres y mujeres.
Todavía queda mucho por trabajar y en hacer que los hombres se conviertan en líderes feministas, que valoren a la mujer empezando por sus madres, a sus compañeras de vida, en su derecho de tener una opinión divergente. Cuando decimos que las mujeres son los pilares del hogar no necesariamente son las proveedoras económicas, realidad que ahora es más habitual, lo son porque tienen esta ecuanimidad a la hora de administrar, de generar consensos en la familia y en la estructura más íntima del hogar.
A raíz de la pandemia de la Covid-19, han surgido nuevos obstáculos que se suman a los de carácter social y sistémico que persistían antes y que frenan la participación y el liderazgo de las mujeres. En todo el mundo, las mujeres se enfrentan a un aumento de la violencia doméstica, a tareas de cuidados no remunerados, al desempleo y a la pobreza. Si bien a nivel del campo de la ciencia, las mujeres han estado más visibles, con el confinamiento en el hogar ha crecido la violencia, según las estadísticas del COE-N y la Fiscalía, porque las mujeres están viviendo con sus agresores y pasan más tiempo con ellos.
La salud mental de todas las personas de diferentes edades ha sido trastocada al tener que vivir un encierro y tener miedo a un enemigo silencioso e invisible. Se atraviesa por un duelo completamente extraño y difícil de asimilar.
Lo importante es expresar emociones y aprender a canalizarlas. No siempre podemos estar positivos, mantener nuestra rutina, cumplir con el trabajo o ser buen estudiante. Al cabo de un año de pandemia, debemos evaluar y agradecer por lo que hemos logrado conservar y ganar, llorar por lo que perdimos, abrazarnos con los más cercanos y proyectarnos en el presente controlando el miedo.
De acuerdo con ONU Mujeres para defender los derechos de las mujeres y aprovechar plenamente el potencial de su liderazgo en la preparación y respuesta ante una pandemia, se deben integrar las perspectivas de las mujeres y las niñas en toda su diversidad en la formulación y aplicación de políticas y programas en todas las esferas y en todas las etapas de la respuesta y la recuperación ante una pandemia.
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