El expresidente Rafael Correa ha estado muy activo en redes sociales convocando a una marcha contra el gobierno de Lenín Moreno al que acusa de haber traicionado su proyecto político. ¿Cuál proyecto político?, ¿el de la reelección indefinida? En un mensaje publicado en su cuenta de Twitter, el exmandatario llamó para el 13 de septiembre a una movilización.
Cuando las protestas contra su gobierno arreciaban en 2015, el expresidente solía convocar a sus partidarios a la plaza de la Independencia para entonar añejas canciones de una izquierda más añeja todavía. “Los golpistas no pasarán, con el pueblo se toparán”, solía gritar después de soltar las trilladas frases de: “Somos más muchísimos más. Viva la Patria. Hasta la victoria siempre”.
Desde entonces mucha agua ha pasado debajo del puente. El exmandatario acorralado por los juicios instaurados en su contra por actos irregulares sucedidos durante sus 10 años de mandato se ha pasado del lado de lo que tanto criticó: los golpistas, que no dudan en acudir a organizaciones del imperio como la CIDH para denunciar una supuesta vulneración de sus derechos.
La estrategia del correísmo está bastante clara, intentar sembrar el caos para tratar de pescar a río revuelto. No es solo la convocatoria a marchas para aprovechar las otras convocatorias a las protestas por las medidas económicas, sino el llamado a una Asamblea Constituyente desde donde seguramente sueña con volver al poder para cobrar venganza: el sueño húmedo de sus partidarios.
El correísmo, es claro, se ha quedado con la foto de 2007 cuando supo canalizar todo el descontento contra el sistema de partidos para coptar todas las instituciones del Estado. Así llegó a decir que era el presidente de todas las Funciones del Estado, sepultando la división de poderes. Así pudo ejercer un control casi total de la sociedad, pudo tener un país donde nada se hacía sin su visto bueno, donde podía dictar sentencias si le daba la gana.
Ahora llama a salir a protestar contra el gobierno de su excoideario y luego ir a la cárcel 4 de Quito para saludar al exvicepresidente Jorge Glas, sentenciado por asociación ilícita en el caso Odebrecht, una de las mayores tramas de corrupción en América Latina. Ahora habría que ver cuántos se suman a la marcha a la cárcel 4.
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