En la reunión del BID Invest realizada en Guayaquil, el vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner, descartó un incremento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en la reforma tributaria que el Gobierno entregaría a la Asamblea en agosto; por el contrario, habló de mecanismos de inclusión financiera para diferenciar el IVA, pero hacia abajo para las transacciones que se realicen por medios de pago electrónicos.
No hay duda de que es importante pensar en cualquier tipo de iniciativa, ya sea en la parte digital o en la física, que estimule el consumo. ¿Cuánto? Dependerá de la respuesta de los consumidores, pero ahí lo que se lee entre líneas, al final del día, es que la intención sería bajar los costos de las transacciones financieras para incentivar a los clientes del sistema financiero a migrar 100$ a los servicios digitales. Los bancos ya no necesitarían grandes agencias, sino más bien centros virtuales como el del Banco del Pacífico, donde el cliente puede hacer de todo sin necesidad de cajeros. Eso lógicamente va a reducir los costos en los bancos, aumentar sus utilidades y los clientes van a ahorrar tiempo.
Pero, en general, el IVA diferenciado es una estrategia usada por los gobiernos como parte de sus políticas fiscales, para aplicar una tasa según los bienes de consumo. Es decir, hay bienes por los que se podría cobrar un IVA del 10%, en otros uno del 5% e inclusive podría haber bienes con un IVA cero.
Hay un estudio que está disponible en la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile sobre el Impuesto al Valor agregado que se cobra en los 34 países parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE); de esos 34, 31 países tienen tasas diferenciadas en el IVA, desde España, Austria, Bélgica, Estados Unidos, Finlandia, Grecia, Italia, Japón y hasta México, de los países de la región.
El denominador común es que todos esos países con IVA diferenciado parten de un tributo alto, que puede estar entre el 15% y 16%, en algunos, o entre el 19% y hasta el 25% en otros. Es decir, esos países en algún momento de sus ciclos económicos decidieron incrementar el Impuesto al Valor Agregado, porque de seguro sus condiciones económicas lo permitieron, porque la renta estaba bien y el consumo era dinámico. Solo en ese momento pensaron en diferenciar, en función de la política fiscal, los diferentes puntos porcentuales para todos los bienes de consumo.
El incremento del IVA permitió a esos países mejorar sus recaudaciones y las sociedades aceptaron porque fue identificado claramente hacía donde iba el pago de ese tributo: obras públicas, servicios de salud, temas con rostro social. Solo luego de eso, esos países decidieron implementar medidas como el IVA diferenciado para ciertas cosas; entonces ahí el consumidor si se ve beneficiado al igual que los Estados.
En Estados Unidos, por ejemplo, no existe un IVA general, pero si uno por Estado. No es lo mismo comprar un teléfono celular en Nueva York que comprarlo en La Florida, las tasas son totalmente distintas.
En todo caso el anuncio de que el Gobierno no tocará el IVA para arriba es una buena noticia porque da tranquilidad a los agentes económicos que analizaban ya escenarios ante un posible incremento de ese tributo, aunque no se sabía en cuántos puntos porcentuales.
En los últimos años del anterior Gobierno hubo un incremento del IVA, pero solo fue por un período corto de tiempo debido a la necesidad de ingresos en el plazo inmediato para hacer frente a las necesidades creadas por el terremoto del 16 de abril de 2016. Entonces, las empresas buscaron varias estrategias para evitar una caída del consumo; hubo algunas que asumieron el 2% del IVA para no perder clientes. O mucha gente se aprovisionó de ciertos bienes duraderos como cocinas, lavadoras, refrigeradoras, antes de que suba el IVA.
La expectativa ahora era que con la nueva reforma tributaria, el actual Gobierno iba a subir al mismo nivel ese impuesto; es decir, dos puntos porcentuales, y los rumores y las especulaciones eran tantas que se habló hasta de un IVA del 16%.
Pese al desmentido, lo claro está que el Gobierno todavía piensa en la reactivación de la economía, para tapar el déficit, desde el punto de la política fiscal y no de la estimulación del sector productivo. Si va a existir una reforma tributaria debería plantearse la eliminación de ciertos impuestos y la reducción de otros.
Si bien es cierto, una revisión de los impuestos a la baja podría significar un mayor déficit fiscal, el Gobierno tiene otras vías para compensar como la reducción del número de Ministerios o menos burocracia. O incluso al final del día podría haber una contraprestación. Por ejemplo, una revisión a la baja del IVA puede verse reflejado en un aumento del consumo y, por ende, la recaudación del Gobierno también aumentaría; una manera inteligente de enfrentar el problema del déficit.
No hay que olvidar algo, además: el IVA perjudica a los que menos tienen y no tanto a los que más tienen. No es lo mismo el 12 por ciento sobre alguien con ingresos de 100 dólares, que sobre alguien con ingresos de mil dólares; el peso porcentual es totalmente distinto.
En las condiciones económicas actuales pensar en un IVA diferenciado sería un error. La orientación debería estar enfocada en eliminar otros impuestos y tratar de bajar uno o dos puntos el IVA para reactivar el sistema productivo. Cuando la economía esté más boyante ahí se podría pensar en aumentar en unos tres o cuatro puntos porcentuales ese tributo y solo en una tercera fase pensar en el IVA diferenciado. Debemos recordar que casi todos los productos de la canasta básica no tienen IVA.
El IVA diferenciado debería ser pensado con la misma lógica del Impuesto a los Consumos Especiales; es decir, si usted quiere un producto que no está en la canasta básica entonces deberá pagar un IVA mayor. Por ejemplo, si en la esquina venden una hamburguesa en $1,50, pero alguien prefiere una hamburguesa de una de las cadenas que cuesta $6, entonces esa persona estaría en capacidad de pagar un IVA más alto por ese producto. Pero si el consumidor no quiere pagar IVA solo debe ir al supermercado y comprar la carne molida que está en la canasta básica y no paga ese tributo.
En las condiciones actuales del país, una medida como esa será muy difícil ponerla en marcha, porque también es necesario pensar en las consecuencias, como el surgimiento de los mercados negros. Si el Gobierno pone un IVA más alto a los que consumen whisky, indistintamente de la marca, es muy probable que eso dinamice el mercado negro del whisky y el efecto esperado, el aumento en la recaudación en un sector de alto consumo, sea negativo, y bajar nuevamente ese impuesto significaría una nueva reforma.
Frente al decreto del terremoto, que aumentó el IVA al 14%, se estableció que la medida duraría pocos meses y así ocurrió, pero acá estamos hablando de política fiscal para cumplir los compromisos internacionales, como el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, sobre metas de recaudación.
Yo no creo que la medida sea la solución. Si queremos recaudar más deberíamos bajar más impuestos, así como ya se eliminó el impuesto verde, que en la práctica no tuvo los efectos recaudatorios esperados, a lo mejor la medida ideal sería bajar el Impuesto a la salida de divisas y no pensar en un IVA diferenciado sino, por el contrario, reducirlo en unos dos puntos para incentivar la economía.
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
Aumento del salario: Cara o cruz
Con el décimo y otros bonos decembrinos, primero pague las deudas
Debates
Chancay: ventajas y desafíos
275 incendios dañaron el ecosistema de Loja, en 2024