La crisis en Venezuela no para. Luis Parra, un diputado opositor acusado de corrupción y recientemente expulsado de su partido, fue proclamado el 5 de enero pasado, jefe de la cámara con el apoyo de los diputados chavistas, mientras un fuerte despliegue policial impedía la entrada de Juan Guaidó a la sede del palacio legislativo. A la par, Guaidó también fue ratificado como Presidente del Parlamento venezonalo, por diputados opositores en la sede del periódico El Nacional.
Por Guaidó votaron 100 legisladores de oposición, incluidos los miembros de la fracción 16 de Julio, contrarios al presidente Nicolás Maduro, pero que también han sido críticos habituales del líder de la oposición.
Venezuela es un estado fallido y la situación no podría estar peor. Lo ocurrido, el domingo, es una triquiñuela de Maduro para no posesionar a Guaidó como presidente de la Asamblea, primero al tratar de comprar diputados. En diciembre pasado, el Parlamento de mayoría opositora denunció que siete diputados, incluido Parra, fueron comprados por el régimen chavista para formar parte de la Operación Alacrán, con el objetivo de sumar voluntades e impedir la reelección de Guaidó. Parra fue diputado por el partido opositor Primero Justicia (PJ) y uno de los señalados de haber estado involucrado, en una trama de corrupción en el marco del programa de las cajas alimentarias CLAP.
A la Operación Alacrán, se suma la torpe manera de querer decirle al mundo, que el líder de la oposición no podía ser reelecto presidente del Parlamento impidiéndole su ingreso al hemiciclo. La situación de Maduro no podía estar peor, porque el mundo entero, a través de los medios de comunicación, fue testigo de su intento desesperado por negar esta realidad.
Por su parte, Guaidó ha sido reconocido por casi 60 países no solo como presidente de la Asamblea sino como presidente interino de Venezuela, entre ellos el gobierno ecuatoriano. Este apoyo además ha sido ratificado por la Organización de Estados Americanos (OEA) que ha dejado en claro la barbaridad y carencia de democracia existente en Venezuela.
“La OEA reitera su condena al intento fraudulento, con utilización de la violencia y la intimidación… y considera nulo y carente de todo valor jurídico este nuevo intento de usurpación realizado en base a prácticas espurias, y reitera la necesidad de mantener el apego a las normas constitucionales en la última institución legítima que perdura en el país”.
Sin embargo, el reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela por la comunidad internacional, no ha sido suficiente. Él debe fortalecerse como presidente de los venezolanos y tratar de salvar a ese pueblo, en un país en el que las Fuerzas Armadas y todos los poderes, a excepción del Parlamento están con el tirano de Maduro. Pero hacerlo solo es imposible.
Si la comunidad internacional no actúa Venezuela no tiene salida. Es un estado fallido que cada día se deteriora y empobrece más. Y el problema no es solo venezolano, sino que se ha exportado y se esparce como una mancha de aceite por todos los países latinoamericanos. Urge tomar una resolución.
Tenemos ciudadanos venezolanos en Ecuador, Perú, Chile, Colombia y en Brasil. Incluso han tenido una clara incidencia en las manifestaciones presentadas, en algunos países de la región, en los últimos meses. Diosdado Cabello, político y militar venezolano, aseguró que tomarán medidas para que la revolución se esparza por Latinoamérica.
En Derecho Internacional se pueden aplicar los Medios Coactivos para la Solución de Conflictos Internacionales, para que Venezuela retorne a la democracia. Lo peor que puede hacer la comunidad internacional es ver de lejos lo que ocurre ahí y no tratar de ayudar a un país que se deteriora cada día más.
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