AMLO es una inyección de vitalidad democrática para América, dijo Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos en España y uno de los asesores en el proceso de construcción de la Constitución de Montecristi que permitió al expresidente Rafael Correa gobernar durante 10 años.
AMLO, el acrónimo de Antonio Manuel López Obrador, que había intentado llegar al poder desde 2006 hasta que lo consiguió en 2018, con una amplía mayoría, por el cansancio del electorado con una política hipócrita por fuera de las agendas sociales y su promesa de no intentar eternizarse en el poder como Cristina Kirchner, Evo Morales, Lula da Silva, Rafael Correa, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y los hermanos Castro.
Mucho se dice y se ha dicho alrededor de su figura en sus primeros días en el poder. Sus discursos son pausados, sin de largo aliento. Dice que es una forma de pedagogía y apela mucho a los jóvenes y a cómo es su deber moralizar la vida pública para que la corrupción no sea una aspiración para superar la pobreza. Lo dice de alguna forma cada mañana cuando se enfrenta a decenas de periodistas.
La llamada izquierda castrista, madurista o chavista fue la que más aplaudió su victoria. Fue como una especie de renacer después de haber sido enterrado su proyecto en América del Sur y parte de Centroamérica por todos los casos de corrupción ventilados cuando sus líderes abandonaron el poder muy a su pesar de las legislaciones hechas a su medida, con la firme convicción de volver. Tal vez es a lo que se refería Juan Carlos Monedero, que cuando escuchó la palabra Constituyente ya estaba en cuerpo y alma presente en México.
Los partidarios de López Obrador son firmes creyentes de las redes sociales, porque eso ha llegado a convertirse en el catecismo de la política del siglo XXI. Son ellos contra el imperio mediático, en el caso de AMLO, ahora el periódico Reforma. Twitter, Facebook e Instagram, las grandes revoluciones tecnológicas armadas desde el imperio, son sus grandes descubrimientos, ni siquiera como sus hacedores sino como usuarios.
El guión del socialismo del siglo XXI parece el mismo en el caso actual de México donde guerreros digitales luchan contra emporios mediáticos, pero las circunstancias son otras a las heredadas por Maduro de la voz agonizante de Hugo Chávez cuando lo visitaba en una clínica secreta en Cuba.
Monedero seguramente está listo a pasar la Constitución hecha para Hugo Chávez a Maduro después de haber hecho un copy paste para Rafael Correa y seguramente esperaba hacer lo mismo con López Obrador y tal vez muchos de su entorno la reciban con euforia. Pero tal vez luego se lleven una gran decepción. ¿Por qué Maduro ha bajado el tono del supuesto apoyo que recibe de México al no respaldar abiertamente a Juan Guaidó?, ¿por qué México ya no está en sus oraciones?
Hay una cosa que olvidan los que pretenden gobernar para siempre en el mundo actual, la globalización sí es una realidad. Existe, al igual que la insipidez de quienes pretenden neutralidad en casos de violación a los Derechos Humanos. La memoria sobre el PRI, el PAN, el chavismo, el madurismo, el castrismo y todos los tantos ismos insufribles es muy similar, porque solo una cosa no hay, es el olvido. Lo dijo Borges, tan burgués para los admiradores a Roberto Arlt como de Julio Cortázar.
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