La decisión de Estados Unidos de congelar los fondos de Citgo, la filial de Petróleos de Venezuela (PDVSA), por unos $7.000 millones, que supondrán pérdidas en las exportaciones de crudo venezolano por $11.000 millones, lo único que hace es acorralar aún más al gobierno de Nicolás Maduro para obligar a una transición pacífica del poder al presidente interino Juan Guaidó.
Citgo se maneja con las reglas de Estados Unidos y fue usada como arma de campaña contra el llamado imperio por Hugo Chávez al regalar gasolina en las barriadas pobres estadounidenses. Es una empresa importante que compite con las grandes de ese país.
Las medidas anunciadas por Washington contra el régimen chavista debilita aún más al gobierno ilegítimo de Maduro y es parte de la presión internacional que ha logrado mostrar síntomas de debilitamiento en el apoyo militar que sostiene a Maduro.
En #Venezuela, 77 niños, algunos de solo 12 años han sido detenidos por participar en las protestas, según @UNHumanRights.
Más de 40 #venezolanos han muerto y 850 han sido detenidos.➡️ https://t.co/t5U6TGWjuD pic.twitter.com/tSUMMRBmEi
— Noticias ONU (@NoticiasONU) 29 de enero de 2019
El show montado por Maduro en los últimos días, al salir en maniobras militares en mar y tierra, es solo otro síntoma más de la debilidad del régimen. Ahora busca mostrarse junto a las Fuerzas Armadas hasta en esos ejercicios para tratar de dar a entender que todavía conserva el poder.
Un poder casi ficticio porque el 97 por ciento de los ingresos de Venezuela es petróleo. Si Hugo Chávez primero y luego Nicolás Maduro lograron sostenerse en el poder es porque esos ingresos que llegaban a las arcas fiscales fueron usados a discreción para pagar los sueldos de la abultada burocracia, de las Fuerzas Armadas, de la Policía, de las brigadas armadas, del Servicio de Inteligencia o para el pago a la gente que tiene la tarjeta bolivariana, en vista de que el chavismo no tenía ni tiene mayores proyectos que ejecutar, ni obras de infraestructura que terminar ni trabajos de mantenimiento que hacer.
Con el transcurso de los años esos apoyos se fueron debilitando y ahora aún más, porque Venezuela en estos momentos solo exporta un millón de barriles por día cuando antes exportaba tres millones y medio.
Maduro sintió el golpe cuando el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, anunció que entregará al líder opositor Juan Guaidó el control de las cuentas que la petrolera de Venezuela, PDVSA, mantiene en Estados Unidos.
Si los recursos son congelados desde el exterior o son redirigidos hacia el nuevo presidente encargado es obvio que el debilitamiento del chavismo es profundo, porque llegará un momento en el que ni siquiera tendrá recursos para pagar los salarios a las Fuerzas Armadas, su sostén en el poder en estos últimos años.
Es un debilitamiento evidente desde el 13 de enero cuando el Servicio Bolivariano de Inteligencia detuvo a Guaidó, a tan solo 48 horas de haber declarado usurpador a Maduro y pedir el apoyo de los venezolanos y las Fuerzas Armadas para acoger lo establecido en la Constitución y nombrar un presidente interino.
El líder de la oposición fue liberado minutos después de que la noticia se regara como pólvora por el mundo. Maduro ya no podía actuar como hacía en otras circunstancias cuando detenía y encarcelaba a sus opositores hasta con el invento de cargos porque tiene todo el sistema de justicia bajo su control.
Desde entonces, Guaidó se ha fortalecido con el respaldo de la comunidad internacional y sobre todo con el apoyo de millones de venezolanos, tanto de dentro y fuera de ese país. Sus convocatorias a las marchas contra el usurpador son multitudinarias. Toda la oposición se ha juntado en torno a su figura y él tiene claro que su primera misión será un llamado inmediato a elecciones libres y transparentes como reclama la comunidad internacional. Guaidó ha dejado claro el mensaje de que es un gobernante interino.
A las sanciones de Estados Unidos también se ha sumado el Banco de Inglaterra que se niega a devolver el oro de Venezuela a la dirigencia chavista.
Lo que todavía no está claro es cómo Juan Guaidó podrá administrar esos recursos internamente porque no está a cargo del Ejecutivo y es el Banco Central y los Ministerios los que operan y ejecutan la economía venezolana. Lo que existe ahora es una especie de acumulación de recursos para que no vayan a una cuenta del Ejecutivo sino a otras cuentas que puedan ser encausadas al nuevo gobierno.
A la par de la presión económica se suma la ayuda humanitaria comprometida en alimentos y medicinas. Es decir, hay acciones paralelas para ayudar a salir a Venezuela de su crisis humanitaria a la par de la crisis política y económica.
Luego están las otras medidas como la prohibición de Washington a las empresas estadounidenses para mantener negocios con el gobierno de Maduro, que es como decirles no les compren petróleo.
En este contexto es difícil comprender el papel que podrán jugar países como China o Rusia, porque es una presión económica que es posible gracias a como se manejaron los recursos de Venezuela en el chavismo. Una concentración de los recursos que son de todo el estado venezolano facilitó la toma de estas medidas muy directas.
En resumen, en estos momentos hay un líder de oposición que representa al Ejecutivo. Es un líder que tiene un respaldo muy importante de la comunidad internacional y hasta de los organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo que anunció ya el congelamiento de los créditos aprobados a Venezuela durante el régimen chavista.
Son medidas muy fáciles de sacar adelante porque los directorios de esos organismos están integrados por países de la comunidad europea, Japón, Estados Unidos que han mostrado su respaldo incondicional a Guaidó.
El chavismo se quedó sin capacidad para respaldar nuevos créditos y alargar su agonía, porque además cada préstamo de estos organismos requiere de una contraparte nacional, que es como del 30% o 40% que Maduro no tiene.
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