Ecuador ha sufrido una fuerte ralentización económica producto de un errado manejo de la economía que privilegió adhesiones políticas al pragmatismo. La vuelta de tuerca dada en economía ha sido más evidente con el nombramiento en la cartera de Finanzas a Richard Martínez quien junto a Pablo Campana pretenden empujar al país a la Alianza del Pacífico, su foro natural y una gran puerta de entrada al Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico cuyas 21 economías representan al 56 % de la producción mundial y al 46 % del comercio global.
En una entrevista en el diario El País, el Presidente Lenín Moreno aseguró que la política de expansión del gasto público impulsado por su antecesor, Rafael Correa, no daba más. “Nosotros hemos dado otra tónica, otra característica, al tema económico porque continuar con un manejo que expandía el gato público como mecanismo para mejorar los índices económicos ya no tenía cabida”.
Moreno dijo algo que todo el mundo sabía, pero es bueno recordar: en la década pasada se gastó todo el dinero de las arcas públicas. “Inclusive el expresidente, dijo Moreno, había tomado dinero de todas las organizaciones e instituciones del país, empresas petroleras, eléctrica, el instituto de seguridad social, dinero del banco central, una deuda que se sextuplicó a pesar de haber tenido la mayor bonanza petrolera”.
Lo más grave, sin embargo, no es el excesivo gasto ni el excesivo endeudamiento. Sino que se gastó y se endeudó al país para hacer obras innecesarias. “Más de 600 inconclusas, llenas de corrupción -dijo el Presidente a El País-. La verdad es que se dilapidó los dineros de los ecuatorianos y la gran oportunidad de haber encaminado el país para el desarrollo”.
¿Quién responde por esas 600 obras inconclusas? El país necesita un baño de verdad, seguir la pista del dinero de la corrupción y ubicar a los responsables. Mirar al pasado para no caer en los mismos errores.
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