El proceso de evaluación institucional a universidades y escuelas politécnicas, constituye una pieza fundamental para asegurar la calidad y excelencia de la educación, en aras de mejorar y fortalecer de manera constante su funcionamiento y organización.
En este sentido, esta observación minuciosa que realiza el Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CACES), permite en primera instancia que la universidad se conciba a sí misma, se autoevalúe y conozca los aspectos más relevantes de su desarrollo, no solo académico, sino también científico y de vinculación con la colectividad, para así determinar, planificar y ejecutar medidas de mejora continua.
La educación y el conocimiento están en asidua evolución, de ahí que es importante que las instituciones de educación superior cambien su percepción de cara a la evaluación, pues esta no debe ser considerada como un mecanismo del que se espera un castigo, sino como un factor de cambio que genera reconocimiento y competitividad.
Contar con centros universitarios que sean rigurosos y actualizados en la transferencia de conocimientos, promoverá la formación de profesionales probos, responsables y capaces de llevar el quehacer del país en el sector económico, social, cultural, de salud, educación. Si desde la universidad la formación resulta incompleta, dejaremos al Ecuador en manos de personas sin la suficiente preparación para afrontar los retos que implican tomar las decisiones adecuadas y llevar el progreso de nuestros pueblos en todos los ámbitos.
“Lo que no se evalúa, se devalúa”, por tanto, pasar por un periodo de evaluación cada cierto tiempo es inevitable, porque las instituciones pueden conocer desde una mirada externa su desarrollo, asumir retos y promover la gestión de mejoras estratégicas en los procesos de enseñanza – aprendizaje y así trazar metas más altas que permitan alcanzar la calidad.
Y para este examen especial, el CACES cuenta con un equipo multidisciplinario y un comité de evaluación conformado por pares nacionales e internacionales que hacen toda una revisión previa de la información de la universidad; a partir de ahí se realiza no solo un análisis frío basado en documentos sino uno proveniente de las conversaciones y entrevistas que se realizan con quienes conforman la comunidad universitaria. La parte académica y administrativa de las instituciones son algunos de los parámetros a evaluar.
Se requiere entonces de un trabajo coordinado, que sume el esfuerzo de todos los actores en el ámbito universitario. Las autoridades son parte fundamental en el direccionamiento y consecución de los objetivos más altos, los docentes, los colaboradores, pero también los estudiantes como receptores del proceso educativo porque en ellos se fortalece la identidad y el fin social de las universidades que se convierten en el motor de desarrollo para las sociedades.
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