El nombre de Otavalo se relaciona con una creencia mitológica basada en varias interpretaciones: para el idioma chaima (Caribe-Antillano) la palabra Otavalo proviene de la separación de las sílabas Oto-va-l-o, “lugar de los antepasados”. En el idioma pansaleo lo relaciona con “casa”. En el idioma chibcha significa “en lo alto grande laguna”; y en la lengua originaria, el quichua, se traduciría como “cobija de todos”.
Las características y atractivos encontrados en este lugar han sido la motivación para emprender un viaje a esta ciudad y poder conocer de cerca sus atractivos turísticos-culturales que despiertan el interés de los propios ecuatorianos como de turístas extranjeros que la ciudad recibe cada año.
Antes de empezar a describir el periplo efectuado por la ciudad de Otavalo, nos gustaría mencionar lo que nos dijo Juan Valdano (escritor quiteño que ha estudiado el tema de la identidad de los ecuatorianos) que en la cultura ecuatoriana maduró “un proceso de reflexión y descubrimiento del “nosotros”; esto es, de las formas históricas que han configurado el ser colectivo, esa identidad del pueblo cambiante y heterogénea”. Estas expresiones nos dan la pauta para dimensionar la cultura y costumbres de Otavalo que siguen intactas tras las nuevas generaciones que han asumido el turismo como un potencial para difundir su identidad.
Uno de los atractivos que empezamos a describir es el bosque protector. Sitio donde se ubica la cascada de Peguche. Este lugar alberga una gran variedad de aves y mamíferos. La vegetación, por su parte, tiene un encanto natural que se lo disfruta en el recorrido de 45 minutos que se marcan desde la entrada al parque administrado por la comunidad indígena Fackcha Llacta (Pueblo de Cascada). Más de 60 familias indígenas viven de esta actividad turística, conservan y vigilan el bosque, además de aprovechar su tierra fértil con la siembra –en las zonas altas del sendero– de maíz, fréjol, melloco, habas, etc..
Además, en este lugar se encuentran importantes vestigios precolombinos como piscinas, cuevas, un reloj solar y batanes. La cascada, considerada como un “sitio sagrado” por yachak (chamanes) que purifican su espíritu para iniciar las fiestas como el Inti Raymi (fiesta del solsticio de junio) Paukar Raymi (fiesta del florecimiento del maíz-marzo) (Trujillo y Lomas, 2014).
Para Fabián Morales (dirigente) la comunidad indígena Pacha significa ayudar a la madre naturaleza. “Nosotros como pueblo indígena consideramos como diario de nuestra vida, a la madre que nos da vida, es la naturaleza para nosotros. Estamos constantemente pendientes de la protección de este bosque. Toda la comunidad está contribuyendo para cuidar el bosque realizando mingas”.
El bosque en sí requiere de renovación constante. Nosotros lo reforestamos y cuidamos las doce zonas dónde se necesitan mayores cuidados y en las que se ubican plantas medicinales, la cascada, el bosque de eucaliptos.
El origen de las aguas de la Cascada de Peguche proceden del lago San Pablo (situado en las faltas del Volcán Imbabura, a 5 minutos de la ciudad de Otavalo) permitiendo un salto de agua de 18 metros de altura.
El velo de agua que se forma producto de la caída de agua tiene una connotación ancestral mitológica para la población indígena. Sus creencias se basan en la energía que procede del agua, por ello se acostumbra en este sitio a darse baños al pie de la cascada sin importar el frío propio de la zona. La época con mayor cantidad de energía para tomar un baño sagrado es a la víspera de las fiestas del Inti Raymi, convirtiéndose en un ritual espiritual que por lo general los indígenas lo realizan a la media noche. Una de las características del pueblo indígena de Otavalo es su relación con el medio natural, las montañas, el agua, árboles y de la cual nacen sus ritos y algunas leyendas.
El Inty Raymi, para la comunidad kichwa de Imbabura, constituye el inicio del año, es la fiesta principal del año y por sus características viene a ser la navidad de las comunidades (Díaz Arcos & al., 2016). Una navidad que se caracteriza fundamentalmente por la confección, adquisición y regalo de ropa nueva.
Pamela Arias ecuatoriana que reside en España resalta que este lugar le trae muchos recuerdos familiares, la encargada de contarles las historias que se tejen alrededor de la Cascada fue su abuela. Al regresar a su tierra y específicamente a este lugar reconoce el valor de “tantas bellezas que tiene el país ya que uno cuando se encuentra en el exterior no tiene las posibilidades de ver y visitar. Por ejemplo yo he vivido mucho tiempo aquí pero no conocía estas cosas y cuando se está en el exterior es cuando se valoran las cosas de su propio país, así se puede apreciar lo mejor y descartar lo malo. Esta cascada representa un rito de suerte. Nosotros creemos en la buena y en la mala suerte que brinda el agua, es por ello que cuando nos bañamos en la parte baja de la cascada todo lo malo se va con el agua. En cambio cuando nos bañamos en la cascada (dentro del velo) representa que nos cae todo lo bueno nuevas cosas”.
Otro de los beneficios, según la leyenda indígena, es el poder de la fertilidad que tiene el agua de la cascada. En la antigüedad las mujeres que durante un tiempo no podían quedar embarazadas, tomaban un baño acompañado de un ritual preparado y bendecido por los dioses.
Una vez que se ha visitado y recorrido la Cascada de Peguche la misma comunidad indígena nos sugiere conocer más de su cultura que se proyecta a través de la música, utilizada principalmente para alentar cosechas, armonizar las fiestas tradicionales otavaleñas.
La fiesta de San Juan o Inty Raymi en Peguche, un pueblo de 5.000 habitantes cercana a Otavalo. Esta festividad anual es la más importante de la zona y dura toda una semana. Es en estas fechas cuando coincide con el fin de la cosecha de maíz. Esta festividad en Peguche se da principalmente en las casas particulares de los habitantes de Peguche en donde se canta y se baila. El evento principal es el armay tuta (“noche del baño”) en una cascada. El ritual utiliza ortigas. Últimamente ha obtenido mucha fama este ritual y vienen personas de todas partes de Ecuador y extranjeros (Voirol, 2013).
Hay que entrar en un bosque de eucaliptos. Este sendero sinuoso está realizado con piedras de diferentes formas incluso los muros son de piedra. Una vez dentro de la cascada uno tiene que bañarse y luego pegarse en todo el cuerpo con las ortigas. Posteriormente uno se enjuaga mientras dice las palabras “¡ri, karaju, llukshi! (¡vete, carajo, sal!). Así las ortigas se llenan de malas energías y se tiran al rio para que se vaya. El agua y el ambiente están muy fríos (¡Achachay!). Así los malos espíritus que tenemos dentro de nosotros se van con la corriente del río. El baño te da la energía para bailar toda la noche. Se concibe el baño como un ritual sagrado de purificación que permite entrar en el nuevo año andino.
Otro de los atractivos que relacionados con Otavalo es la música por ello José Fichamba indígena que se dedica a cultivar este arte recuerda: “cuando éramos pequeños en toda la parte Otavaleña, en el campo todo era música, en las cosechas, en las fiestas. La paya y la gaita han sido instrumentos que nuestro antepasados han venido utilizando para marcar el ritmo en cada actividad. En las cosechas se hacían mingas con unas 20 ó 30 personas para recolectar los sacos de maíz. La gaita tradicional y la paya se iban tocando en el trayecto para dar ánimos a todos los cargadores. Además de estos instrumentos se bebía la chicha tradicional para recargar fuerzas y poder llevar los sacos de maíz desde Imbabura hasta Peguche”.
La alegría de la cosecha terminaba en una una fiesta para alabar la cantidad y la calidad del maíz entregado por la madre tierra. Además de esto se utilizaba la gaita, instrumento sagrado para los otavaleños, para animar las ceremonias, los matrimonios, para caminar, bailar, gritar y por supuesto celebrar la cosecha de cada año. La música es una de las manifestaciones más importantes y alrededor de esta han surgido varios representantes indígenas que han logrado mantener y llevar estas melodías identitarias dentro y fuera del país.
Así mismo otra de las actividades que permiten consolidar la triología identitaria del pueblo de Otavalo es la elaboración de los ponchos, cuyos símbolos plasmados en estas prendas son diseños geométricos y precolombinos. La figura que sobresale es la chacana o cruz andina. Es el signo recurrente en las culturas originarias de los Andes. El símbolo, es una referencia al Sol y la Cruz del Sur. Aunque su forma, que sugiere una pirámide con escaleras a los cuatro costados y centro circular, poseería también un significado más elevado. La chacana señala la unión entre lo bajo y lo alto, la tierra y el sol, el hombre y lo superior.
Las exhibiciones de los “los ponchos” se realizan durante todo el año con especial atención en el mes de febrero durante el desarrollo de las fiestas Pauca Raymi, lo cual supone un mayor ingreso económico para los vendedores que acogen a turistas nacionales, e internacionales provenientes en sus mayoría de Estados Unidos, China y Europa.
La Plaza de Ponchos, creada hace 40 años, es el escenario para la venta de una gran variedad de productos o artículos con caracteres andinos, por medio de los cuales los sectores indígenas se manifiestan y dan a conocer sus costumbres, tradiciones y cultura. Dentro de este colorido mercado tenemos 5.000 a 6.000 comerciantes y vendedores. Esto promueve una gran capital económico producto de la venta y exportación de dichos materiales.
Francisco Lema nos cuenta su experiencia como vendedor y exportador de artesanías andinos en su tienda Caipi Textil: “me siento una persona realizada con la producción de estos productos. Nosotros distribuimos a casi todos los comerciante de la Plaza de Ponchos así también a nivel nacional, de igual forma estamos exportando para Japón, Tokio, Canadá, Montreal, Estados Unidos, todo lo que es la parte de Nuevo México.”
En Otavalo la cultura y las tradiciones se conjugan con los atractivos naturales uno de ellos es la laguna San Pablo, alrededor de la laguna crece la planta de totora, fibra vegetal con la cual los nativos fabrican los caballitos de totora como medio de transporte por el lago. Es un material que les sirve también para la elaboración de canastas, esteras y diferentes tipos de artesanías. En el mes de septiembre durante las Fiestas del Yamor (una fiesta sincrética que se realiza hace más de 50 años en el que se celebra el Kulla Raymi) se hace una competición a remo sobre pequeñas embarcaciones (caballitos) de totora en el lago de San Pablo, provincia de Imbabura. Durante estas fiestas, se venden sombreros, camisas, bolsos, juguetes y otros productos artesanales. Se hacen embarcaciones para pescar o incluso para cosechar la propia totora. La materia prima se ha exportado a varios países de Europa y Estados Unidos (Macía & Balslev 2000).
Antiguamente el nombre de la Laguna era Imbacocha en idioma quichua. Esta reserva de agua es tan importante no solo por el valor natural sino porque es una fuente de vivencia para las comunidades indígenas, ya que de allí proceden algunos ingresos económicos para los indígenas que custodian y que proceden del principalmente del turismo y la pesca.
Otro momento singular para visitar Otavalo es en la celebración de la ayamarca (el 2 de noviembre) en donde la población visita los cementerios con ponchos azules y consumen chicha de maíz. Las mujeres llevan la comida y compran coronas de flores de papel para poner en las tumbas. Si los difuntos son adultos se colocan coronas negras o moradas que simbolizan que sus almas están todavía en el purgatorio por sus pecados. A los niños y los solteros se les ponen las coronas azules, rosadas o blancas, representando que sus almas están en el cielo. También se llevan a los cementerios champús (bebida hecha con harina de maíz, panela y hojas verdes de limón) y pan cocinado en casa. Se trata de pasar un día con el “muertito” y que esté al tanto de las cosas que le han pasado a sus familiares durante el año.
Este artículo fue publicado originalmente en la página aliada Cultura Científica – UTPL. Te invitamos a visitar su sitio web https://bit.ly/2ld8SDw
Bibliografía
Voirol, J. (2013). ¿Cómo practicar la etnografía? Hacia una teoría pragmática y política de la descripción. Universitas humanística, 75, 81-104.
Díaz Arcos, D.; Allen-Perkins Avendaño, D.; Hinojosa Becerra, M. & Marín Gutiérrez, I. (2016). Inti Raymi. La fiesta del Sol. Cannabis Magazine, 145: 96-103.
Macía, M. J. & Balslev, H. (2000). Use and management of totora (Schoenoplectus californicus, Cyperaceae) in Ecuador. Economic Botany, 54(1): 82-89.
Trujillo, C. y Lomas, R. (2014). Gestión sostenible en turismo comunitario: programas de manejo, interpretación ambiental y senderismo. Caso cascada de Peguche. 1era edición. Dimex publicidad. Quito-Ecuador.
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