El vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner, desmintió una posible alza del Impuesto al Valor Agregado (IVA), un rumor muy circulado para agitar las aguas de un supuesto paro nacional que se podría resumir con la quema de una llanta en la calle, con pancartas de apoyo al cura del expresidente Rafael Correa, José Tuárez, hoy con un pedido de llamado a juicio político y con una indagación fiscal.
El Gobierno, sin duda, ha debido hacer un largo recorrido para intentar sanear las cuentas de su antecesor y para soportar una arremetida financiada con interminables recursos. Uno de sus mayores méritos ha sido, sin duda, alejar al país de ese esperpento llamado chavismo y el intento de reinstitucionalización del país. Falta mucho, sin duda, de diez años de autoritarismo no se sale fácil, pero nadie podría o debería desconocer el camino recorrido.
En estos momentos habría sido totalmente inadecuado un alza de un impuesto como el IVA, que grava al valor de las transferencias locales o importaciones de bienes muebles, en todas sus etapas de comercialización y al valor de los servicios prestados. Los primeros en protestar, sin duda, serían los correístas faltos de memoria, porque cuando el expresidente andaba falto de fondos para mantener todo el aparto estatal puesto a su servicio anduvo quejándose porque Ecuador tenía el IVA más bajo de todo el mundo.
En una de sus tantas sabatinas, en las que intentaba justificar la acumulación de impuestos dijo que el Ecuador se encontraba entre los tres países con el Impuesto al Valor Agregado más bajo de América Latina, porque en Europa el promedio era del 21,6%, y había países europeos cuyo promedio era del 25%. Y, claro, explicó que el 90% de productos de la canasta básica que consumen los pobres no pagaba IVA.
El costo político, por supuesto, no le llevó a tomar ninguna decisión, aunque le servía para justificar nuevas imposiciones. Ahora, huérfano de poder político, pero no del económico, es capaz de hablar en contra de todo lo que predicó, como otro gran neoliberal cualquiera, para justificar el llamado a un supuesto paro nacional que no convoca ni a cincuenta personas.
Son los linchadores mediáticos que siguen denunciando un linchamiento mediático, solo porque las autoridades ahora les piden que rindan cuentas sobre el manejo de millonarios recursos públicos.
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