El acercamiento del país al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) significa un guiño de ojo a mercados como el de China, Japón, Canadá, México, Chile, Colombia, Perú (….). Es un movimiento estratégico, porque si pasamos revista al mapa de la Cuenca del Pacífico es fácil darse cuenta de que Ecuador no tiene ningún acuerdo comercial con ninguno de esos socios.
En ese Foro están países que buscan promover la inversión para diversificar exportaciones, abrir mercados y generar crecimiento y desarrollo económico. La Cuenca del Pacífico junta a las mayores economías del mundo que crecieron por su comercio exterior.
A Ecuador, en las actuales circunstancias, le resultaría complicado entrar a negociar un acuerdo comercial bilateral con alguno de los socios del APEC, pero el simple acercamiento a ese bloque le abre la posibilidad de hacer sus primeras conexiones comerciales.
El APEC es una oportunidad para dinamizar las exportaciones no solo de Ecuador sino todos los países que entraron al bloque. Es decir, el país tendrá la oportunidad de afirmar o afianzar acuerdos comerciales y de cooperación con China, Japón, Corea del Sur, India, Malasia, Indonesia…
Ecuador se abre un abanico de oportunidades bastante grande porque ya no solo serán Colombia, Perú, Chile, México vistos como potenciales destinos de inversiones en la Cuenca del Pacífico; el país ahora se pone en el radar de los grandes mercados. Un paso importante para acortar la brecha con otras economías de la región. Por cada cinco tratados que tienen Colombia y Perú, el país debe tener uno.
Y una de las causas está en la política comercial manejada por el anterior gobierno que llegó a fusionar el Ministerio de Comercio Exterior con el de Relaciones Exteriores, que si bien pueden tener funciones similares, sus ámbitos de acción soy muy distintos.
La Cancillería era la diplomacia, buscar acuerdos, no solo comerciales sino de territorio, movilidad humana (…), pero el Ministerio de Comercio Exterior era el encargado de promover las inversiones y el comercio. De ahí el distanciamiento que ahora se percibe entre los Ministerios de Comercio Exterior y Relaciones Exteriores, cuando el agua volvió a su cauce.
El ministro de Comercio Exterior, Pablo Campana, es más abierto a los acuerdos comerciales, las inversiones, las no restricciones ni el proteccionismo. Pero la Cancillería maneja otro discurso y eso muchas veces confunde al país, porque uno habla de esto, pero el otro dice lo contrario. Parecían no ponerse de acuerdo en cuál es la ruta a seguir para la diversificación de las inversiones y las exportaciones, pero es porque ahora tienen funciones cruzadas.
Normalmente el Ministerio de Relaciones Exteriores debería ser un aliado especial del Ministerio de Comercio Exterior, porque tiene oficinas en todo el mundo y podría colaborar en la promoción de nuestros productos, pero las cosas no han funcionado así.
Pablo Campana es muy directo y amplio en el sentido de que busca la apertura de inversiones, la seguridad jurídica, la estabilidad tributaria, pero la Cancillería parece ir por otra línea, por otro tipo de prioridades. Su actuación es un poco más política.
De ahí que haya sido el Ministerio de Comercio Exterior el encargado de anunciar el acercamiento de Ecuador al APEC. Un anuncio que deja de lado los bloques comerciales que priorizó el anterior gobierno, con países que están en permanentes conflictos internos. Hasta la CAN corre el riesgo desintegrarse por todo esa pelea jurídica de la tasa aduanera.
En estos momentos Ecuador es el único puntal de la CAN porque para los otros países, Colombia y Perú, la prioridad no es la CAN, son otros mercados.
Ecuador, en cierta forma, mantenía la CAN, la ALBA, pero el gobierno de Lenín Moreno parece haberse dado cuenta de que no estaba corriendo en la misma dirección que la competencia. Carondelet entendió que la apertura de mercados con gran poder económico y renta per cápita alta es beneficioso para la economía, pero sin sujetarse a lo que ellos impongan. La Constitución habla de acuerdos para el desarrollo y asistencia técnica.
El coletazo que sacudió a Ecuador de esa política comercial exterior del anterior gobierno fue sin duda fue el acuerdo firmado con la Unión Europea, un convenio clave para dinamizar y diversificar sus exportaciones. Ahora, con la adhesión al APEC el gobierno envía un claro mensaje: el país necesita crecer y atraer inversiones y está dispuesto a recurrir a nuevas alianzas bilaterales, multilaterales, acuerdos comerciales, tratados comerciales…
La Aladi como tal, por ejemplo, no ha sido explotada por el país, porque el anterior gobierno estuvo muy concentrado en una integración semiideológica o semilocal con Bolivia, Venezuela, Haití, Nicaragua, El Salvador (…), países que no ofrecen oportunidades al Ecuador.
La ventana está en los otros mercados como Estados Unidos, la Cuenca del Pacífico, la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA); luego de diez años, Ecuador entendió que el EFTA es un mercado que exige, pero paga bien y, además, permite complementarse con las inversiones.
Los resultados de este giro en la política comercial podrán verse de aquí a unos tres años, en el corto plazo, porque para aprovechar mercados como el de la Cuenca del Pacífico, el país deberá ajustar su matriz productiva.
El cambio de la matriz productiva vendido por el anterior gobierno como una forma de profundizar o de industrializar nuestras exportaciones está semiparalizada.
En un primer momento, Ecuador podrá ser competitivo con aquellos bienes de intensidad tecnológica media alta y productos primarios que tienen ventaja comparativa como el banano, el camarón y otros productos muy demandados ahora, ya sea el atún, el palmito o el brócoli, que son industrializados en menor medida.
En el resto estamos en pañales. El país deberá trabajar al apuro por la presión de un mercado competitivo como el de la Cuenca del Pacífico, sobre todo en la industrialización de sectores clave de la economía como la agroindustria, la metalmecánica y el de productos primarios con mayor valor agregado.
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