El proyecto de la Red de Posgrados en Educación, en la que participan 36 universidades, nace básicamente por una iniciativa del Consejo de Educación Superior, a cargo de Catalina Vélez. La Universidad Casa Grande, al igual que otros centros de estudios de educación superior, se sumó al proyecto porque considera un deber y una obligación ética participar en un programa de esa magnitud.
La Red nace desde muchas necesidades y una con mayor consenso es que la calidad de la Educación en Ecuador todavía debe mejorar. No es posible decir que no vale; a veces somos demasiado radicales en calificar lo que ya existe. Hay aspectos que están bien en la Educación y otros no; todavía hay grandes diferencias entre los colegios del sector público y el privado; entre los privados hay diferencias al igual que entre los públicos.
Y luego hay otras consideraciones, aquellos colegios que están en las áreas rurales frente a los ubicados en las ciudades donde hay más recursos.
La Educación necesita cambios, pero sería un error partir de un perjuicio de que para eso es necesario demoler todo. Y esto se articula al hecho de que si queremos mejorar la Educación hay muchas maneras de hacerlo y una de ellas es ir a donde se están formando los profesores. En el nivel más avanzado, ellos se forman en los posgrados de Educación. De ahí nace esa idea, desde lo conceptual.
En Ecuador, hay una competencia enorme de posgrados rapiditos y baratitos que hacen un uso y un abuso de la tecnología. La tecnología per se no es mejor que un programa presencial, ni siquiera el blended, el aprendizaje que combina el e-learning con encuentros presenciales, porque si alguien tiene un programa tecnológico de nada sirve sin un buen diseño pedagógico. ¿De qué sirve reproducir en pantallas a un profesor que va simplemente a dictar una clase convencional? Eso se llama instruccionismo, derivado de instrucción, que ha hecho mucho mal a la educación durante demasiados años.
En Ecuador ya pasamos de esa etapa, ahora estamos en la del constructivismo; es decir, construir no solo para educar sino para crear las condiciones de aprendizaje con un diseño tecnológico sofisticado. No todo el mundo lo tiene.
Es brutal la competencia en programas tecnológicos baratitos, pero sin innovación. No porque los docentes aparecen en una pantalla el plan de estudios es mejor. La facilidad de estudiar donde sea a la hora que sea tiene un potencial inmenso, en términos llegar a áreas antes inaccesibles, pero siempre estará de por medio la calidad.
La idea es que con la Red de Posgrados en Educación, las universidades participantes puedan compartir sus conocimientos, su planta docente y estimularse mutuamente con el desarrollo de eventos educativos. Esa es la forma como operan las redes universitarias, con investigación e información sobre lo que hacen, con reuniones periódicas y el intercambio de sus mallas curriculares para determinar cuál es la mejor alternativa en función del público objetivo.
La maestría, además, deberá superar el déficit cultural con el que llegarán las personas o los maestros provenientes de las áreas más desprotegidas y vulnerables.
Es un desafío muy interesante, pero desde la academia se ha planteado la necesidad de tener un sistema de soporte, de facilitación o apoyo para las universidades privadas porque las maestrías de la Universidad Casa Grande, por ejemplo, son muy buenas, más del 50% de los profesores son extranjeros, de las mejores universidades, pero de por medio está el financiamiento.
Casa Grande no tiene ningún presupuesto estatal, sin embargo nos sumamos a esta iniciativa de la Red de Posgrados porque pensamos que es nuestra obligación moral y profesional hacer algo por mejorar la Educación. Eso, sin embargo, no es suficiente para hacer viable este valioso programa a largo plazo.
Es necesario movilizar al país entero en el objetivo de mejorar la calidad de la Educación. Hay varios caminos y uno es hacerlo en torno a la formación de los profesores. Pero a las universidades deben sumarse el sector público, las empresas privadas, las organizaciones no gubernamentales para dotar a los centros de estudios y a los estudiantes de las herramientas con el apoyo financiero como créditos a más largo plazo o la entrega de becas por el récord que ellos presenten.
Los profesores extranjeros que llegan a Casa Grande, por ejemplo, tienen que pagar unos impuestos altísimos al Servicio de Rentas Internas, el 25 por ciento. Si un profesor llega contratado por $1.000, $250 se reservan para el pago de impuestos.
El pago de tributos es una obligación, pero el porcentaje podría ser revisado ya sea mediante una reforma a las normativas legales que pueden pasar por la Asamblea.
Si queremos mejorar la Educación y hay áreas en que unos países están más avanzados, los tributos que paguen esos académicos deberían ser razonables.
El objetivo final de mejorar la calidad de la Educación debe estar enmarcado en un programa integral y coherente, más macro, que movilice a la sociedad civil, a los empresarios con responsabilidad social, al sector público por intermedio de mecanismos crediticios que ayuden a las universidades y apoyen a los alumnos.
Las Universidades están conscientes sobre la necesidad de mejorar la Educación, de reproducir los programas exitosos en otros centros de estudios para abaratar los costos que representan a los estudiantes obtener una maestría. Eso no debería significar debilitar el sistema.
Hay bastante trabajo por delante, porque es necesario hacer una evaluación de los programas que ofrecen las 36 universidades involucradas en la Red de Posgrados e identificar cuáles son necesarios reproducir. Es una gran iniciativa que no debe quedar en el aire a largo plazo por la falta de apoyo estatal, privado y de la sociedad civil.
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