Es impresionante ver, solo en redes sociales, claro, como el llamado ejército de luchadores; de quienes no tenían miedo a salir para intentar derrocar a un Gobierno en las calles; que marchaban con los brazos entrelazados, asegurando que nada los detendría; los que gritaban patria o muerte, un estribillo más de sus varios lugares comunes chavistas, ahora se quejen porque deben continuar su vida en medio de la emergencia del Covid. Porque simplemente deben seguir enfrentando los juicios entablados en la justicia ordinaria por delitos comunes. La misma justicia que controlaron a su antojo en la época de Gustavo Jalkh.
Hay uno que se declara como mártir porque debe acudir a la Fiscalía; otro que se imagina como héroe solo porque debe asistir a las Cortes para afrontar la defensa en un juicio contra alguien que tiene un ejército de abogados, porque dinero parece sobrarle, mientras todo un país sufre una crisis sin precedentes; otro, su defendido, que ya culpa a la prensa del coronavirus en su afán ahora por ser hasta vicepresidente (ni siquiera candidato) si le dejan, como si no hubiera leído la Constitución.
El mundo sigue; las cuentas deben pagarse; los negocios deberán reabrirse; la economía comenzará a recuperarse, y el virus seguirá ahí, hasta ese virus de quienes ahora se creen mártires tras haber desfalcado a todo un país durante diez años; tras haber acorralado con Superintendencias y leyes perversas a todos quienes piensan que sí es posible una democracia.
Todo era cuestión de tiempo, repite uno de sus líderes que durante diez años hizo y deshizo con las instituciones del Estado; que permitió la instauración de un Estado de impunidad dominado por personajes sonrientes y obsecuentes. Y el tiempo lo ha demostrado, todo fue cuestión de tiempo; los juicios instaurados en su contra demostraron que todo fue cuestión de tiempo. Que la ficticia revolución que imaginaron de 300 años no les resultó, porque había un Estado antes de ellos. Había un país que no se dejó avasallar.
Los jueces y fiscales van a los tribunales porque saben que deben cumplir su trabajo y ellos, los acusados, advierten que irán pese al miedo que tienen al Covid. La pandemia del coronavirus, la pandemia de la corrupción y ahora la pandemia del…
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