El entorno familiar y profesional de cada uno de estos pequeños deberá especializarse en su recuperación y observación a los problemas que puedan surgir: trastornos de alimentación, apego inseguro, depresión, falta de atención, ansiedad, conductas violentas, trastornos en el estado de ánimo y por su puesto en un trastorno de estrés postraumático.
Tiempo de lectura: 2 minutosUna vez rescatados los 12 niños y su entrenador de la cueva Tham Luang en Tailandia, el interés mundial se enfoca en los daños post traumáticos que posiblemente puedan afectar la salud mental, física y emocional de los pequeños.
Para comprenderlo, es necesario conocer que nuestro cerebro tiene cientos de sistemas neuronales trabajando en un proceso dinámico de regulación, modulación y compensación de la actividad que controla la fisiología del cuerpo. Es decir, está diseñado para detectar, procesar, almacenar, percibir y actuar sobre la información que le llega del mundo externo e interno para mantenernos con vida.
Cada uno de los sistemas neuronales regula las funciones claves. Por ejemplo, cuando caen los niveles de azúcar en la sangre se activan un conjunto de acciones que compensan la fisiología y producen la homeostasis (equilibrio del organismo)
El estrés obliga a nuestros sistemas fisiológicos y neurofisiológicos de regulación a estar fuera de su actividad dinámica normal interrumpiendo la capacidad de la homeostasis. Los cambios rápidos o amenazantes activan sistemas de respuesta al estrés promoviendo funciones adaptativas de supervivencia y más tarde un retorno al equilibrio o patrones homeostáticos.
Para determinar el daño causado, un equipo seguramente observará las respuestas individuales de cada niño que reaccionarán diferente de acuerdo a su carácter, temperamento y edad.
En el caso de los niños tailandeses, que han tenido este evento traumático en la cueva, son víctimas de haber llevado a su organismo “fuera de balance”, aunque con respuestas compensatorias de equilibrio han sobrevivido a la experiencia traumática, pero a un costo. El mismo que solo podrá ser evaluado con el tiempo.
Para determinar el daño causado, un equipo seguramente observará las respuestas individuales de cada niño que reaccionarán diferente de acuerdo a su carácter, temperamento y edad. La reacciones siempre dependerán del manejo familiar y profesional, del acompañamiento y factores atenuantes y de la estancia forzada en la cueva.
Luego de este evento traumático los niños experimentarán algunos signos persistentes: cognitivo, fisiológicos, emocionales, entre muchos otros. Unos serán temporarios y recuperarán su homeostasis interna, otros podrían desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Todo dependerá de la naturaleza de sus vivencias.
El niño, es más vulnerable a las experiencias traumáticas que un adulto, precisamente porque le faltan herramientas para enfrentar las dificultades. Su desarrollo está en marcha y su proceso del pensamiento aún no alcanza la etapa de operaciones formales. Sin embargo, a la hora de recuperar su nivel homeostático inicial tiene mayor plasticidad que un adulto.
Luego de este evento traumático los niños experimentarán algunos signos persistentes: cognitivo, fisiológicos, emocionales, entre muchos otros. Unos serán temporarios y otros podrían desarrollar un trastorno de estrés postraumático. Todo dependerá de la naturaleza de sus vivencias.
El entorno familiar y profesional de cada uno de estos pequeños deberá especializarse en su recuperación y observación a los problemas que puedan surgir: trastornos de alimentación, apego inseguro, depresión, falta de atención, ansiedad, conductas violentas, trastornos en el estado de ánimo y por su puesto en un trastorno de estrés postraumático
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