El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) realizó una reciente encuesta con corte a septiembre en donde se evidencia que el desempleo no solo ha crecido en las zonas urbanas del Ecuador, sino también en las zonas rurales que se había mantenido en menos de 45 000 personas en los dos últimos años.
Se estimó que 75 929 personas se hallan en busca de un empleo. El 38% corresponde a nuevos desempleados, para los que les resulta difícil salir de su situación en sitios donde el nivel de productividad es bajo, provocando menores salarios.
Las zonas rurales son más vulnerables ante las pérdidas de empleo por la recesión económica, provocando migración a las ciudades o hacia otros países de forma ilegal.
La mayoría de habitantes de las zonas rurales se dedican a la ganadería y comercialización de productos agrícolas de cada región, sin embargo, el negocio ha disminuido por la falta de compradores y no les proporciona las ganacias necesarias para subsistir, viéndose obligados a optar por trabajos esporádicos en las calles con los que no obtienen ningún beneficio.
El desempleo en zonas rurales afecta más a las mujeres y a los jóvenes graduados en diferentes áreas que no logran conseguir un empleo por falta de experiencia. Tampoco han podido emprender en un negocio por falta de capital.
Los centros educativos de parroquias, especialmente del sistema de educación bilingüe, tienen deficiencias académicas, mismas que tendran que ser superadas con dificultad en la universidad y eso pesa a la hora de seleccionar una hoja de vida.
Académicos que han analizado la situación consideran que hace falta un cambio de planificación en las políticas locales, con las que se generen espacios de desarrollo productivo, entre Estado, academia y empresa.
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