Los cambios que se han dado en América Latina con relación a la Educación Superior, que ha transitado de un modelo monopólico estatal en sus inicios , a un sistema relativamente desregulado y marcadamente neoliberal en los 80 e inicios de los 90, y a uno más internacionalizado y globalizado en la actualidad, han determinado la necesidad de reformar y fortalecer la arquitectura institucional y marcos normativos que buscan el aseguramiento de la calidad en los centros de educación superior.
En Ecuador se empezó a evaluar a las universidades de manera más formal recién en el año 2009 con lo cual se dio inicio a una necesaria depuración en el sistema en el que hasta ese entonces convivían centros de educación superior de diverso nivel de calidad: desde las universidades emblemáticas del país como la Escuela Politécnica Nacional y la Universidad Central del Ecuador, hasta las que se dio por llamar “universidades de garaje”, por su incipiente infraestructura y la baja calidad de sus procesos de docencia, investigación y vinculación con la colectividad. Fruto de este proceso desaparecieron una buena cantidad de universidades e institutos superiores.
Desde ese entonces, y hasta las últimas evaluaciones generales realizadas hace algunos años, el modelo para evaluación de las universidades en Ecuador, si bien sufrió leves modificaciones y ajustes, mantuvo un enfoque frontalmente cuantitativo, con asignación de puntos y pesos a una gran cantidad de variables, que se combinaban con un criterio destacadamente economicista en el que se buscaba la sola y no razonada acumulación de puntos del centro de educación superior que estaba siendo evaluado con el fin de apuntar a una mejor categorización, calculando la buena puntuación en algunos elementos para compensar calificaciones bajas en otros, y que invitó a peligrosas generalizaciones por el uso poco cuidadoso de promedios y agregados cuantitativos, sin mayor análisis de la multidimensionalidad y multicausalidad de las variables evaluadas.
En este 2019 debe iniciar el nuevo proceso de evaluación de universidades en Ecuador y para ello acaba de aprobarse – hace algunos días- un nuevo modelo de evaluación que pretende superar las falencias de los modelos anteriores y con un propósito ya no de categorización sino únicamente de acreditación, habida cuenta que el momento de depuración ya fue superado años atrás.
Para ello, el nuevo modelo plantea una filosofía de evaluación diferente, en la que ya no se busca la acumulación de puntaje para mejorar la categorización sino más bien asegurar el cumplimiento de unos mínimos exigibles para el centro de educación superior en cada uno de sus ejes a evaluar: docencia, investigación, vinculación con la colectividad y condiciones institucionales; y en cada una de las fases de su gestión: la planificación, la ejecución y los resultados obtenidos. Un modelo que además se presenta como cualitativo, invitando a análisis más reflexivos de las condiciones de la educación superior, superando lo meramente numérico.
Si bien habrá que esperar a la aplicación de este modelo durante este año para poder comprender mejor sus fortalezas y debilidades, se aplaude el interés de superar el enfoque punitivo y categorizante del modelo anterior, para dar paso a sistemas más integrales y reflexivos de evaluación de la calidad de la educación superior en Ecuador.
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