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‘Estrategias o Acoso Publicitario… una visión desde el consumidor’

sábado, marzo 16, 2019
Las tecnologías de rastreo como las cookies están recabando información acerca de los sitios que visitamos. Además, los rastreadores ahora son tan sofisticados que pueden detectar cuando estás pensando comprar algo, pero no lo haces, y les dicen a los anuncios que te persigan para que finalices la compra
Tiempo de lectura: 3 minutos

Es impresionante las estrategias utilizadas por el marketing en la actualidad. Gracias al avance de la tecnología y el creciente uso de equipos electrónicos e internet de la mayor parte de la población, se puede acceder a todo tipo de persona, sea este cliente potencial o no, sin barreras de tiempo, distancia y circunstancias. Estamos rodeados de todo tipo de publicidad las 24 horas del día, ya no la elegimos, ella nos acosa, constantemente e insistentemente al punto de llegar a persuadirnos a la compra sobre algo que no necesitamos.

Si nos referimos a los anuncios a través de internet, cualquiera sea el medio de información que utilices, te encontrarás con publicidad no sólo presente por si, voluntariamente la quieres conocer, sino también aquella publicidad invasiva que te interrumpe en tus redes sociales; una película; una conversación; una canción o un video que estás observando. La explicación para esto es que “tecnologías de rastreo como las cookies están recabando información acerca de los sitios que visitamos. Además, los rastreadores ahora son tan sofisticados que pueden detectar cuando estás pensando comprar algo, pero no lo haces, y les dicen a los anuncios que te persigan para que finalices la compra”. (Chen, B, 2018)

Algunos dirán que existen varios recursos para bloquear los anuncios publicitarios en tus dispositivos electrónicos, pero si el acoso publicitario se diera únicamente en la red, ya sabrías que al ingresar a ella te expones al mismo, sin embargo, otro caso lo vemos en el uso del teléfono, cuando te hacen llamadas ofreciéndote productos o servicios que no solicitaste, haciendo publicidad engañosa mediante fantásticos ofrecimientos y facilidades. Lo peor de todo es cuando empiezan un discurso elaborado en desenfrenado cumplimiento de darte la mayor información posible en corto tiempo, sin opción a interactuar en caso que te interese o decir no deseo si fuere lo contrario. ¿Qué terminas haciendo?, tirando el teléfono o respondiendo un “no” rotundo, puesto que si quieres ser amable corres el riesgo de que tus palabras sean tergiversadas o te comprometan con algo que no decidiste.

Para evitar el spam telefónico, desde listaspam.com aconsejan no facilitar nunca el teléfono en páginas online, por muy fiables que parezcan. “Por desgracia muchas empresas venden o utilizan dichas informaciones de forma fraudulenta, con lo cual tus datos pueden acabar en el sitio más inesperado”. Además, antes de contestar a una llamada de un número desconocido, se recomienda buscarlo en la web, para verificar si se trata de spam. (El País, 2012). Sin embargo, sabemos que el teléfono es un medio de comunicación muy frecuente por cuestiones de trabajo, contactos y otros, por lo que resulta un poco difícil restringir el acceso, el problema mayor estaría en instituciones que venden sus bases de datos, exponiendo a sus clientes.

Ahí no termina todo, está la publicidad que se cruza por cualquier lugar que vayas, sea la ciudad o la carretera, en cualquier medio de transporte que elijas; en postes; estaciones de servicio; de espera; cualquier sitio: Ya no hay lugar en el cual puedas estar o sentirte libre de esta intromisión y acoso. Lo único que nos queda es no caer en la trampa del consumismo; de la compra compulsiva, debemos empoderarnos en nuestra capacidad crítica de elección y de decisión, priorizando nuestras necesidades reales.

Frente a esta extenuante exposición y acoso publicitario, debemos hacernos responsables de las decisiones que tomamos, que sea por propia convicción y no por persuasión o presión de la sociedad consumista y materialista que se nos quiere imponer. Recomiendo empoderarnos en la toma de decisiones conscientes y responsables haciéndonos antes las siguientes preguntas: ¿realmente lo necesito?; ¿puedo prescindir de ello?; ¿con qué frecuencia haré uso de ello?; ¿lo que voy a adquirir me ayuda a bienestar integral?; ¿puedo utilizar ese dinero en algo de mayor importancia para mi bienestar y el de mi familia? ¿puedo utilizar ese dinero para pagar deudas ya adquiridas?

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