“¡Siete balas, siete días!” fue el grito de cientos de personas hicieron retumbar el sábado la ciudad de Kenosha (Wisconsin) en una protesta destinada a pedir justicia para Jacob Blake, un hombre negro paralizado después de que la policía le disparara siete veces por la espalda hace casi una semana.
La manifestación fue organizada por la familia de Blake, de 29 años y que está en el hospital sin movilidad de cintura para abajo.
Cientos de manifestantes de todas las edades inundaron las calles que rodean la corte del condado de Kenosha mientras, con el puño en alto, coreaban lemas como “sin justicia, no habrá paz” y “siete balas, siete días”, en referencia al número de veces que Blake fue disparado el domingo pasado.
Los manifestantes llevaban en pancartas, mascarillas y camisetas con el lema de Black Lives Matter (Las vidas negras importan). Marcharon frente a la presencia de un reducido grupo de reservistas de la Guardia Nacional, un cuerpo de voluntarios bajo el control de los gobernadores que suele activarse en situaciones graves como disturbios y huracanes.
Desde la muerte de Blake el domingo, Kenosha ha vivido constantes protestas, algunas con disturbios violentos, y en respuesta el gobernador ha desplegado a más de mil miembros de la Guardia Nacional.
En un escenario, fueron desfilando miembros de la familia de Blake: su hermana recitó un poema, mientras que su tío, Justin Blake, pidió a los manifestantes que provoquen cambios reales con su voto en las próximas elecciones de noviembre, en las que el presidente estadounidense, Donald Trump, se enfrenta al demócrata Joe Biden.
Con el pelo lleno de rastas, Justin Blake tomó el megáfono y animó a los activistas a marchar por las calles mientras gritaba: “¡que haya un cambio ahora!”.
En un comunicado, Tanya Mclean, una amiga de la familia que ayudó a organizar la marcha, dijo que los seres queridos de Blake se sienten desconsolados y enfurecidos, pero se mantienen firmes en sus reclamos de justicia porque saben que lo ocurrido forma parte de un sistema brutal y racista.
La marcha se produce en un momento de renovada rabia contra el Departamento de Policía de Kenosha, ya que el viernes su sindicato ofreció su propia versión real e indiscutible de los momentos que precedieron a la agresión.
Según el sindicato, Blake iba armado con un cuchillo, luchó con fuerza contra los agentes cuando intentaron arrestarle e, incluso, hizo una llave a uno de los policías. Los agentes, según esa versión, intentaron sin éxito inmovilizar a Blake al dispararle dos veces con unas pistolas eléctricas conocidas como tasers y que dan descargas de hasta 50.000 voltios.
Blake supuestamente se resistió y acabó siendo disparado siete veces por la espalda mientras intentaba entrar en su vehículo, donde estaban sus tres hijos. El tío de Blake ha asegurado que la versión del sindicato es una basura y resulta insultante, al mismo tiempo que niega que su sobrino estuviera armado, según cita la agencia Efe.
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