La burbuja social es un término que comenzó a ganar fuerza en Nueva Zelanda uno de los países más exitosos en la lucha contra la pandemia. La recomendación de permanecer en la casa y evitar en lo posible las interacciones sociales se mantiene en dicho país con nuevas reglas que autorizan a la población a ampliar su círculo de contactos.
“La gente debe continuar dentro de la burbuja de su hogar pero puede expandirla para reconectarse con su familia extendida, o para traer cuidadores, o para ayudar a personas aisladas -dice el gobierno de Nueva Zelanda en su página web- siempre y cuando todos vivan en el mismo pueblo o ciudad”. El contacto entre este grupo de personas debe ser exclusivo, quienes forman parte de esta burbuja no pueden formar o integrar otra.
Stefan Flasche, profesor asociado de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, le explicó a la BBC que esta aproximación es una manera de aumentar el contacto social y minimizar el riesgo de transmisión de la enfermedad, ya que si se produce una infección se queda dentro de la burbuja y no puede transmitirse a otras personas. Nueva Zelanda no fija un número de individuos por unidad y otros gobiernos que evalúan la posibilidad de incorporar esta estrategia establecen un límite de 10 personas.
La ministra de Gobierno. María Paula Romo, aseguró que desde julio se aplicaría este concepto en Ecuador, como una forma de relajar más el confinamiento, en las localidades donde hay semáforo amarillo y verde. Es una forma de recuperar las actividades de socializar, porque es una de las necesidades básicas del ser humano.
El confinamientos ha provocado muchas crisis de ansiedad y depresión, no solo en el país sino en todo el mundo. En Italia una mujer solo decidió salir y subirse en un bus del que se bajó con una multa de 400 euros; en Rusia había personas que se las ingeniaban para caminar hasta unos 100 metros más con el pretexto de dejar la basura. Las historias de soledad y abandono son infinitas.
La burbuja social sería una forma de intentar vivir en la nueva normalidad, con todas las normas de bioseguridad posibles, con reglas obligatorias, pero una manera de evitar que el aislamiento se vaya convirtiendo en la nueva normalidad.
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