Los demócratas recuperaron la Cámara de Representantes tras ocho años de mayoría republicana y debilitaron a Donald Trump, según las proyecciones de las cruciales elecciones legislativas en Estados Unidos, aunque según las mismas proyecciones los conservadores mantienen el control del Senado.
Los demócratas se acercaron a la mayoría en la Cámara de Representantes tras ganar 20 de los 23 escaños que necesitaban. Según las proyecciones, los demócratas se harán con 238 puestos, mientras que los republicanos obtendrán 197.
El descontento con el presidente, uno de los gobernantes más impopulares de la historia reciente, movilizó a los votantes progresistas en unos comicios marcados por la alta participación y reflejo de un tiempo nuevo. A falta de los resultados finales, sobre las 11 y media de la noche, los datos ya mostraban que los estadounidenses han escogido un Congreso con más mujeres y más diversidad racial y religiosa que nunca.
Trump ha gobernado hasta ahora desde la Casa Blanca con la tranquilidad de que al otro lado de la Avenida Pensilvania también reinaban los suyos, pero el cambio de mayoría conlleva muchos problemas para el republicano. Los demócratas podrán bloquear la aprobación de leyes, ya que requieren el visto bueno de ambas partes del Capitolio. También disponen de la potestad necesaria para iniciar investigaciones sobre Trump y sus negocios e incluso impulsar un proceso de destitución o impeachment, que difícilmente prosperaría, porque necesita dos tercios de los senadores.
La oposición a Trump podrá impulsar sus propios proyectos legislativos, aunque luego se dé de bruces con el muro republicano en el Senado.
La llamada ola azul, color con el que se identifica al partido de Barack Obama y Hillary Clinton, llegó con timidez, sin fuerza para arrastrar la Cámara alta, una empresa sumamente difícil en tanto que solo se renovaban 35 de los 100 escaños y la mayoría, 26, eran demócratas. Así, aunque lograron arrebatar plazas republicanas como la de Colorado, perdieron otras, como la de Indiana.
El primer gobernador abiertamente homosexual del país salió elegido en Colorado: Jared Polis; Tennessee envía por primera vez al Senado a una mujer; Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York, se convierte, con 29 años, en la mujer más joven elegida nunca en la Cámara de Representantes y la victoria de Rashida Tlaib en Michigan significa la llegada del primer musulmán al Capitolio.
El voto anticipado registrado a un día de la cita se disparó (34,5 millones, un 50% más que en 2014, según la CBS), señal de un nivel de participación mucho más elevado de lo habitual.
Ahora los demócratas leerán los resultados con cuidado y tratarán de buscar algunas respuestas que indiquen cuál es el camino a seguir en 2020, cuando vuelve a elegirse al inquilino de la Casa Blanca. Las elecciones de medio mandato siempre destilan aroma a plebiscito, pero estas lo han hecho especialmente, ya que Trump se ha colocado en el centro de la campaña, como candidato omnipresente en múltiples mítines.
Trump llegó a esta cita electoral con un ratio de aprobación del 40%, una tasa sorprendentemente baja para un presidente que está viviendo una de las fases expansionistas de la economía más prolongadas de la historia. La buena marcha de la economía, con el nivel de desempleo más bajo desde la guerra de Vietnam, consistía en su gran baza electoral, pero el magnate neoyorquino trató de contrarrestar la movilización de los demócratas azuzando a sus bases con el discurso contra la inmigración, vinculando a los sin papeles con la violencia y haciendo uso de su poder presidencial, al enviar a más de 5.000 soldados a la frontera.
Las encuestas a pie de urna, según El País, revelaron que mientras que republicanos votaron pensando en la inmigración, los demócratas lo hicieron con la sanidad.
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