La Asamblea Nacional tal vez agobiada por tantas condecoraciones que recibía el expresidente Rafael Correa o tal vez porque poco tenía que hacer más que aprobar las leyes que desde Carondelet se enviaban masticadas, decidió retribuir el gesto y comenzó a repartir condecoraciones.
El primero en recibir una fue Luis Chiriboga. El presidente de la FEF recordó que en 1998 ocupaba uno de los curules del entonces Congreso de Ecuador. “De este recinto (Asamblea) llevé conmigo toda la disciplina y todo el amor a la patria que se aprende en este sagrado edificio, para dedicarlos a la Federación Ecuatoriana”.
Más tarde se supo cuál fue el amor a la patria que aprendió en ese recinto con el sonado caso FifaGate, por el que fue sentenciado. Igual pasó con la condecoración a Carlos Pólit como reconocimiento al mérito cultural, educativo, deportivo y social. Ahora, el lujo de contralor del expresidente Correa está en Miami con una sentencia en su contra por la trama de corrupción tejida por la constructora brasileña Odebrecht en Ecuador.
Pero uno de las condecoraciones que más dio que hablar en el mundo fue la entregada a Cristina Fernández de Kirchner por Gabriela Rivadeneira, cuando ya era señalada por varios casos de corrupción en Argentina, en septiembre de 2016. El gobierno de Correa estaba de ida y fue recibida con todos los honores de jefa de Estado.
“Hoy estamos aquí como un día peronista, compañeros y compañeras -dijo Gabriela Rivadeneira-, hoy reconocemos la estatura continental de una mujer que ha impulsado con fuerza el proyecto integracionista latinoamericano”. Cristina Férnandez de Kirchner se dio el lujo de corregir tres datos a Rivadeneira, porque se había quedado corta en los elogios a los logros alcanzados por su gobierno. Así era la alfombra por la que se paseaba la exmandataria argentina.
Entre el público que asistió a la condecoración estaba Delcy Rodríguez, canciller de Venezuela; la política colombiana Piedad Córdoba, entre los invitados internacionales. Y el entonces ministro de Defensa, Ricardo Patiño, además del entonces superintendente de Comunicación, Carlos Ochoa, entre los nacionales.
La semana pasada el pleno de la Asamblea, con 86 votos afirmativos, anuló las tres condecoraciones por más que evidentes razones. La lección, el país necesita más trabajo y menos condecoraciones que alimentan el ego de quienes viven de eso, del ego y otras cosas non sancta.
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