El escuchar a un expresidente de Ecuador que sobreendeudó al país, pese a registrar los mayores ingresos petroleros -barril por más de 100 dólares-, intentar dar una receta para salir de la crisis creada por la caída de los precios del petróleo sumada a una pandemia como la del coronavirus, que tiene en vilo al mundo, resulta hasta cómico. Sus aires, su pose, el tono de su voz, todo produce risa. Ya ni siquiera indignación. Es la ópera bufa. El discurso de los pobres contra los ricos, cuando en su mandato no hacía más que aprovechar los recursos de los pobres, del Estado, para tener una caravana de autos de seguridad y hasta una camioneta cuatro por cuatro solo para llevar su bicicleta que no era de las que cuestan menos de 100 dólares en el parque El Ejido, en Quito. Es la imagen de quienes quieren aprovechar la crisis para hacer campaña política. Su imagen. La perversión a la que pueden llegar quienes ostentaron todo el poder y de la noche a la mañana se quedaron sin poder. Sin el poder de manipular.
¿Por qué la receta no se la pasa a Nicolás Maduro, que tanto la necesita en un país tan destrozado como Venezuela que pretende ahora aprovechar el coronavirus para ganar la legitimidad perdida? ¿O a Cuba y su economía destrozada? ¿Por qué no dona todo el dinero que gasta en la creación de medios digitales, en sus viajes, en su seguridad, en su campaña, al Ministerio de Salud por ejemplo?
La crisis no necesita recetas del socialismo del siglo XXI que ha provocado una crisis humanitaria más letal que el coronavirus en el mundo. No necesita guerra entre ricos y pobres, la llamada lucha de clases, según las clases del marxismo de Rius. No necesita políticos ansiosos de devolver la libertad a sus amigos acusados y sentenciados por actos de corrupción.
La crisis necesita personas dispuestas a juntar el hombro para remar hacia adelante. Algo que le llaman solidaridad. Y recursos para mantener un sistema de salud público estable. Y responsabilidad para garantizar eso. De una pandemia como el coronavirus se puede salir, al igual que muchos de los países de la región salieron de esa pandemia llamada socialismo del siglo XXI. Sin consejos honoris causa, solo con trabajo y responsabilidad.
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