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Mi vida, mis decisiones, mi ciencia

Andrea C. Landázuri
Universidad San Francisco de Quito
sábado, febrero 23, 2019
La vida está llena de sacrificios, circunstancias difíciles, retos, momentos amargos, decisiones equivocadas, y no siempre se da lo que “uno quiere”. Hay que ser más sabios.
Tiempo de lectura: 4 minutos

Estamos en el lugar donde debemos estar debido a nuestras decisiones y por lo que hemos trabajado. Aunque a veces nos trazamos planes en distintos ámbitos, existen oportunidades que aprovechar y con estas la elección de correr riesgos. Es así como mi vida se ha fusionado con la ciencia y desarrollo profesional, siempre adelante y es lo que quiero transmitir en este artículo, que es mi historia.

Soy profesora del Departamento de Ingeniería Química desde hace ya 4 años y medio, alumnus USFQ, y Directora del Grupo de Ingeniería, Ciencias Aplicadas & Simulación (GICAS). El título más importante que tengo es: ser mamá de tres. Mi experiencia académica y profesional no fue la convencional.

¿Qué deseaba “ser realmente” ?: cantante, arquitecta, diseñadora multimedia, o ingeniera en alimentos. Nada de lo último se dio de manera absoluta. ¿Es esto realmente malo o causa de frustración? Para quien esté viviendo algo similar quisiera repetir lo siguiente: estás donde debes estar. No es cuestión de resignación, sino de actitud y aceptación de que existen circunstancias que nos llevan a decidir algo en un determinado momento.

A los 18 años, al decidir qué estudiar, tuve tres opciones en mente: arquitectura, ingeniería industrial o ingeniería química, que no necesariamente estaban ligadas a mis pasiones, era demasiado tímida para ser cantante. Me registré en Ingeniería Industrial y por alguna razón que, realmente no sé, me cambié a Ingeniería Química. A los dos años, con la clase de Termodinámica, quise “botar la toalla”. En retrospectiva, me alegro no haberlo hecho, aunque en ese momento, se sintiera que esto “no es para mí”.

Todo mi pregrado fue una “lucha”, pensé que no era lo suficientemente buena. A los 21 logré ir de intercambio a la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (¡más lucha todavía!), el primer semestre allí fue todo un reto, un “suplicio” realmente. En el segundo semestre, entré en la onda e inclusive empecé a colaborar en investigación con un profesor en Ingeniería en Alimentos. Al acabar mi periodo de intercambio, debí regresar y comenzar mi tesis. Desde mi pregrado y luego a mí regreso, siempre fui ayudante de cátedra en la USFQ, instructora de ejercicios y laboratorios, lo cual me brindó una buena escuela al respecto de impartir clases y hacer investigación.

A los 23 años tuve dos opciones que fueron determinantes en el rumbo de mi vida: ir a trabajar en “la empresa de mis sueños”, o estudiar el Doctorado en Ingeniería Química en Arizona. Pues, evidentemente opté por la segunda opción, más miedos y pruebas que vencer. “Suplicio”, nuevamente. “Padecimiento”, sí, así lo catalogo.

Sin embargo, la satisfacción de haber pasado el examen de candidatura; teniendo ya mis dos primeros hijos mientras estudiaba el doctorado, es inigualable. Ese fue un punto de quiebre importante en mi vida personal y académica. Vi que los sufrimientos fueron indispensables para valorar y reconocer que el esfuerzo merece la pena y contaba con mi propia motivación y la de mis hijos para ello. Tras todo esto, luego de todo el trabajo y sus recompensas, recuperé la confianza en mí misma.

Esta lucha, no ha sido enteramente personal, he podido contar con gente incondicional, en todos los aspectos de mi vida, que me han ayudado e impulsado a culminar cada ciclo, como persona, madre y profesional, siempre estaré agradecida. Actualmente, sí canto, inclusive estudio teatro musical (algo que no hubiese imaginado), realizo investigaciones junto con Profesores de Ingeniería de Alimentos y otras áreas; actividades que como mencioné anteriormente pensé eran sueños olvidados.

Dado que tuve la oportunidad de especializarme en varias temáticas, durante el doctorado en el tema de Simulaciones de Transporte de Contaminantes, de haber trabajado en la Empresa Publica Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento en Quito, y de realizar investigaciones en Ingeniería de Alimentos en UIUC, decidí “no dejar nada afuera” y crear el GICAS. Este grupo fue creado bajo la misión, de brindar oportunidad a los estudiantes e investigadores de trabajar en colaboración y en cualquier tópico basado en ciencias fundamentales y aplicaciones ingenieriles, intentando cerrar el ciclo del descubrimiento, aprendizaje y aplicación a través de la simulación y así la optimización de recursos. Trabajamos en el tratamiento de aguas, ingeniería verde, recuperación de compuestos de alto valor agregado (a cargo de mi colega Lourdes Orejuela), simulaciones de dinámica de fluidos computacional, de transferencia de calor y de masa, principalmente. El Proyecto Moringa en Ecuador, es el proyecto insigne del grupo, el mismo que se basa en la utilización de desechos de semillas de Moringa oleifera Lam. para procesos de purificación de agua potable y residual; su uso como biomaterial y en aplicaciones cosméticas, alimenticias, entre otras. Procesos de filtración con diversos materiales, el modelado y simulación de estos procesos y la remoción de metales y contaminantes emergentes del agua, son de nuestro interés.

He descubierto varías cosas en el camino, como el disfrutar dar clases, realizar investigación y transmitir conocimiento a mis estudiantes que son imprescindibles para mis investigaciones, sin ellos, nada sería posible. Espero que el GICAS traiga más resultados, aplicaciones y méritos; que mis estudiantes no boten la toalla y que sigan adelante por más difícil que puedan parecer las cosas. Además, es importante “darse tiempo para todo”, no importa la edad, algunos sueños sí se pueden cumplir.

Las palabras y frases que he escrito entre comillas han sido a propósito. La vida está llena de sacrificios, circunstancias difíciles, retos, momentos amargos, decisiones equivocadas, y no siempre se da lo que “uno quiere”. Hay que ser más sabios, sí. Quizá uno no lo ve ese momento, pero ya a mis treinta y tantos, miro atrás, y me alegro de no haber desistido cuando tuve las ganas de hacerlo. Eso sí, mis prioridades son las mismas: Dios, mis hijos, mis padres, mi hermano y su familia, el resto de mis familiares, mis amigos incondicionales junto con mi pasión por investigar y transmitir conocimiento y experiencias.

Si te encuentras en una situación similar, no te olvides que “estás donde debes estar”. Con esto no quiero decir que, si puedes cambiar de carrera o decantarte por otra opción no lo hagas, no. Siempre hay que decidir; no obstante, aprende a analizar mejor, tómate tu tiempo, los frutos se ven después y habrá valido la pena.

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