“Tal como iba transcurriendo el tiempo y evolucionando el espacio de la vida del mundo, parecía que el proceso de globalización económica mundial era imparable e invencible, en donde todo se quería solucionar con la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la quinta, sexta, séptima, octava, novena, etc. revolución industrial; el internet 4G, 5G, 7G, etc., y resulta que, en medio de esos avances, ni siquiera nos habíamos sabido LAVAR BIEN LAS MANOS para estar protegidos de enemigos invisibles”, escribía en Dialoguemos, Wilson Araque, de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Como el enemigo es invisible, pocos tomaron en cuenta su real poder de destrucción física, cultural, psicológica y económica y de llevar a la humanidad a un aislamiento que no distingue raza, religión, tendencias políticas, ni nada; de sacar a flote en pocas semanas lo peor y mejor de la humanidad. ¿Quién no extraña ese café en una cafetería cualquiera? La conversación íntima con un extraño, sin mediar una mascarilla y la distancia social obligatoria de un metro.
El irrespeto a las restricciones de movilidad ha sido la tónica frecuente desde que comenzó la emergencia sanitaria. La consecuencia está ahí a la vista: aumento del número de casos con Covid -19, saturación de los hospitales, necesidad de contratar más personal sanitario para atender una demanda con una curva ascendente.
La situación llegó a tal límite que el 3 de abril el ministro de Salud Pública, Juan Carlos Zevallos, advirtió que un 60 por ciento de la población se contagiaría. “Tenemos que tener esa realidad -dijo-. Lo indispensable es prepararnos y acostumbrarnos a esta nueva realidad”. Para ese entonces ya se conocía que decenas de personas detectadas con Covid-19 se paseaban como Pedro por su casa tanto en Quito como en Guayaquil, en lugares con alta densidad poblacional como Calderón o Samborondón.
Su falta de conciencia no solo puso en riesgo sus vidas sino la de sus vecinos, amigos, familiares, desconocidos peatones con los que se cruzaron en su camino. El coronavirus se caracteriza por la velocidad con la que se expande. Una persona portadora del virus es capaz de contagiar a 2,5 personas en promedio, según las estadísticas mundiales.
Para enfrentar esa realidad, el Gobierno decidió endurecer las restricciones de movilidad. Los autos particulares ya no circularían dos veces por semana, sino solo una vez por semana y para actividades estrictamente necesarias con prohibición absoluta de circulación los sábados y domingos. Los mercados con gran afluencia de personas fueron cerrados, como el Mayorista y el de Calderón en Quito.
El alcalde de Quito, Jorge Yunda, se ha puesto al frente de la crisis en la ciudad al igual que el vicepresidente Otto Soneholzner lo ha hecho a escala nacional. Soneholzner ha sido blanco de muchos ataques, pero ¿quién se pone en sus zapatos para recorrer hospital por hospital con el fin de constatar la capacidad de camas que tienen e identificar cuáles son sus necesidades?
La primera fase va siendo superada poco a poco. El desenmascarar las fake news ha permitido identificar a quiénes les importa el país, la humanidad, sin llegar al dramatismo, y a quiénes aprovechar el momento para hacer proselitismo político, tal vez del más sucio, porque juega con la dignidad, el dolor y el aislamiento de la personas.
En eso colaboran las grandes plataformas por las que más se divulgan noticias falsas, nuevas curas, nuevos inventos, cual Melquíades en Macondo. La aplicación de mensajería WhatsApp puso un nuevo límite para los mensajes reenviados varias veces por esa plataforma. Ahora, solo será posible compartir una vez ciertos mensajes.
La parte más compleja, aplanar la curva de casos de coronavirus primero en Guayaquil y luego a escala nacional, recién comienza. El ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, advirtió que al menos en esa ciudad todavía habrá días duros por la falla en los controles, a pesar de que estamos a las puertas del fin de un ascenso exponencial de la pandemia.
Una de las claves para aplanar la curva será hacer cumplir las restricciones de movilidad. Con ese objetivo, el Comité de Operaciones de Emergencia endureció más las sanciones para los infractores: desde este miércoles 8 de abril se retendrá los autos de quienes incumplan la restricción vehicular o el toque de queda, al igual que de el los propietarios de los vehículos que hagan mal uso de los salvoconductos entregados para fines específicos.
La falta de uso de mascarillas de los ciudadanos que necesiten movilizarse dentro del horario permitido, de 05:01 hasta las 13:59, será sancionada con multas. Y queda prohibida la libre circulación de personas diagnosticadas con Covid-19.
Ninguna medida es tan fuerte si se trata de precautelar la vida de los demás. Como dijo Pablo Lucio Paredes, en Dialoguemos, la economía se recupera fácil pero una vez que todos podamos reencontrarnos en la calle. Y mientras más pronto más rápido se podrá comenzar en esa tarea.
“Somos un mismo cuerpo, compartimos el mismo drama que también es oportunidad y esperanza, no fracasemos nuevamente”, escribía César Montaño, rector de la Universidad Andina Simón Bolívar. Hay un horizonte, hay una luz al final del túnel, siempre estará ahí, la cuestión es cómo seguir adelante haciendo oídos sordos a los cantos de Circe.
#QuédateEnCasa por los que no pueden quedarse en casa, por los que necesitan volver a salir. No es nuestra vida la que está en juego, es la vida de los demás, del otro, de esa alteridad…
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