Las economías del mundo comienzan a abrir las puertas de algunos comercios minoristas primero. España, Italia, Alemania…, los países más afectados por la pandemia, relajan sus medidas de seguridad con las precauciones de rigor: el distanciamiento, el uso de las mascarillas… En Corea del Sur no se reporta ningún muerto en un mes por el Covid-19. Los planes de ayuda comienzan a activarse. Europa pretende inyectar un billón de euros en las economías de sus socios. En Estados Unidos está en camino un nuevo plan de ayuda para las pequeñas y medianas empresas.
En Ecuador un amplía investigación científica sobre la pandemia en la está inmersa la Universidad San Francisco de Quito, en colaboración con hospitales públicos y laboratorios de universidades de otros países, identificó la procedencia de las cepas introducidas con las muestras de casos registrados en Guayaquil y Quito.
El sector privado ecuatoriano tan denostado y vilipendiado en el anterior gobierno, cuyas prácticas subsisten entre algunas personas que ponen al Estado como el único benefactor y hacedor, y hasta creen que hay grabaciones estatales, aportan con fondos de emergencia no públicos que se han comenzado a multiplicar, al igual que la solidaridad, pese a quién le pese.
“Se ha mencionado que es el momento para el sector privado de dar un importante apoyo al Ecuador. Se ha difundido ampliamente los esfuerzos que están haciendo instituciones financieras, corporaciones privadas, ongs y líderes políticos, gremiales y empresariales a lo largo y ancho del país (…). La esperanza está llegando y compartiéndose. El dolor que está causando la pandemia, tiene ahora un efecto de amor al prójimo y a la patria. Estamos nuevamente comenzando a crecer”, escribe Modesto Correa de la Universidad Casa Grande al analizar el tiempo de los privados.
Las noticias falsas o fake news van perdiendo adeptos. Las oficinas de boots siguen operando a tiempo completo, pero sus fondos de financiamiento son cada vez más visibles o risibles.
Es muy pronto para decir que estamos a las puertas de volver a la nueva normalidad, porque todavía es incierta esa nueva normalidad ni cómo se la va a digerir. Es muy pronto para pensar en ir a una cafetería, tal vez porque el café de casa ya nos sabe mejor. Lo único cierto es que si después de todo lo vivido las personas no cambian su actitud frente al otro y su hábitat, solo porque en el futuro estemos en capacidad de decir ante un tos: ¡es solo un coronavirus!, como si fuera otra gripe, la humanidad habrá perdido otro valioso tiempo para hacer de este planeta un lugar habitable.
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