A finales del 2019, en China se reportaron los primeros contagiados por el nuevo coronavirus y en pocos meses se convirtió en pandemia. En la última semana de septiembre, el número de muertes por Covid-19 alcanzó la cifra del millón, con América Latina y El Caribe a la cabeza y 9,5 millones de contagiados en el mundo. Y la cuenta no para.
El alcance que ha tenido el virus, ha provocado un cambio drástico en algunas personas, al pasar del miedo a la fobia y lo que es peor, a la germofobia o misofobia. Definiéndose la fobia según la Asociación Americana de Psicología como un miedo persistente e irracional a un objeto específico, actividad o situación, el cual es excesivo y falto de razón tomando en cuenta las condiciones reales de la amenaza; no hay que confundir la fobia con el miedo, que es algo más natural y permite tomar acciones preventivas frente a una probable amenaza, la fobia es obsesiva y compulsiva de forma irracional y persistente.
La germofobia o misofobia es un miedo a los gérmenes y una aversión a la suciedad. Y el problema se ha agravado por la pandemia de Covid-19, por la fobia a contagiarse con el coronavirus. Se manifiesta como un miedo a contaminarse por gérmenes y contraer alguna enfermedad, por tanto, las conductas más habituales de las personas que lo padecen tienden a la evitación (no estrechar la mano, taparse la boca en los centros hospitalarios, lavarse constantemente las manos, no usar baños públicos, evitar cambiar las bolsas de basura…) y a extremar la higiene personal y ambiental para impedir contagiarse.
Por esta causa, la germofobia no es exclusiva de un solo lugar, sino que se genera a todo nivel, porque las personas saben que el virus puede estar en cualquier parte y pueden infectarse.
La germofobia no es exclusiva de un grupo de individuos, sino que este trastorno lo puede padecer cualquier persona, en especial si ha sufrido alguna situación traumática en el pasado, algún tipo de violencia física o psicológica durante su infancia, como lo refiere S. Freud. En algunas ocasiones a los niños desde pequeños se les proyecta temor a alguna cosa, animales o insectos, y muchas veces ese miedo perdura hasta la madurez, en donde puede desencadenarse una fobia, si no lo ha superado en etapas tempranas.
Tampoco se debe confundir la fobia con la percepción del riesgo, porque este último caso es producto de un proceso sociocultural y de análisis, en los que interviene el conocimiento complejo y la participación de la población con los criterios técnicos de la prevención ante una situación de peligro.
Hay quienes no sufren o no perciben el miedo, por ejemplo, el riesgo de enfermarse con el coronavirus, pero aquello está vinculado a un sistema de creencias y del desconocimiento de criterios básicos de prevención. Son dos cosas totalmente distintas.
A la germofobia se la considera una enfermedad, porque está catalogada dentro del Código Internacional de Enfermedades (CIE 10: F40.1, F93.2)
Existen diferentes grados en personas con misofobia, desde aquellas que pueden realizar una vida normal hasta aquellas que incluso pueden llegar a no querer salir de casa por miedo al contagio.
A pesar de lo llamativo de este miedo, la terapia frente a esta fobia tiene muy buenos resultados ayudando a comprender la raíz de este trastorno y trabajar las preocupaciones que rodean al afectado, con el afán de modificar la percepción que se tiene de la idea de suciedad, mejorando la calidad de vida de los pacientes.
Para tratarla se pueden establecer terapias como la conductual y la cognoscitiva que, básicamente, consisten en modificar los patrones de pensamiento y conducta, guiadas de la mano de un psicólogo, con el objetivo de atacar el estímulo, que provoca la ansiedad y su reacción. (Guimarães et al. 2015),
Por lo general, este tipo de terapias son suficientes para solucionar el problema Si esto no ocurre se puede acudir a la terapia farmacológica bajo la vigilancia del especialista de la psiquiatría.
Hay otro tipo de terapia que se está usando mucho y es la Realidad Virtual, hoy en día con el apoyo de la tecnología y los equipos virtuales se pueden realizar simulaciones, en los que se expone al paciente a la situación que lo atemoriza, pero con el acompañamiento de un psicólogo hasta que lo vaya superando. Un conjunto de tecnologías computarizadas que ofrece una plataforma interactiva tridimensional, que simula un entorno de realidad por medio de un ordenador. En dicho entorno el sujeto puede ser partícipe de la interacción y modificación del mismo, por medio de un avatar o personaje virtual, facilitando al paciente desenvolverse en actividades o tareas que se pueden equiparar a situaciones de la vida diaria, permitiendo una graduación de la intensidad o dificultad y, finalmente proporcionar retroalimentación en tiempo real de los logros obtenidos.
Las ventajas de esta técnica es que los estímulos fóbicos presentados por los pacientes pueden ser costos o difíciles de adquirir, para llevar a cabo una sesión de exposición en vivo y además que puede avalar la reserva del paciente. Y como desventajas, no suplanta en su totalidad a la realidad por lo que tarde o temprano el paciente debe someterse, y no deberá aplicarse en personas con afecciones cardiacas, epilépticas o con problemas de sensibilidad visual (A. Delgado, J. Sánchez).
En 1996, uno de los grupos de investigación pioneros en la utilización de la Realidad Virtual en el campo de los tratamientos psicológicos, encabezado por Rothbaum (Rothbaum, Hodges, Watson, Kessler y Opdyke, 1996) consideró que el miedo a volar era un candidato ideal para la utilización de esta herramienta como método terapéutico. Mediante esta técnica se puede lograr inducir la ansiedad, sino también reducirla a través de la exposición virtual. Se ha observado un descenso considerable de los temores, la evitación, creencias, etc. (Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, 2001).
En la actualidad, el miedo al nuevo coronavirus es justificable, porque se conoce lo que puede suceder si no se adoptan las medidas sanitarias adecuadas y nos obligan a tomar acciones prevención.
El coronavirus está generando un estímulo en las personas al provocar miedo, pero como una reacción natural del organismo frente a un probable peligro. El problema es cuando se siente un miedo irracional y se llega a la germofobia.
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