La justicia indígena es difícil de entender en el mundo mestizo, porque tiene otras lógicas desde la vivencia de la comunidad. Esta Justicia fue contemplada en la Constitución de Montecristi, para buscar la reivindicación del sector indígena, y es impartida por autoridades propias de cada comunidad, pueblo o nacionalidad indígena, basados en un sistema o derecho consuetudinario.
Los indígenas consideran a la justicia como un derecho vivo, real y no escrito, basada en sus costumbres: Es su forma de ejercer el control entre los miembros de sus pueblos para resolver y solucionar conflictos de forma expedita con medidas de conciliación o ejemplificadoras, expuestas en asambleas comunales. El fin último, restablecer la armonía colectiva, pero lo ocurrido en la parroquia Miguel Egas Cabezas, en el cantón Otavalo, es bastante impresentable.
Tres presuntos asaltantes fueron detenidos por los habitantes de la comunidad Peguche, la madrugada del lunes 22 de julio. Según la víctima del asalto, ellos llegaron con un arma y se llevaron su carro en el que se accidentaron. La Asamblea comunal resolvió trasladarlos por las principales calles del pueblo hasta el estadio de la comunidad. Ahí les dieron un baño con agua helada y golpes de ortiga y más de 20 azotes para cada uno.
Hasta ahí todo es parte del guión de la aplicación de la justicia indígena, medidas supuestamente ejemplificadoras: baños de agua helada, ortiga y azotes, como ocurrió con las llamadas brujas de Calguasig, castigos incomprensibles en el mundo mestizo, pero justificadas en el mundo indígena para el restablecimiento de la armonía, de la paz comunal.
Lo incomprensible es que por el delito cometido por tres personas, independientemente de si son extranjeros o no (el delito no tiene nacionalidad), ahora la asamblea de cabildos kichwas pretenda expulsar a todos los extranjeros como si fueran apestados, con notificaciones de desalojo en las casas donde estén alojados.
Consumar esa decisión pondría a esa llamada justicia indígena al mismo nivel del correísmo en 2016, que no dudo en expulsar a 147 cubanos, con justificaciones inauditas y absurdas de quienes pregonaban en foros internacionales sobre la ciudadanía universal declarada en Montecristi.
La orden de expulsión de extranjeros, con órdenes de desalojó y plazos, evidentemente no es justicia indígena, es algo más parecido a una práctica fascista., por decir menos.
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