Con la mejora de las calificaciones de los bonos ecuatorianos, según S&P Global Ratings,también mejoró el riesgo país, el índice que mide la percepción de los mercados internacionales sobre la posibilidad de un Gobierno de honrar sus obligaciones. En un día registró una caída de 643 puntos
El risgo país pasó de los 2.813 puntos el 31 de agosto a 2.170 puntos el 1 de septiembre, un día después de que se cerrara la renegociación de la deuda con los tenedores de bonos que permitió al país una quita de más de $1.500 millones en el capital. Es la segunda baja importante en importancia desde julio pasado, cuando el Gobierno anunció que había llegado a un acuerdo con los tenedores de bonos.
En esa ocasión el riesgo país bajó de los 3.259 puntos a los 2.783 puntos.
S&P Ratings paralelamente elevó sus calificaciones crediticias soberanas en moneda extranjera y local de Ecuador de “SD/SD” (selective default) a “B- / B”. Y calificó con B- a los $16.500 millones de nueva deuda emitida por el Gobierno en tres bonos, con vencimiento en 2030, 2035 y 2040, y a un título de interés vencido (PDI).
Pese a los vaticinios agoreros de los economístas del socialismo del siglo XXI, que se creían los únicos capacitados para enfrentar una crisis de esa magnitud -con la fórmula de más impuestos, más restricciones al comercio y el uso del dinero de los afiliados del IESS y hasta de la banca privada- el país ha logrado chapotear la peor crisis económica que sacude al mundo, producto de la pandemia del coronovius. No es suficiente, por supuesto que no. Basta darse una vuelta por las zonas concurridas de cualquier ciudad para imaginarse la situación por la que deben pasar las familias que vivían de los negocios cerrados, de los locales en arriendo.
La caída del riesgo país, sin duda, mejora las oportunidades para seguir buscando financiamiento. El FMI ya anunció un programa de ayuda destinado a reactivar la economía. Pero las autoridades locales, gremios y demás deben entender que son créditos y esos después deben pasar al Presupuesto del Estado. Es decir, no es una lotería sino un alivio, un respiro para las finanzas públicas, ahora que todos piden parte del crédito del FMI.
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