Debía ser el partido de la historia, pero la Superfinal River-Boca no se jugó. Los serios incidentes que sufrió el micro xeneize al llegar al Monumental y una batalla campal en los alrededores del estadio derivaron en la suspensión del partido. Lo único que se vio en el estadio, transmitido para todo el mundo en directo, fue una ola de incidentes que se desató con la agresión al bus que transportaba a la plantilla de Boca Juniors.
El partido, después de muchas discusiones, en un clima de tensión y enfrentamientos constantes de hinchas con la policía, y con la negativa de Boca de jugar por el estado de sus futbolistas, finalmente se suspendió para este domingo a las 15:00.
El episodio comenzó cuando el bus de Boca llegaba al estadio y se topó de frente con una horda de aficionados de River Plate que lo recibieron con piedras. Adentro venía la plantilla de Boca.
Los jugadores cantaban y arengaban para hacer frente al clima de tensión que encontrarían; de fondo sonaban las sirenas policiales que los escoltaban y que fueron insuficientes. Entonces los futbolistas fueron sorprendidos por impactos en las ventanas, los jugadores se refugiaron dentro del bus, en minutos de mucho drama para el equipo, con esquirlas, y con gases que inundaron el aire en segundos.
Pablo Pérez, capitán de Boca Juniors, fue el más afectado. Tuvo que ser trasladado a una clínica luego de la agresión, por recibir esquirlas en un ojo. Lo mismo que Gonzalo Lamardo. Los demás jugadores llegaron al camerino visitante del Monumental con malestar, producto de los gases usados por la policía para dispersar a los aficionados. Carlos Tévez, ícono del equipo, vomitó varias veces en el vestuario, según informaron desde el club.
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