Cuando fue propuesto para el Consejo Transitorio de participación, una burda y poco imaginativa correísta dijo que Julio César Trujillo era muy viejo. Ante ello, él manifestó que estaba orgulloso de que, a los 87 años, solo pudieran decirle viejo, pero no ladrón. Lo expresó con firmeza, porque a su edad, camina despacio, pero el cerebro le funciona admirablemente bien. Y sobre todo porque tiene una vida entera de consecuencia y honradez que muchos que ejercieron importantes cargos no pueden mostrar.
Trujillo nació en Ibarra en 1931, donde fue a la escuela y al colegio. Estudió derecho en la Universidad Católica y luego comenzó una larga carrera de abogado laboral. Muy joven se casó con Martha Troya, que ha sido la compañera de su vida hasta hoy. Fiel a la Doctrina Social de la Iglesia, como los jóvenes católicos de entonces, entró al Partido Conservador.
En 1966 y 1970 fue diputado tres veces e impulsó cambios sociales y de modernización que desafiaban las tesis del conservadorismo. Eso lo llevó a dejar el Partido Conservador y a formar la “Democracia Popular” (DP), que llegó al gobierno en alianza con CFP en 1979. Entre 1979 y 1984 fue legislador. Ese año fue candidato presidencial pero no ganó. En los noventa terminó fuera de la DP, por incompatibilidad con el giro neoliberal del partido.
Se conoce poco que Julio César fue un gran impulsor de la reforma universitaria. Como decano de derecho y vicerrector de la Universidad Católica, en los setenta, promovió en forma pionera los cambios más radicales del sistema superior de entonces, cuyas principales figuras fueron Manuel Agustín Aguirre y Hernán Malo. En los noventa fue el iniciador del taller constitucional de la Universidad Andina Simón Bolívar, referente de la reflexión sobre el tema.
No pocos intelectuales y políticos han ido de la radicalidad de izquierda a la moderación; a veces, hasta al compromiso expreso con la derecha y el capitalismo. Julio César Trujillo ha recorrido el camino contrario. Fue desde el conservadorismo al centro reformista, y de allí a una radical identificación con las tesis sociales y las luchas populares. Fue constituyente por Pachakutik en 1998 allí lideró la bancada progresista que logró grandes cambios en los derechos y garantías ciudadanos. Ha participado activamente en la defensa de los derechos humanos y en la protesta de los movimientos sociales.
Formó parte de la Comisión Nacional Anticorrupción que le puso el pecho al autoritarismo y los turbios manejos correístas. Trujillo no ganó la presidencia de la República de 1984, pero llegó a ser uno de los grandes referentes éticos del Ecuador. Es un viejo sabio y honrado. La sola mención de su nombre estorba a los que se han hecho ricos con la política en la década de la “dictadura del robo”.
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