Lo más importante es ser organizado para hacer bien ambas cosas. Tanto la academia como la maternidad son temas de vocación. Lo importante es que uno escoja lo que quiera ser, pero por vocación, es decir, por la razón correcta.
En mi caso, elegí ser madre por vocación, así como elegí ser científica y académica. Hay que poner esfuerzo para obtener los mejores resultados en ambos mundos y, desde mi experiencia, es un poco sinergético: lo uno me ayuda con lo otro. Yo tuve a mi hija en el segundo año de mi posdoctorado, en la NASA.
Mi campo de estudio que son las ciencias atmosféricas son mi verdadera pasión y al mismo tiempo viene la necesidad de educar a los hijos con el ejemplo. Yo le muestro a mi hija lo contenta que estoy con lo que hago. Eso me ha llevado a incorporar a mi hija a mi mundo, a todo lo que hago: siempre está en la vida académica, siempre estamos conversando, me ve preparando mis presentaciones y cuando viajo, de igual manera.
Aunque ella siempre ha estado relacionada con el tema académico, es libre de escoger lo que más le guste. Uno va a ser exitoso y sobre todo feliz cuando escoge lo que quiere ser. Mi niña tiene mucho contacto con la universidad, viene al laboratorio, a mis actividades. Una parte fundamental de la educación es proporcionarles un menú de todo pero darles la libertad de escoger. A ella le gusta mucho la música, está aprendiendo piano y no forzamos una sola disciplina.
No espero que cuando crezca se convierta en científica, lo que quiero es que ella sea feliz porque cuando uno encuentra el propósito y la motivación en la vida llena el aspecto profesional. Las personas no somos un solo aspecto, no somos solo lo personal o solo lo profesional, sino la combinación de todas las facetas.
Lo que más inculco a mi niña es que sea honesta y que diga la verdad, ese es un terreno muy seguro. Y otra cosa que reafirmo en nuestra relación es la confianza y quiero que en el futuro las primeras personas en la que confíe sean su papá y su mamá.
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