“Encarcelaron su cuerpo pero no su integridad; torturan sus derechos pero no su espíritu lleno de utopías q’ transformaron la Patria incluyente con su magistral talento de estadista. Víctima del LAWFARE, el compañero Jorge Glas escucha en su celda el clamor del mundo por JUSTICIA!” (Sic).
Es un mensaje que se puso a Twitter a propósito del cierre de los alegatos en el juicio por la trama de sobornos montada en el gobierno del expresidente Rafael Correa y en donde la Fiscal General, Diana Salazar, pidió la máxima pena para las procesados y una reparación al Estado por más de mil millones de dólares.
La respuesta a una avalancha de pruebas judiciales, como cruce de facturas, contratos, delaciones, videos entregados por Odebrecht que los espiaba a todos… ha sido una serie de clichés y amenazas de que volverán y serán millones. Sin duda serán millones de bots en Twitter, porque ya ni Facebook les quedó y la plataforma rusa a la que pidieron mudar a sus seguidores ha quedado en nada. Ya ni Telegram. Solo les falta intentar en Instagram.
Un poco de cortesía con el lenguaje es lo único que se les pediría ya que nada aportaron en su defensa. Nada. Solo la esperanza de volver, solo la inversión millonaria en decenas de medios digitales que reproducen una versión seguramente elaborada desde un centro de propaganda donde de seguro están los operadores del aparato de comunicación del correísmo, tan experto en desprestigiar y calumniar a las personas, en cambiarles sus biografías y destruirles la vida para seguir gozando de un poder al estilo de los Castro, los Maduro y los Ortega.
La discusión no es si vuelven o no vuelven al poder como se ha intentado posicionar en el debate en las últimas semanas por el papel desempeñado por el Consejo Nacional Electoral, sobre todo desde el inicio del proceso. Solo el que cualquiera de los procesados se presente como candidato sería impresentable. Quién les prestó el partido está preso por un caso de corrupción, la mayoría de los que intentaron un golpe de Estado en octubre están prófugos. ¿Quiénes más se jugarán por un dios de papel?
Ya volvió en el momento en que su popularidad debía ser alta, cuando recién dejaba el poder. Volvió para refundar la patria de los pobres en un charter privado. Desde Europa. Y volvió a Europa cómo había llegado a Ecuador, como jeque árabe pero constatando que la base social que lo catapultó al poder fue la encargada de lanzarle huevos en la calle. Un acto nada aplaudible. Pero, ¿quién es sin el aparato estatal, sin el poder de decir este se me va preso porque me gritó?, o ¿a esos cáiganles a trompadas que somos más?
La Fiscal General, Diana Salazar Méndez, demoró tres horas en presentar su alegato final para pedir la pena máxima en el caso Sobornos, una estructura de captación irregular de dinero que funcionó impunemente durante años como la estructura montada por el notario Cabrera. Pedía dinero, repartía intereses y el capital se quedaba en sus bodegas. Embodegada en techos y pisos. Muchos se rasgaron las vestiduras cuando se descubrió que la persona de su mayor confianza solo les vendía paja.
“Bien sé, divino César, que me esperas con impaciencia, y que tu leal corazón de amigo fiel padece con mi ausencia -le escribió Petronio a Nerón-. (…) Pero tener que soportar por largos años tu canto que me destroza los oídos, ver tu barriga digna de Domicio, y tus flacas piernas dando grotescas volteretas en la pírrica danza; escuchar tu música, oírte declamar versos que no son tuyos, desdichado poetastro de suburbio, son cosas verdaderamente superiores a mis fuerzas y a mi paciencia, y han acabado por inspirarme el irresistible deseo de morir”.
La historia de Roma, la historia de las dictaduras imperfectas. ¿Volverá? Seguro que sí. ¿A dónde? Esa es la pregunta. ¿Qué significa clamor?
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