El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social fue el mayor engendro de Montecristi, creado supuestamente para que sea la ciudadanía o el pueblo quien seleccione a las autoridades que vigilarían a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial con el nombramiento de las autoridades de control, del Consejo Nacional Electoral y del Consejo de la Judicatura, el otro elemento clave en la estructura totalitaria montada por el correísmo.
Pero ¿quien era el pueblo? El expresidente Correa en un momento de delirium tremens dijo que él ya no era él sino el pueblo. Delirium tremens, delirio tembloroso porque sabía que tenía a la gente en la calle en contra, a todos a quienes había traicionado y botado a la calle, porque el poder era quería ser él. El amo del universo, en palabras de Tom Wolfe. Un amo sin rostro, perverso, manipulador. El primer logro del que se jactó al llegar al poder fue el de haber engañado al mercado con la famosa historia de los pativideos. ¿Quiénes fueron los beneficiados?
Si el pueblo era él, era lógico el reconocimiento de que él tenía el control absoluto del Consejo de Participación Ciudadana desde donde impuso sin ningún rubor a sus más cercanos colaboradores en puestos de control clave: Consejo de la Judicatura, Consejo Electoral, Fiscalía, Procuraduría, Contraloría… Él era el pueblo hasta el 24 de mayo de 2017, cuando se enfermó tras entregar el poder.
Un nuevo Consejo de Participación Ciudadana se eligió esta vez por elecciones libres y gracias a una campaña a favor del voto nulo, el expresidente pudo meter a cuatro consejeros en ese bodrio. Y creyó que había llegado el momento de recuperar el trono perdido, no porque lo cedió sino porque la ciudadanía no soporta reyes
Y una vez nombrados debió haberlos presionado tanto para desbaratar todo y nombrar otra vez en puestos clave a sus amigos y así destruir la poca institucionalidad recuperada, que terminó destruyendo la carrera política de cuatro desconocidos, los cuatro consejeros que irán a un juicio político por querer ser reyes con un rey ausente, ya sin poder como para obligar a Facebook a que no le cierre la cuenta. Alguien debe tener registrado en detalle ya los cuadernos de esta historia.
El cierre del Consejo de Participación es la única opción posible ahora, porque como reconoció el señor José Tuárez les pagan demasiado por no hacer nada. Nada, absolutamente nada. Así que se vayan a su casa y se presenten en las próximas elecciones para ver qué ganan. Porque la obsesión del señor Correa es ganar. Ganar para opinar, para criticar, para cuestionar, porque los que no ganan no son nadie, solo perdedores.
La obsesión del capitalismo imperialista más cruel que supuestamente dice despreciar tanto él señor Correa como el señor Tuárez, quien predica la pobreza y el odio contra el matrimonio civil igualitario, igual que el señor Correa, con un pequeño patrimonio de más de $370 mil, con el que seguramente puede vestir con polos Lacoste.
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