Decenas de personas acompañaron al compositor Carlos Rubira Infante en su último adiós. Todos se reunieron en la Sala de Velaciones Exclusiva 2 de la Junta de Beneficencia de Guayaquil para velar sus restos y darle el último adiós a uno de los personajes más icónicos de la música nacional, reseña diario El Universo.
Luego este último saludo el féretro fue trasladado al Cementerio General de Guayaquil. A su despedida, un día antes de que cumpliera 97 años, acudieron la cantante Hilda Murillo y su madre, Fresia Saavedra, que interpretaron algunos temas de la autoría del músico guayaquileño fuera de la sala de velaciones.
La Junta de Beneficencia informó que entregó en donación una bóveda mausoleo para que sean sepultados los restos del cantautor y creador de más de 600 composiciones de ritmos de música nacional. El Municipio de Guayaquil dispuso tres días de luto.
En el homenaje post mortem para Rubira Infante, su tema ícono Guayaquileño madera de guerrero, que fue entonado con euforia no solo por los artistas que estuvieron cerca del féretro, sino por todo el público que se encontraba agolpado ayer en el sitio.
Anita Quinde Salvadores fue la encargada de entonar algunas canciones de la autoría de Rubira, al pie de su féretro. “Él fue mi maestro y este es mi homenaje a quien me enseñó a amar la música ecuatoriana”, dijo.
Gilda Rubira, una de las hijas del compositor, dijo que esta pérdida no la siente únicamente su familia sino todo el país: “Pienso que todas aquellas personas que se han sentido identificadas con la música que mi padre ha creado, esas personas están de duelo. Y no es solamente aquí en el país, también fuera, porque tenemos ecuatorianos por todo el mundo y ellos al cantar las canciones de mi padre lloran”.
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